La curiosidad por
la naturaleza llevó al hombre
a preocuparse por diferenciar plantas
comestibles de venenosas, y tratar
de conocer y aprovechar semillas,
frutos, flores, tallos, hojas y raíces.
La botánica es la ciencia que
trata los vegetales. Su estudio parece
ser tan antiguo como el hombre mismo.
La civilización
china fue la primera en asentar sus
conocimientos botánicos por
escrito, unos 4.000 años antes
de Cristo, y sus habitantes desarrollaron
auténticos tratados sobre las
propiedades curativas de ciertas plantas,
distinguiendo las comestibles de las
tóxicas. A su vez, los hebreos
han dejado descripciones de unas setenta
especies.
Entre los griegos,
Empédocles descubrió
la función de la raíz
como medio de sostén y órgano
de alimentación de la planta;
Aristóteles asoció el
fruto con la reproducción de
la especie, y su discípulo
Teofrasto, autor de La Historia de
las Plantas y Las Causas de las Plantas,
asentó en esos trabajos los
resultados de sus investigaciones
sobre 455 especies iniciando, de este
modo, la botánica sistemática.
Durante el Renacimiento,
los estudios al respecto experimentaron
grandes progresos. Fue en esa época
que surgieron los primeros jardines
botánicos: colecciones sistemáticas
de plantas vivas. Con la clasificación
del naturalista sueco Carl von Linné,
en el siglo XVIII, nació la
nomenclatura actual. En su versión
abreviada, ésta consiste en
dos nombres latinos, correspondientes
al género y a la especie. Zea
mays, por ejemplo, es el nombre científico
del maíz.
Las distintas
ramas
La botánica
tiene varias ramas: la paleobotánica,
estudia los restos vegetales fósiles;
la geobotánica trata la distribución
de la flora en las distintas áreas
del planeta; la botánica pura
ordena y clasifica las plantas; y
la aplicada estudia las características
de las plantas en relación
con su empleo por el hombre. Ya en
terrenos más específicos,
la citología vegetal se ocupa
de las células; la histología,
de los tejidos; la embriología,
del desarrollo y las transformaciones
del embrión; la morfología
de las estructuras internas y del
aspecto exterior de los órganos
de la planta; la fisiología
-disciplina netamente experimental-
se ocupa de la nutrición y
la reproducción vegetal, y
la botánica descriptiva agrupa
y cataloga todos los descubrimientos.
La botánica también
tiene estrecha relación con
otras ciencias, como la geografía,
la paleontología o la química,
que resultan útiles para ampliar
y profundizar sus conceptos.
La célula
vegetal
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La
célula vegetal es como
una fábrica diminuta, allí
se producen tejidos vivos u orgánicos
a partir de nutrientes o elementos
químicos, como el oxígeno,
el hidrógeno, el carbono,
el nitrógeno, el azufre
y el fósforo.
La diferencia principal entre
las células vegetal y animal,
es que la primera está
recubierta por una membrana protectora,
constituida por filamentos de
celulosa (que hace de esqueleto
en plantas herbáceas),
denominada pared celular. En la
plantas leñosas (las que
tienen tronco), otra sustancia,
además de la celulosa,
les da rigidez: la lignina |
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La célula
es la mínima unidad fisiológica
y morfológica que compone los
tejidos de plantas y animales. Constituye
la mínima expresión
de vida, ya que nace, se alimenta,
crece, se reproduce y muere. Su estructura
consta de una masa gelatinosa, granulada
y transparente, el protoplasma, rodeada
por una cubierta muy delgada que se
denomina membrana celular. La existencia
de una pared, compuesta por celulosa,
es típica de las células
vegetales. Su función es proteger
al citoplasma. En el protoplasma se
distinguen el citoplasma y el núcleo.
El primero contiene agua y elementos
químicos precursores de proteínas,
lípidos y glúcidos.
Se divide en ectoplasma, membrana
semipermeable por donde pasan las
sustancias nutritivas, y endoplasma,
cuyas permanentes transformaciones
químicas lo mantienen en movimiento.
Contiene, además,
varios corpúsculos, cada uno
con una función determinada.
Entre ellos figuran los llamados plásticos
que se distinguen en cloroplastos,
leucoplastos y cromoplastos. En los
cloroplastos se encuentra la clorofila,
sustancia que, combinada con la energía
solar, descompone el dióxido
de carbono en oxígeno y carbono
para producir sustancias orgánicas
en la función llamada fotosíntesis.
Los leucoplastos transforman el azúcar
en almidón; los cromoplastos
son producto de la mutación
de los otros plásticos y contienen
pigmentos que dan, por ejemplo, su
color al fruto.
En el citoplasma
se encuentran también las mitocondrias,
en donde se cumple la respiración,
proceso inverso al de la fotosíntesis,
que da como resultado la obtención
de energía; los ribosomas,
que participan en la síntesis
de proteínas, y el aparato
de Golgi, también sintetizador
de proteínas y polisacáridos;
las vacuolas, que transportan sustancias
alimenticias y residuos, y otras estructuras
llamadas lisosomas, peroxisomas, microfilamentos
y microtúbulos, que cumplen
los distintos procesos vitales de
la célula.
Finalmente, rodeado
por el citoplasma se encuentra el
núcleo que está recubierto
por la membrana nuclear, y contiene
pequeñas partículas
de proteínas llamadas nucléolos.
Es en él donde se encuentran
los cromosomas, filamentos de ácido
desoxirribonucleico (ADN), portadores
de los códigos de información
genética que determinan las
características específicas
de cada individuo.
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El
núcleo ocupa el centro
de la célula. Envuelto
por la membrana nuclear,
alberga nucléolos,
formados por proteínas
y cromatina. Esta es una
retícula compuesta
por los cromosomas, base
de la transmisión
de los caracteres hereditarios. |
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Aparto
de Golgi |
Núcleo |
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Microtúbulos |
Mitocondria |
Lisosoma |
Retículo
endoplasmático
rugoso con ribosoma |
Cloroplasto |
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