Otro lugar
común del imaginario
colectivo de los argentinos
deberá desaparecer: suponíamos
que teníamos grandes
extensiones de bosques nativos
pero ya no los tenemos. Es difícil
de creer ¿no? Nuestra
falta de conciencia territorial
forma parte de ese imaginario
colectivo de que la Argentina
es un país que lo tiene
todo.
Actualmente
sólo desde la irrealidad
podemos hablar de ese país
imaginario: "aquel de los
recursos naturales inagotables";
ese que ahora utilizan los políticos
en sus discursos, para hacernos
creer que ellos harán
bien lo que otros hicieron mal,
y que nosotros repetimos, casi
infantilmente en nuestras conversaciones
familiares o con los amigos.
¿Será así
como ese boca a boca de la ignorancia
se propaga?
Poco sabemos
en realidad de nuestro país
real. Poco, la mayoría
de las veces, lo que nos muestran
los medios como la televisión.
Es ínfima nuestra conciencia
territorial real. Generalmente
hablamos de una postal turística
y aunque sabemos que nada de
eso es real lo afirmamos positivamente.
¿Cuándo cambiaremos
y nos convertiremos en argentinos
de verdad?
El tema de
nuestros bosques nativos: Una
estimación de la Secretaría
de Medio Ambiente y Desarrollo
Sustentable que se elaboró
teniendo en cuenta el primer
inventario nacional de bosques
nativos de la Argentina, revela
que el país perdió
cerca del 70% de sus zonas boscosas
desde 1914 en un proceso de
deforestación que no
se detiene. (Y este es sólo
un ejemplo entre tantos otros
problemas graves).
En opinión
de los especialistas el ideal
para un país es que el
30% de su superficie esté
cubierto por bosques, en tanto
que el nuestro alcanza aproximadamente
solamente al 12,3% mientras
que en 1914 esa proporción
excedía el 30%, lo que
equivale a decir que en menos
de un siglo desapareció
más de las dos terceras
partes del bosque originario
cuyas tierras no siempre se
dedicaron a la producción
agropecuaria.
La deforestación
irrestricta empuja el territorio
hacia el desierto. La zona más
afectada es el parque chaqueño
que se sitúa en las provincias
de Chaco, Formosa, Tucumán,
Santiago del Estero, Santa Fe,
Córdoba, Salta, San Luis,
Jujuy y San Juan; La Rioja,
Corrientes y Catamarca tienen
una tasa de deforestación
más elevada de lo normal,
lo que hace aconsejable su clausura
por el plazo de 10 a 30 años.
En la selva
misionera debería introducirse
especies de alta calidad como
viraró, cedro y petiribí
que fueron exterminadas casi
totalmente, mientras que la
selva tucumano-boliviana solamente
necesita controles más
periódicos, sin perjuicio
de que se conocen denuncias
públicas en relación
con obras petroleras que estarían
arrasando los lugares en que
se asientan.
A diferencia
de las demás regiones,
el bosque andino-patagónico
-lo que parece una contradicción-
tiene una correcta protección.
Esto a pesar de los incendios
-los recordados incendios- de
las épocas de esplendor
de los devaneos morbosos de
la María Julia.
A juicio del
secretario del área,
el ingeniero forestal Carlos
Merenson -en recientes declaraciones
a la prensa-, los argentinos
carecemos de una conciencia
forestal, a lo que podría
agregarse sin riesgo de equivocarnos,
que tampoco poseemos una conciencia
territorial que nos permita
evaluar los riesgos potenciales
de ser un país despoblado,
que se despreocupa de lo que
ocurre en el mundo en materia
de recursos naturales, que constituyen
una realidad que no se debería
desconocer.
Alguna vez
los influyentes de la Argentina
tendrían que ocuparse
de problemas como éste,
en lugar de emplear su tiempo
en maniobras casi siempre espurias.
Además dejar de mentirnos.
Y nosotros deberíamos
informarnos más. Tener
más conocimientos antes
de hablar y reflexionar un poco
sobre nuestra verdadera realidad.
Quizás nos asuste pero
en definitiva a lo mejor nos
sirve y así podamos encontrarle
algún remedio a nuestra
profunda crisis.
Fuente: Argenpress.info
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