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San
Martín de los
Andes, en otoño |
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A raíz
de la nota publicada por la
Senadora por Neuquén,
del Movimiento Popular Neuquino,
Luz Sapag el pasado 4 de septiembre
en el diario
Río Negro, preocupada
por la situación ambiental
de San Martín de los
Andes, creo oportuno aportar
otra visión y otro encuadre
acerca del término "desarrollo
sustentable".
Seguramente
la Senadora Sapag ha emitido
sus opiniones de buena fe, como
la mayoría de las personas
que se alarman por el cuidado
del ambiente, pero precisamente
debemos estar muy alertas porque
este concepto ha sido apropiado
por los mismos causantes del
deterioro ambiental planetario;
reciclado de tal modo, que es
imposible oponerse a los postulados
que la misma Senadora esgrime
en su artículo referido
a la situación ambiental
de San Martín de los
Andes cuando señala:
"No en vano nació
el concepto de desarrollo sustentable,
superador de la antinomia desarrollo
vs. preservación, y que
nos propone un marco viable
atendiendo al crecimiento económico,
la equidad social y la conservación
de los recursos naturales".
Y aquí
está la contradicción
del discurso, pues es incompatible
la concepción de desarrollo
con los modos de producción
que hoy se manejan en el mundo.
Ochocientos
millones de hambrientos, 1.200
millones de personas en pobreza
extrema, 854 millones de adultos
analfabetos y 2.400 millones
de personas sin saneamiento
básico. Cuarenta millones
de enfermos o contagiados por
el virus del SIDA, dos millones
de muertos por tuberculosis
y un millón por malaria
cada año. Once millones
de niños menores de 5
años morirán este
año por causas evitables.
Esto, además de ser un
crimen, es la consecuencia del
"desarrollo".
La idea fue
desvirtuada desde que sus promotores
la instalaron, toda vez que
esta frase implicaba el abordaje
de tres áreas fundamentales:
el crecimiento económico,
la reducción de la pobreza
y el cuidado de los ecosistemas.
En la provincia
del Neuquén es notorio
que estos tres pilares no se
compatibilizan con la realidad.
¿Quiénes crecieron?
Los grupos económicos
concentrados que tienen en el
Gobierno Provincial su aliado
y testaferro. Basta con analizar
las palabras del Gobernador
Jorge Sobisch - discípulo
ideológico de Carlos
Menem - cuando señaló
hace muy pocos días que
los créditos a la producción
y las tierras para adjudicar,
se darán a quienes puedan
pagarlos y si son amigos mejor.
Esta frase puede hacer comprender
mejor las contradicciones del
discurso oficial que colisionan
con el estado de pobreza, exclusión
y nulo crecimiento para más
del 60% de la población
neuquina. Paradójicamente,
una de las provincias más
ricas del país.
La Constitución
de la Provincia del Neuquén
establece claramente la reforma
agraria. Esto es: la tierra
para quien la trabaja y no para
un reducido grupo de empresarios
amigos, funcionarios y ex funcionarios
del Gobierno como lo es hoy.
Las políticas
neoliberales la economía
de ajuste y exclusión,
no redujeron la pobreza, al
contrario. Y si hay algunos
indicadores inferiores en los
últimos días,
no son por haber puesto en marcha
el aparato productivo, sino
por el tejido prebendario de
los planes sociales: único
marco de contención para
intentar detener el estallido
social, tal y como dan los guarismos
en el resto del país
por esta misma causa.
El Gobierno
habla de impulsar la productividad
y la ex escuela Emeta de Plottier,
donde se supone saldrán
los técnicos en producción
animal y vegetal, se debate
agónicamente obligando
a los alumnos, por solo citar
un ejemplo, a pagar su almuerzo
dado el régimen de jornada
completa y no aportando las
partidas necesarias desde que
se transformó en EPEA
(Escuela Provincial de Enseñanza
Agropecuaria).
¿Cuidar
el ambiente? ¿Quiénes
contaminan? ¿De donde
provienen las mayores emisiones
que lejos de disminuir, han
aumentado un 9 por ciento, y
en el país más
contaminador un 18 por ciento?.
En Neuquén el Ente Provincial
de Agua y Saneamiento, arroja
desde hace muchos años
los vertidos cloacales al Río
Limay desde su planta de tratamiento
en la calle Tronador de esta
capital. La vecina provincia
de Río Negro, sufre este
flagelo desde hace 80 años.
A la provincia
de Neuquén, le sobra
agua, si cabe el término.
Plena de ríos con agua
de deshielo y lagos por doquier.
Pero el negocio del agua envasada
para consumo humano está
a la orden del día .
En un mundo,
donde solo el 3% del agua es
dulce, donde la próxima
guerra será por la tenencia
del vital elemento, lo que hacen
tanto el Gobierno Provincial
como Municipal, no solo es canallesco
y constituye delito, sino que
demuestra el desprecio por la
vida humana de quienes tienen
la obligación de cuidar
y preservar los recursos.
El Gobierno
Nacional ha iniciado aparentemente
el camino para revisar las empresas
privatizadas. El aliado estratégico
del Gobierno Neuquino como la
califican a Repsol, no solo
es responsable de incontables
daños ambientales, sino
que su crecimiento económico
es inversamente proporcional
al empobrecimiento de la población.
Cuando la
alianza estratégica se
da con los grupos de poder y
no con el pueblo, es inviable
el desarrollo sustentable.
Es con el
desarrollo del valor de cambio
en detrimento del valor de uso,
cuando un nuevo modo de producción
y acumulación, que tratando
a la naturaleza como renta y
no como un bien, comenzará
a generar productos y residuos
no degradables. Incluso, que
aumente los niveles de productividad
en un país, no determina
la equitativa distribución
de la riqueza.
Si la naturaleza
es un bien y lo que nos provee
es la renta, entonces hay algo
aquí que no funciona
pues el modo actual de producción
capitalista, solo apunta a la
obtención de la máxima
ganancia, expoliando a la naturaleza
y por ende condenado a miles
de millones de habitantes a
un genocidio paulatino.
No es lo
mismo desarrollo que calidad
de vida. Los aspectos sociales,
económicos, laborales,
salud, educación, son
las variables para determinar
lo más aproximadamente
posible, por donde pasa el verdadero
progreso. El hambre, las enfermedades
evitables, la riqueza acaparada
en manos de unos pocos, la impunidad
a que son sometidos millones
de seres en todo el mundo por
esta misma situación,
las condiciones de trabajo alienado,
vida aglomerada en las grandes
ciudades, falta de espacios
verdes, insuficiencia de tiempos
para el ocio y la recreación,
ausencia de posibilidades de
estudio y logros intelectuales
como creativos, son situaciones
que colisionan con el discurso
del desarrollo sustentable.
Mientras
tanto hablar de sustentabilidad
seguirá siendo una hipócrita
falacia.
Antonio Miglianelli
Ecólogo Social
rmiglianelli@ecologiasocialnqn.org.ar
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