Una escuela de pensamiento
privilegia el crecimiento y el desarrollo
económico a cualquier precio
como guiando inexorablemente al Apocalipsis.
Otra minimiza la importancia de los
problemas ecológicos reales
que enfrentamos, o nos asegura que
algún adelanto tecnológico
espontáneo vendrá a
nuestro rescate. Ninguno de los enfoques
es útil, ni ninguno es preciso.
Nosotros los seres
humanos podemos prosperar en el futuro,
como lo hicimos en el pasado, viviendo
en armonía con nuestro ambiente
natural. Pero en el presente estamos
fallando en hacer eso.
El tema no es el
medio ambiente versus el desarrollo,
o la ecología versus la economía.
Es cómo integrar a los dos.
Ahora tenemos una
oportunidad para hacer lo correcto:
la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible,
que se inicia el 26 de agosto en Johannesburgo.
Por supuesto, una
cumbre por sí sola no cambiará
la historia. Pero yo creo que esta
cumbre será recordada por haber
marcado un punto decisivo, si ganamos
compromisos claros para cambiar y
nuevas iniciativas para hacer que
esto suceda en cinco áreas
específicas.
En primer lugar,
en la cuestión del agua. Para
salvar a más de 3 millones
de personas que mueren cada año
de enfermedades relacionadas con el
agua, debemos mejorar los servicios
de agua y saneamiento y el acceso
a ellos, encontrando nuevas fuentes
de financiación para el desarrollo
y la administración del agua.
Y para salvar a dos tercios de la
población mundial de enfrentar
serias insuficiencias de agua en las
décadas venideras, debemos
reducir el derrame y el despilfarro,
especialmente en agricultura.
En segundo término,
en el tema de la energía. Para
darle a la gente pobre una oportunidad
para escapar de la pobreza, debemos
proveer energía limpia para
los 2.000 millones de personas que
ahora la carecen. Y para asegurar
que este avance no sea acompañado
por cambios climáticos desastrosos,
debemos mejorar la eficiencia energética,
usar más energía renovable,
implementar el Protocolo Kyoto y poner
un fin a los subsidios perversos y
a los incentivos impositivos.
La tercera área
es la salud. Para salvar la vida de
millones que mueren cada año
por un medio ambiente insalubre debemos
redoblar nuestros esfuerzos para crear
un medio ambiente seguro, hacer que
la inmunización y el tratamiento
sean accesibles a todos, y aumentar
nuestra investigación sobre
enfermedades tropicales que imponen
enormes cargas humanas y económicas
en los países más pobres.
El cuarto sector
es la agricultura. Para asegurar que
la producción de alimentos
mantenga el mismo ritmo de las bocas
por alimentar, debemos encontrar maneras
de detener la degradación de
la tierra y revertir el agudo declinar
de la productividad agrícola,
especialmente en Africa. Eso significa
planear y administrar más responsablemente
el uso de la tierra, y financiar la
investigación en nuevas cosechas
resistentes a las sequías.
Finalmente, debemos
avanzar en la biodiversidad. Para
detener la galopante extinción
de especies, que tiene influencias
devastadoras para la vida humana,
debemos restringir la pesca y la tala
ilegal y debemos ayudar a la gente
que actualmente depende de esas actividades
para encontrar otras maneras más
sostenibles de ganarse la vida.
En todas estas áreas
hay cosas que podemos hacer ahora
con tecnologías ya a
nuestra disposición, que requieren
de nosotros las iniciativas correctas.
Pero la ciencia nos traerá
muchas más soluciones si hacemos
la correcta inversión en investigación.
El conocimiento ha sido siempre la
llave del desarrollo humano.
Esta agenda sonará
demasiado ambiciosa a algunos, decepcionantemente
estrecha a otros. Pero yo creo que
representa el comienzo esencial, alcanzable,
que nosotros debemos alentar, si queremos
preservar la esperanza de una vida
decente para nuestros hijos y nietos.
Kofi Annan
Secretario General de las Naciones
Unidas
Diario Clarín - 5 de julio
de 2002
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