Quienes tienen en
su poder las llaves maestras para
contribuir a atenuar el hambre, la
desnutrición y las enfermedades
en el mundo, los países más
desarrollados, desertaron de su compromiso
con la comunidad internacional en
la II Cumbre Mundial de la FAO, agencia
de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación, reunida
en Roma días atrás.
En la cumbre anterior,
hace seis años, la más
completa lista de líderes mundiales
representantes de más de 180
estados, se comprometieron a reducir
a la mitad, de 800 a 400 millones,
el número de personas desnutridas
antes del 2015. Hoy, según
esas mismas estimaciones, el número
no ha crecido pero tampoco disminuyó
y las iniciativas se mostraron más
que insuficientes.
También se
había acordado destinar un
0,7% del Producto Bruto de los países
ricos a ayuda para los países
más relegados, que se aproximaba
al 1% fijado como meta por la ONU.
Esta ayuda alcanza apenas a alrededor
de un 0,22% y los objetivos fijados
están bien lejos en el horizonte.
Por otra parte,
las políticas proteccionistas,
que operan como una verdadera muralla
e impiden que el libre comercio pueda
proveer dividendos favorables para
los países en desarrollo y
subdesarrollados, se han reforzado
en los últimos tiempos tanto
en EE.UU. como en Europa.
A ello debe agregarse
un desplazamiento de las preocupaciones
estratégicas de las potencias
industrializadas, impulsado por el
giro de la política exterior
norteamericana y reforzado por el
desafío del terrorismo fundamentalista.
Esto provocó que la atención,
los esfuerzos y los recursos prometidos
para la acción multilateral
de asistencia económica para
el desarrollo se vieran fuertemente
restringidos y supeditados a los imperativos
de la seguridad y el fortalecimiento
de la defensa.
A las enormes brechas
entre riqueza y pobreza, fuentes de
recursos naturales y polos de desarrollo
tecnológico y productivo, se
agrega finalmente la discusión
sobre los organismos genéticamente
modificados. Esta disputa genera controversias
cruzadas entre gobiernos, empresas
biotecnológicas y entidades
y organizaciones ecologistas, que
se superpone a la discusión
por el proteccionismo europeo y norteamericano.
Esta sumatoria de
factores terminó frustrando
la expectativa que pudo haberse puesto
en esta nueva cumbre mundial pensada
para mejorar la situación de
las sociedades más acosadas
por la pobreza y el subdesarrollo.
Editorial Diario Clarín
- 18 de junio de 2002
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