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Flamencos
Phoenicopterus chilensis.
Rosados y en grupo,
vuelan sobre una laguna
cordillerana |
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Sai
azul Dacnis cayana.
El macho es azul y
la hembra, verde.
Se lo ve en el Parque
Nacional Iguazú |
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Tucán
Grande Ranphastos
toco. Las selvas de
Iguazú y el
Chaco son los mejores
lugares para observarlo,
con ese pico tan grande
como liviano. |
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En el mundo
existen más de diez mil
especies de aves y cerca de
dos millones y medio de personas
que las observan. Que se levantan
al alba para encontrarlas, que
esperan horas y horas hasta
que aparecen con vuelos de plumas
rojas y verdes, y amarillas.
Que las cuentan y se sienten
felices cuando tienen una más
en su haber, que las coleccionan
con tildes en sus libretas,
que las dibujan, que distinguen
sus cantos y hasta los graban.
Que se inspiran con su libertad.
Esta casta de observadores o
bird watchers celebra las aves.
Sus formas, los colores, su
canto, la manera en que vuelan.
Especialmente para ellos y para
todas las personas curiosas,
amantes de la naturaleza, se
desarrolla durante este mes
el Festival Mundial de las Aves
2002.
Con un amplio cronograma de
actividades en nuestro país,
esta celebración es un
buen momento para remontar vuelo
con una actividad que, según
dicen los entendidos, es desestresante.
"Resulta extraño,
pero en este momento de crisis
hay más gente en los
cursos de observación
que el año último;
quizá porque para ver
aves hay que dejar a un lado
los problemas y pensar sólo
en el animal que está
enfrente, en la forma del pico,
el plumaje, el comportamiento",
dice Andrés Bosso, director
ejecutivo de Aves Argentinas,
entidad que motivó el
surgimiento de la observación
de aves en el país.
Creada en 1916, la Asociación
Ornitológica del Plata
(hoy Aves Argentinas) fue la
primera ONG ambientalista de
la Argentina y tuvo entre sus
fundadores a Juan Bautista Ambrosetti,
Eduardo Holmberg y Angel Gallardo.
Entre sus ilustres socios, se
contaron el médico Salvador
Mazza y el naturalista Guillermo
Hudson, que fue durante los
primeros años corresponsal
desde Londres para la publicación
El Hornero.
Aves Argentinas nació
como una asociación científica
y, en sus orígenes, las
aves se coleccionaban. Sin embargo,
con el paso del tiempo los binoculares
reemplazaron a la escopeta y
los socios comenzaron a estudiar
las aves en su ambiente.
"Absteniéndome de
matar llegué a ser un
mejor observador y un hombre
más feliz a causa del
nuevo y diferente sentimiento
que ello engendró",
escribió el propio Hudson
en El libro de un naturalista.
A mediados de la década
del 40 apareció una herramienta
fundamental para la observación:
las guías de campo, libros
didácticos con ilustraciones
y un detalle de las características,
conductas y hábitat de
las aves.
"Este fue un paso muy importante
porque acercó a los estudiosos
y el público masivo,
y popularizó esta práctica,
que mezcla hobby con ciencia
y actividad física con
descubrimiento intelectual",
destaca Bosso, que rescata en
nuestro país las guías
de Claes Olroy, un ornitólogo
sueco.
"Comparada con otras regiones
del mundo, la Argentina es un
paraíso para la observación
de aves; tenemos cerca de mil
especies cuando en Inglaterra,
por ejemplo, hay sólo
400", remarca con admiración
Christian Henschke, un alemán
que llegó a nuestro país
en el 50 y es socio de Aves
Argentinas hace 32 años.
"Yo soy un enamorado de
los colibríes; en Europa
había leído sobre
ellos, pero como no hay, nunca
los había visto hasta
que llegué aquí.
Me quedé fascinado cuando
observé el primero, una
cosita de tres o cuatro gramos,
de plumas tan brillantes",
cuenta Henschke, al que sólo
le resta ver dos o tres especies
de las dos docenas de colibríes
que existen en nuestro país.
Se calcula que en la Argentina
hay entre 2500 y 3000 observadores
de aves, cifra que crece sostenidamente
gracias al avance del ecoturismo,
una modalidad de turismo que
rescata los sitios naturales
y el espíritu conservacionista.
"Observar aves es un hobby
relativamente económico,
primero porque se puede realizar
en jardines, plazas y reservas
cercanas a la ciudad, y segundo
porque no se necesitan muchas
herramientas: una guía
de campo para captar las sutilezas
que diferencian a las especies,
prismáticos, una libreta
para anotar lo que se ve y ropa
cómoda", dice Andrés
Bosso, que dio sus primeros
pasos cuando tenía 15
años, en Mar del Plata,
observando gaviotas en la playa,
y hoy suma casi 800 especies
vistas.
Desde afuera puede parecer una
actividad demasiado tranquila
y hasta aburrida. Sin embargo,
cuentan los que la practican
que cada ave que se observa
es una emoción coleccionada.
Pero eso no se puede describir
ni intentar explicar, así
que preparen la mochila que
hoy salimos a sentir el canto
de la naturaleza.
¿Para
qué observar aves?
Cuenta Tito
Narosky: Alguna vez se me preguntó
por qué recorría
distancias, abandonaba familia,
obligaciones y tranquilidad,
para elegir desiertos, selvas
o montañas, con el único
objeto de ver unos animalitos
emplumados. Respondí
que era para entender al hombre.
La afirmación, clara
para los iniciados, no lo es
para quienes nos contemplan
asombrados. En la naturaleza
recuperamos algo de lo que fuimos,
nos bañamos en humildad
y entendemos mejor nuestro comportamiento,
al observar la vida animal desprovista
de maquillaje cultural. Percibimos,
en el amoroso cuidado de los
pichones, en la violenta defensa
del territorio, en la apasionada
búsqueda de la pareja,
en el instinto de conservación
de la vida, nuestro propio primitivismo.
Pero estos trazos no completan
el cuadro. Lo cierto es que
la mayoría se acompaña
para siempre por una pasión
indeclinable. En la Argentina,
con pocos años de historia,
los observadores suman miles.
Millones en Europa. Algo significa.
Hay ornitófilos a los
que sólo los guía
el placer de una jornada de
campo; algunos persiguen el
hallazgo científico;
otros buscan en el placer estético,
en la belleza de algún
pájaro, en el canto melodioso,
o en el vuelo de los más,
una fuente inspiradora. Hay
quienes, al apartarse de conflictos
y miserias humanas, consiguen,
imitando a las aves, despegar
de la tierra. Quizá lo
expuesto no alcance a explicarlo
todo. Aun así, al descubrir
en el bosque y la llanura cómo
florece la existencia nos convertimos
en celosos guardianes de ese
mágico proceso llamado
vida. Aunque sea sólo
por eso, valdrá la pena
elevar la vista al cielo para
seguir un armonioso vuelo.
Actividades
para agendar
En la Argentina,
cualquier observador tendrá
la posibilidad de participar
en el conteo mundial de aves.
Es decir que quien haga salidas
podrá identificar aves
y enviar los resultados obtenidos
a Aves Argentinas, que recogerá
la información y confeccionará
una lista general para enviar
a Bird Life International. El
19 habrá una visita gratuita
a la Reserva Ecológica
Costanera Sur para asomarse
al mundo de las aves. También
se realizarán actividades
en Buenos Aires, Mendoza, La
Pampa, Misiones, Santa Cruz,
Córdoba, San Juan y Tierra
del Fuego. Informes: Aves Argentinas,
25 de Mayo 749, 2º 6; 4312-1015.
En Internet: www.avesargentinas.org.ar
La Nación
Revista
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