Desarrollo sustentable
es la fórmula que desde las
Naciones Unidas se impulsa para evitar
que el progreso técnico y la
actividad económica no deriven
en daños sobre el medio ambiente.
Sin embargo, los esfuerzos están
aún lejos de producir los resultados
deseados y, a pesar del incremento
de la conciencia de los graves riesgos
que existen, año tras año
la situación del planeta se
agrava.
A diez años
de la cumbre sobre problemas ambientales
de Río de Janeiro poco es lo
que se ha implementado en beneficio
del ecosistema y muchas medidas urgentes
se encuentran pendientes de aprobación
por la actitud reticente de las naciones
más poderosas del planeta.
La geografía de los países
más pobres del globo continúa
soportando la degradación del
medio ambiente que causa una explotación
irracional de sus recursos naturales
por parte de los más poderosos
intereses económicos.
Así, en la
última década avanzó
notablemente la deforestación,
perdiéndose en el globo casi
15 millones de hectáreas de
bosques, lo cual equivale a un dos
por ciento del total de la superficie
forestada. En el mismo lapso se extinguieron
60 especies de animales. Deforestación
y desertificación son marcas
de un daño humano que compromete
el futuro de la vida.
El agua potable,
un recurso indispensable para la vida,
es cada vez más escasa, como
lo prueba el hecho de que mil cien
millones de personas no tienen acceso
a ella y más de un millón
de chicos menores de cinco años
se muere por año por causa
de diarrea originada en el consumo
de agua no potable.
La capa de ozono
y la atmósfera en general siguen
siendo dañadas por la utilización
de gases dañinos. Los residuos
tóxicos y peligrosos siguen,
también, conformando un gravísimo
problema.
Todos estos daños
tienen origen en una explotación
inconsciente de los recursos naturales
y en un desarrollo ciego de modos
de producción y de utilización
de artefactos que, al cabo del tiempo,
se demostraron como sumamente dañinos
para el medio ambiente. El consumismo
también es una de las causas
de la degradación ambiental,
al igual que los desechos producidos
por la técnica moderna.
El gran desafío,
entonces, consiste en promover y financiar
formas de desarrollo sustentables,
que no dañen al medio ambiente
y que, paulatinamente, posibiliten
restablecer el equilibrio con el entorno.
Obviamente, para esto será
necesario contar con voluntades políticas
racionales y firmes en la realización
del lema de Naciones Unidas para este
año: "Demos a la tierra
una oportunidad".
Editorial Diario Clarín
- 10 de junio de 2002
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