Un informe conjunto
de tres organismos internacionales
-Unicef, Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) y
la Organización Mundial de
la Salud (OMS)- señala la necesidad
de que en las políticas sanitarias
se otorgue prioridad a la solución
de los problemas ambientales que afectan
la salud de los niños, sus
víctimas más frecuentes.
Al respecto se ha verificado que las
enfermedades producidas sólo
por la degradación del agua
y la contaminación de alimentos
básicos provocan la muerte
diaria de 5500 menores, cifra que
resulta estremecedora.
El informe pone
de relieve que el deterioro de los
sistemas ecológicos que se
ha venido observando y que se revela
en la composición del agua,
el aire y el suelo, genera condiciones
para que se multipliquen patologías
que agreden especialmente a los organismos
más vulnerables, es decir,
niños menores de cinco años.
Es oportuno recordar
que tanto el agua, como el aire y
el suelo, se van contaminando por
la incorporación de elementos
extraños de carácter
tóxico o que favorecen el desarrollo
bacteriano. Ese proceso de desgaste
del medio ambiente se produce por
diversas causas, entre las cuales
se incluyen la descarga de desechos
urbanos e industriales, el empleo
de fertilizantes y pesticidas en la
producción agrícola
o bien el uso de combustibles en cuya
composición entran metales
pesados como el plomo.
Esto es bien conocido,
pero todavía se está
lejos de efectuar de modo suficiente
acciones que reduzcan o eliminen ese
proceso de deterioro. Por ello es
indispensable que crezca, amplia e
intensamente, una conciencia mundial
acerca de los riesgos mencionados,
el modo de neutralizarlos preventivamente
y, también, de generalizar
el empleo de técnicas para
el tratamiento de algunas de las afecciones
de esa naturaleza que atacan a la
infancia.
Una de los aportes
más significativos por realizar
es lo referido al cuidado del agua.
Hasta bien entrado el siglo XX pocos
advertían que podrían
llegar a ser insuficientes la renovación
y las reservas de ese elemento. Sin
embargo, el crecimiento de la población,
el mayor consumo, el uso industrial
y en centrales eléctricas,
se unieron para modificar el panorama
existente. A lo que se agregó
una continua acción contaminante
por efectos de residuos que se vuelcan,
que dañan su potabilidad y
que convierten al agua en caldo de
cultivo de agentes patógenos
letales.
También hay
que redoblar esfuerzos para preservar
la limpieza del aire, degradado por
el humo o por gases de distintas combustiones,
con su cuota residual dañina
para el sistema respiratorio. Asimismo,
se debe proteger al suelo de la acción
de agentes químicos que se
incorporan a la tierra y, a través
de ella, a la producción vegetal
que servirá de alimento.
En suma, el informe
dado a conocer y aprobado en la sesión
especial dedicada por la Asamblea
General de la UN a la infancia, recomienda
una mayor atención a la salud
de los niños, amenazada por
la degradación ambiental. Para
ello pide la colaboración de
las organizaciones no gubernamentales
en esta actividad y promueve la adopción
de prontas medidas tendientes a la
eliminación de metales pesados
en la composición de combustibles.
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