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En
Japón, el biólogo
Katsuhijo Takedomi
recuperó viejas
variedades de arroz
y constituyó
un grupo de productores. |
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La
leche de camella,
recuperada en el desierto
de Mauritania. |
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Aunque los
premios internacionales destinados
a reconocer las investigaciones
y trabajos de campo de innumerables
personas abundan, muchos son
poco conocidos en el país.
Estos galardones aún
no tienen la repercusión
de los premios Nobel, pero suscitan
cada vez más atención
porque cuentan historias personales
pintorescas, ricas en tenacidad
individual, y soluciones revolucionarias
para pequeños grandes
problemas. Estos premios procuran
descubrir y homenajear a quienes
desde el diminuto espacio que
habitan despliegan su ingenio
y tiempo con el objetivo de
proteger desde desiertos hasta
valles fértiles; desde
la cultura de los nómades
hasta una especie animal o vegetal
en peligro de extinción,
una antigua receta de cocina,
un sistema de producción
agrícola olvidado.
Una de estas distinciones es
el Premio Rolex a la Iniciativa.
Instituido en 1976, "la
idea -según Patrick Heiniger,
director general de la empresa-
es descubrir y reconocer el
trabajo de individuos que han
dedicado su vida a la búsqueda
de sus metas, ya fuese la recuperación
de los bosques amenazados en
las montañas andinas;
técnicas innovadoras
para proteger a las ballenas;
programas de protección
a los dromedarios, o la conservación
de alimentos con procedimientos
ancestrales, por citar ejemplos."
En la décima edición
del premio, entregado en Tokio
el 23 del mes último,
el jurado recompensó
a cinco personas que están
capacitando a las comunidades
autóctonas y haciéndolas
partícipes de sus proyectos
con el fin de salvaguardar la
biodiversidad. Entre los galardonados
está Gordon Sato, biólogo
estadounidense de 80 años,
que desarrolló en Eritrea
el proyecto Manzanar, gracias
al cual los habitantes más
pobres del litoral de este árido
país africano pueden
reproducir mangle, una especie
vegetal de raíces prolongadas
y profundas que sirve tanto
para forraje como de hábitat
de peces y mariscos. Otros premiados
fueron Jorge Márcio Ayres,
ecologista forestal brasileño,
que fomenta la protección
de la mayor franja continua
de selva pluvial del mundo (involucra
a la población para que
participe en forma activa);
Dave Irvine Halliday, ingeniero
electrónico de Canadá,
cuyo interés es proporcionar
sistemas de alumbrado baratos
y de bajo consumo en hogares
y escuelas de los países
en vías de desarrollo
(su tecnología permite
iluminar una aldea rural con
menos energía que la
consumida por una bombilla convencional
de 100 vatios), y Lindy Rodwell,
zoóloga sudafricana,
que propone asegurar la conservación
de la grulla en humedales y
preservar el estilo de vida
de las personas que dependen
de la zona.
En ediciones anteriores se premió,
por mencionar un caso, a Nancy
Abeiderrahmane, ingeniera industrial
nacida en Inglaterra, que creó
Tivisky, una empresa láctea
en el desierto de Mauritania.
La compañía se
provee de materia prima de pastores
nómadas y elabora quesos
con leche de camella. Los ganadores
reciben 100 mil dólares.
Varios argentinos participaron
de este premio: Lucas Chiappe,
por el Proyecto Lemu para la
preservación de los bosques
autóctonos de la cuenca
del lago Epuyen, Chubut; Norberto
Luis Jacome, por la conservación
del cóndor andino mediante
su cría en cautiverio;
Jorge Samuel Molina Buck, por
su proyecto Reconquista del
Gran Chaco, y Jorge Restanio
por la demostración de
la posibilidad de obtener un
cambio definitivo en los hábitos
alimentarios de una población
en condiciones de desnutrición.
El Nobel
Alternativo
Un galardón
interesante, según el
Foro de Desarrollo de las Naciones
Unidas, es el Right Livelihood
Award (RLA). Conocido también
como el Premio Nobel Alternativo,
fue establecido hace 22 años
por Jacob von Uexkull, escritor
sueco-alemán, filatelista
y miembro fundador del Parlamento
Europeo.
El RLA se entrega anualmente
en Estocolmo, Suecia, un día
después del Nobel tradicional.
Creado para honrar y apoyar
respuestas prácticas
y ejemplares a los cambios más
urgentes que se enfrentan en
el presente, ha recibido hasta
el momento 700 nominaciones.
La distinción estimula
el debate sobre problemas sociales
relacionados con la justicia
y los derechos humanos, la protección
de las minorías y el
cuidado del ambiente, los avances
de la ciencia y de la tecnología
que propicien una mejor calidad
de vida.
Sólo
para ambientalistas
Con los años
recibieron el RLA, el economista
Herman Daly (promueve un cambio
profundo en la economía
convencional a partir de la
incorporación de una
visión ecológica
y ética); la Cooperativa
Japonesa de Consumo Seikatsu,
por crear una alternativa basada
en la cooperación, el
contacto humano y la sustentabilidad
ecológica, y Wangari
Maathai, bióloga kenyata,
creadora del Movimiento Cinturón
Verde que desarrolla una campaña
de plantación de árboles
para evitar la desertización
y la pérdida de fertilidad
en el país africano.
Las historias de dos argentinos
fueron enviadas al RLA en 2000:
Juan Carr, por la Red Solidaria,
y el biólogo cordobés
Raúl Montenegro, por
la actividad que desarrolla
por medio de la Fundación
para la Defensa del Ambiente
(Funam).
El Goldman Environmental es
un premio anual que se entrega
a seis individuos, de varias
regiones continentales, que
se esfuerzan para preservar
los ecosistemas y las especies
animales y vegetales en peligro.
El premio legitima esas voces
que actúan en silencio
y les provee reconocimiento
público, credibilidad
y soporte financiero. Establecido
en 1990 por Richard Goldman,
fundador de Goldman Insurance
Services en San Francisco, Estados
Unidos, y por su mujer Rhoda,
el fin es demostrar que los
problemas ecológicos
son de importancia crítica
y llamar la atención
pública mundial sobre
los mismos. La decimotercera
edición del premio fue
entregada el 22 de abril de
este año. Entre los ganadores
se encuentran tres líderes
de tribus norteamericanas que
han protegido el Refugio Artico
de las perforaciones en busca
de petróleo; Fatima Jibrell,
una musulmana que salvó
la Somalia dividida por la guerra
de la devastación que
podía provocar la tala
descontrolada de los exportadores
de carbón, y Jadwiga
Lopata, conservacionista polaca
que ideó un programa
de ecoturismo para preservar
y promover las granjas familiares
de Polonia, nación que
carece de espacios abiertos
protegidos.
En Italia, desde hace tres años
los integrantes de Slowfood,
el movimiento que intenta contrarrestar
el efecto de la llamada comida
rápida y evitar, entre
otros propósitos, la
pérdida de las tradiciones
culinarias mundiales, entregan
el premio Slowfood a la biodiversidad.
Este año lo recibieron
Boubacar Camara y Mamadou Bailo
de Foutan Djallon, Guinea, por
recuperar el soungala, un árbol
que sirve como forraje y para
preparar con sus semillas el
sintín, una bebida energizante
que comercializa la comunidad
local. También fue recompensada
la tarea de Katsuhijo Takedomi,
un ex profesor convertido en
campesino, recuperador del cultivo
de viejas variedades de arroz
(negro, rojo, verde) rastreando
en archivos del pasado. Takedomi,
biólogo, constituyó
un grupo de productores y una
línea de productos derivados
de los arroces. Movimiento que
cuenta con 70.000 integrantes
en 50 países, este año
destacó también
la labor de Dimitrios Dimos,
el hombre que logró salvar
de la extinción la antiquísima
raza Katerini de vacas y toros
de color negro o ceniciento,
y está ocupándose
de proteger las ovejas de Karystos,
los caballos de Creta y los
cochinillos negros.
La salud
de los niños
Dentro del
abanico de distinciones globales
aparece el Hannah Neil, destinado
a reconocer a personas que durante
su vida hicieron una contribución
significativa a la salud y bienestar
de los niños. Entre las
161 personalidades seleccionadas
este año está
el médico pediatra Abel
Albino, fundador en Mendoza
de la fundación Cooperadora
para la Nutrición Infantil
(Conin), dedicada a tratar el
grave problema de la desnutrición
infantil. El Hannah Neil fue
creado en honor de dos filántropos:
Hannah Neil, que en 1800 dedicó
su vida a albergar a mujeres
y niños pobres, y a Will
Kellogg, el exitoso hombre del
negocio cerealero.
La historia de cada una de estas
personas es apenas una pincelada
de los talentos y capacidades
para luchar por el desarrollo
sostenible para sus comunidades
y la salud del planeta.
Fuente: La Voz
del Interior
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