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Filo: |
Chordata |
Clase: |
Actinopterygii |
Orden |
Ophidiiformes |
Familia: |
Brotúlidos |
Status
UICN ver 3.1: |
Vulnerable |
Status
CITES: |
Sin datos |
Nombre científico:
Typhliasina pearsel, Ogilbia pearsei (A.
S Pearse, 1936)
Descripción
general y características
El aspecto de este habitante
de las profundidades cavernosas, es, por
demás, siniestro. En lugar de órbitas
tiene sendos abultamientos de músculo
y piel como única reminiscencia de
un sentido que perdió porque no le
servía en la completa obscuridad
en que vivía.
Por esa razón,
para suplir el sentido de la vista, el pez
ciego de Yucatán desarrolló
un sistema de orientación basado
en cavidades sensoriales distribuidas alrededor
de donde debieran de estar sus ojos, así
como una serie de papilas pequeñas,
terminaciones nerviosas, también
sensoriales, que tiene esparcidas por su
cabeza.
Su cabeza no tiene escamas
y su frente está aplanada para facilitar
el funcionamiento de su especial sentido
de orientación. En los bordes de
su amplia boca crecen pequeñísimas
y finas barbas que también tienen
función sensorial.
Sus músculos resaltan
claramente a lo largo de su pequeño
cuerpo, formando como especie de dunas en
zig zag y paralelas sobre su piel. Sus aletas
tienen numerosos radios o espinas, considerando
su tamaño: en la dorsal se cuentan
entre 76 y 83; en la ventral, de 59 a 64;
en la caudal, entre 11 y 13, y en las pectorales,
de 19 a 21.
El pez ciego de los cenotes
de Yucatán tiene las aletas muy bien
diferenciadas entre sí. Incluso,
la aleta de su cola es independiente de
las de su dorso y vientre, como los peces
más evolucionados. Esto le permite
un alto grado de coordinación en
sus movimientos submarinos, "timoneando"
con sus aletas el curso de su vida misteriosa.
Por vivir tan lejos de
la luz solar, esta especie es de color blanco
iridiscente, que se torna rosado cuando
recibe directamente los rayos de luz. Sus
crías, que nacen vivas y no en huevecillos,
son de color blanco traslúcido con
ligero tinte rosa.
Hábitat y distribución
geográfica
Restringido a los cenotes
semicerrados y cerrados de cavernas y cuevas
de la Península, el Typhliasina pearsei
se encuentra principalmente en Yucatán,
donde se ha observado en los cenotes siguientes:
Noc Ac y San Isidro, municipio de Mérida;
Tzab Nah, en Tecoh; Chelentún, Cuzamá;
La Culebra y el Pochote, en Muna; Balancanché,
en Tinum, y uno de Hoctún.
Las condiciones ambientales
de los cenotes donde vive son estables,
con aguas muy transparentes, temperatura
entre los 22 y 26 grados centígrados
y, sobre todo, absoluta oscuridad o, como
suele decirse técnicamente, de luminosidad
nula.
La densidad poblacional
de esta especie es relativamente baja, además
de que parece existir mayor proporción
de hembras que de machos.
Las grutas de Balancanché,
donde por primera vez se observó
está criatura, están cerca
de Chichén Itzá, a no más
de cinco kilómetros al este, en el
municipio de Tinum. El único acceso
se abre a unos tres metros de la superficie,
por donde se entra a un largo pasadizo orientado
de Norte a Sur que topa con otro que corre
de Este a Oeste.
En esa confluencia aflora
el espejo de agua más grande de Balancanché,
de transpariencia singular, cuya profundidad
va de medio metro a 1.80 metros. Como muchos
cenotes cavernosos, el sedimento de fondo
es rico en materia orgánica, principalmente
guano de murciélago, cuya capa alcanza
los 30 centímetros de grosor.
Debido a que es un lugar
turístico, las grutas cuentan en
la actualidad con iluminación artificial,
lo cual ha provocado la emigración
de los murciélagos, importantes aportadores
de materia orgánica al sistema acuático,
que requiere del mismo para su funcionamiento,
con lo cual tarde o temprano el desequilibrio
será total.
La luz, consecuentemente,
también ha ocasionado la migración
de los peces ciegos a niveles más
profundos del manto freático o agua
subterránea. Esta situación,
aunada a la depredación, es responsable
de los bajos números en sus poblaciones
actuales.
Causas de disminución
La contaminación
ha llegado a ocasionar cambios importantes
en presencia de peces en aguas transparentes
de cenotes yucatecos, además de que,
por ser la gran mayoría especies
endémicas, se encuentran en grave
peligro al no existir cuidado sobre la disposición
de aguas de deshecho, que se filtran hacia
los cenotes, contaminándolos.
Las aguas de los cenotes
en la Península, como en general
el agua del subsuelo, ha sido de vital importancia
para el establecimiento de las poblaciones
humanas en la región, pues, ante
la ausencia de ríos, han sido precisamente
los cenotes y los pozos las únicas
fuentes de agua potable.
Sin embargo, la situación
ha cambiado y actualmente no son pocos los
cenotes que, por contaminación del
agua subterránea que los alimenta,
han dejado de ser útiles para el
hombre, por lo menos en cuanto al consumo
del agua.
Es así como la
ausencia del pez ciego de Yucatán
de su ya de por sí restringida distribución
en los cenotes yucatecos, resultará
también un indicador del estado en
que se encuentran las aguas que necesitamos
para vivir.
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