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Filo: |
Chordata |
Clase: |
Reptilia |
Orden |
Squamata |
Familia: |
Colubridae |
Status
UICN ver 3.1: |
Sin datos |
Status
CITES: |
Sin datos |
Nombre científico:
Oxybelis aeneus, (Daudin, 1803);
Otros nombres vulgares:
Bejuquilla verde y Bejuquilla parda.
Descripción
general y características
La bejuquilla verde, como
su nombre lo indica, es de un color llamativamente
verde esmeralda por arriba y amarillo canario
en el vientre, con los labios también
amarillos y una línea blanco-amarillenta
que separa a todo lo largo de su cuerpo
el color del dorso con el del vientre.
Su cabeza, muy larga,
termina en un hocico agudo. Esta es la especie
de bejuquilla que más puede crecer,
pues llega a medir hasta tres metros de
largo, aunque éstos son casos raros.
La bejuquilla parda (Oxibelis
aeneus) es, según Alvarez del Toro,
la que verdaderamente merece ser llamada
bejuquilla, puesto que es extremadamente
larga y delgada. Llega a medir hasta dos
metros, pero lo más característico
es que en su parte más gruesa no
mide más de 15 centímetros
de diámetro.
Su color es cenizo o parduzco,
con la garganta y labios color blanco amarillento.
El hocico lo tiene también agudo
y levantado, al igual que su pariente la
bejuquilla verde.
Comportamiento
La bejuquilla verde es
principalmente arborícola, come también
pájaros pequeños y ratones.
Atrapa a su presa y sin más comienza
a engullirla, tragándosela aún
con vida, aunque esto depende de la inoculación
de su veneno paralizante. Cuando se llega
a espantar o mientras persigue a su presa,
la bejuquilla verde tiene la curiosa costumbre
de sacar la lengua y mantenerla rígida
durante largo tiempo.
La bejuquillla parda pasa
su vida en las ramas de los árboles,
arbustos y matorrales. Algunas veces acostumbra
sacar la parte anterior de su cuerpo por
entre el follaje, manteniéndola rígida
e inmóvil durante horas; toma así
el aspecto de una varita seca y asombra
por su capacidad de quietud. También
gusta de extenderse entre dos árboles,
prendida de las ramas o de los troncos con
los extremos de su cuerpo. Un hábito
más en este sentido es que puede
permanecer con todo su cuerpo colgando,
sujeta de una rama sólo con la cola.
En todas estas situaciones,
no se distingue de los bejucos cercanos
donde cuelga. Incluso se da el caso de que
alguna persona la tome con la mano al creer
que mueve un bejuco, pero se lleva una sorpresa
al descubrir que se trata de la bejuquilla
parda.
Hábitat
Verde: el bosque húmedo
y muy húmedo tropical, de transición
a premontano.
Parda: Desde el bosque seco hasta el muy
húmedo tropical, de transición
a premontano.
Distribución
geográfica
Verde: Desde México
hasta Brasil.
Parda: Desde Arizona, Estados Unidos, hasta
el sur de Brasil.
Causas de disminución
Modificación del
hábitat.
Otros datos de interés
Entre las víboras
que habitan en Yucatán, destacan
por sus costumbres dos especies que gustan
de permanecer inmóviles durante largos
períodos de tiempo. Por confundirse
con las ramas de los bejucos al colgarse
de los árboles se les conoce precisamente
como "bejuquillas".
Pertenecen al grupo más
numeroso de las víboras, la familia
conocida como Colubridae. El género
Oxibelys cuenta con seis especies, de las
cuales cuatro se hallan en el país.
Las bejuquillas llegan
a medir de dos a tres metros de largo y,
por ser ligeramente venenosas y poseer dos
o tres grandes colmillos acanalados en la
parte posterior de la mandíbula por
donde circula el veneno, se les conoce como
opistoglifas.
El aparato ponzoñoso
de este tipo de serpientes no está
adaptado para morder presas grandes, por
lo que son prácticamente inofensivas
para el hombre, según el naturalista
Miguel Alvarez del Toro, quien en 1980 publicó
el libro "Reptiles de Chiapas".
Sin embargo, aunque su
mordedura no es mortal para el hombre, se
ha sabido que llega a causar inflamación
local, dolores agudos y parálisis
de miembros, en ocasiones por largos períodos
de tiempo.
El hecho es que se considera
poca la información respecto a la
toxicidad de su veneno, al grado de que
en algunos libros se menciona la posibilidad
de que, en casos excepcionales, puede resultar
mortal.
Los pequeños conductos
que transportan el veneno secretado por
dos glándulas desembocan cerca de
los dientes grandes y acanalados, y el veneno
escurre dentro de la herida por capilaridad,
facilitada por las ranuras de los dientes.
El veneno, una mezcla de enzimas, forma
parte de los jugos digestivos del animal.
Cuando capturan a su presa,
los dientes venenosos penetran en los tejidos
de ésta y la serpiente lleva al cabo
una especie de masticación, causando
repetidas heridas hasta que el veneno paraliza
a su víctima.
La función principal
del aparato venenoso de las serpientes,
en general, es proveer de un medio para
matar rápidamente a sus presas, y
sólo de manera secundaria tiene una
función de defensa; se sabe que ninguna
serpiente acomete sin antes ser molestada.
Luego de atrapar y asfixiar
enroscando a sus presas, la bejuquilla las
traga enteras y su digestión dura
días o semanas completas.
Sus jugos digestivos son
tan fuertes que le permiten digerir incluso
los huesos. Como no puede masticar, al igual
que todas las víboras, se vale de
su veneno como complemento de la digestión,
puesto que éste rompe los tejidos
antes de que actúen los jugos gástricos.
Es por ello que en los
excrementos de la bejuquilla sólo
pueden encontrarse algunos dientes y plumas
que no pudieron ser digeridos. Todo lo demás
es asimilado por el animal. Cuando son molestadas,
las bejuquillas defecan y su excremento
despide un fuerte, pestilente olor cuya
función es alejar al intruso.
Ambas especies de bejuquilla
son víboras arborícolas que
rara vez bajan al suelo. Se alimentan básicamente
de aves, aunque también de pequeñas
lagartijas y roedores, a los cuales asfixian
después de haber permanecido a veces
durante horas quietas, al acecho de su presa
que se acerca confiada por la forma de bejuco
que la camufla.
De las aproximadamente
73 especies de víboras que hay en
la Península de Yucatán, sólo
5 ó 6 son realmente peligrosas, por
lo que es importante conocerlas para evitar
su exterminio desconsiderado.
Beneficios para el
hombre
En general, a reserva
de los cuidados que hay que tener con ellas,
se considera a las víboras venenosas
como benéficas para el hombre, puesto
que son especies que se alimentan principalmente
de pequeños mamíferos, reptiles
y aves que pueden llegar a formar plagas
de cultivos agrícolas y ser agentes
transmisores de enfermedades.
Estas dos especies de
bejuquilla habitan en las selvas tropicales
del continente, y en Yucatán se distribuyen
sobre todo en el sur, en lo que se conoce
como Punto Put, al oriente y al sureste
del Estado. En la Península se encuentran
ampliamente distribuidas, aunque es más
común verlas en las selvas del oriente
y del sur.
Aunque las bejuquillas
adultas tienen pocos depredadores, de jóvenes
son presa fácil de gavilanes culebreros,
mapaches y zorras. Según indica Santiago
Pacheco Cruz en su Diccionario de la Fauna
Yucateca, el nombre de la bejuquilla parda
en maya es probablemente "xtabchhoyil".
La descripción que hace de esta víbora
se basa en su color verde cenizo.
Pacheco Cruz señala
que la especialidad de la bejuquilla parda
es enroscarse en las sogas que se utilizan
para sacar el agua de los pozos, mas indica
que no es peligrosa. Sin embargo, no menciona
el nombre científico de la especie,
por lo que no es posible determinar con
exactitud a cuál se refiere.
No se conoce el ciclo
biológico de estas especies, ya que
es relativamente escasa la información
debido a que en el país son pocos
los estudios que se llevan al cabo sobre
este grupo animal, a pesar de su importancia
económica y ecológica.
Muchas especies de serpientes
son aprovechables tanto por su piel como
por su carne, o incluso como fuente de sustancias
químicas utilizables en la industria
farmacéutica.
En total, existen en México
978 especies de reptiles y anfibios, 693
de los primeros y 285 de los segundos. Sin
embargo, el conocimiento que de estas especies
existe es, como se ha visto, relativamente
escaso. El libro sobre "Reptiles de
Chiapas" de Alvarez del Toro y el trabajo
coordinado por el biólogo. Lazcano-Barrera
son algunos de los pocos ejemplos de ello.
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