Es innegable lo importante
que es preservar los recursos naturales,
pero prioritariamente éstos deberán
estar al servicio del hombre. Una política
conservacionista a ultranza que contribuya
al aumento del hambre, la miseria, no
es éticamente sostenible ni aceptable.
Los economistas determinan como anda
el país en base a su PBI: el
valor monetario de todos los bienes
y servicios finales que produce en
un año. Calculan el valor agregado
que cada sector de la actividad económica
adiciona a lo que produjo el anterior
(en la Argentina cada vez hay menos
para calcular, nos dedicamos a producir
sólo "commodities").
Pero ¿qué no calculan
los economistas? Se excluye un factor
muy importante no ponderado en todos
estos cálculos: "el costo
ambiental de esa producción".
En otras palabras, cuánto se
perdió ambientalmente; por
ejemplo cuánto se perdió
en calidad de suelos agotados por
los trabajos de laboreo realizados,
cuánto en biodiversidad por
las talas efectuadas, especies que
se pierden, muchas de ellas sin estar
estudiadas aún, sin conocerse
sus propiedades y la utilidad que
luego pueda darles el hombre.
Y esto hace al capital social que
tiene un país: ¡se debe
valorar!.
En lo que respecta a la industria,
por ejemplo, cuando se calcula el
valor del producto obtenido, se omite
cuánto se pierde con la contaminación
de los cursos de agua donde arroja
sus efluentes, agua que no se puede
luego utilizar, provoca problemas
sanitarios en la población
y en la fauna y la flora. Tampoco
se considera la contaminación
del aire con sus chimeneas que exhalan
humos tóxicos. Todo esto representa
un costo que tiene la población
y que la economía no calcula
¿por qué?.
Ningún economista, hasta hoy,
se ha dedicado a buscar un valor real
a los recursos naturales, ni la incidencia
en el PBI. Es lo que algunos denominan
"El Pasivo Ambiental". El
Lic. Alberto M. Bertona, Director
Coordinador del MAE explica: "Cuando
hablamos de pasivo ambiental nos referimos
a una deuda. De la misma forma que
en economía, un pasivo ambiental
es una deuda que se tiene por efecto
de una determinada degradación
en alguno de los componentes del ambiente
y que en algún momento deberemos
erogar o utilizar energía para
solventar esa deuda."
Yo cuido, tu cuidas, ellos aprovechan
Desde la histórica reunión
de Estocolmo en 1972, los países
se han reunido preocupados por los
temas ambientales, pasando por la
Eco Río 92, la Cumbre que juntó
(previo a Johannesburgo) la mayor
cantidad de estadistas del mundo que
tenga noticias nuestra civilización,
se sigue hablando de preservar el
Planeta, pero cuando hay que tocar
el tema económico, toda buena
intención se desvanece. Los
países ricos - principalmente
EE.UU.- no están dispuestos
a sacrificar su "status"
para proteger la naturaleza. Es conocida
su posición cuando hay que
firmar protocolos o acuerdos internacionales,
como los de biodiversidad, cambio
climático, bioseguridad, y
otros no menos importantes, no lo
firman, es más se "esfuman"
de la escena, como los recursos que
ellos explotan en los países
subdesarrollados.
Pese a todo se continúa con
la muletilla del "desarrollo
sustentable o sostenible". Pero
¿entiende la mayoría
de las personas esta frase?
Para hacerlo sencillo, diremos, como
ejemplo: un recurso renovable se explota
sustentablemente cuando la tasa de
renovabilidad y la de explotación
son iguales. En otras palabras, cuando
se extrae de la naturaleza tanto o
menos de lo que ésta genera.
Una forma en que se podrían
proteger los recursos naturales de
los países pobres sería
aumentando el valor de venta de los
mismos. El problema de esta medida
es que se castigaría también
a los que participan de toda la cadena
de producción y elaboración,
y en este momento de angustia económica
de los argentinos pensar en ello es
perverso. Pero esto no significa propiciar
la inacción. La educación
proveerá la solución.
La educación deberá
formar solucionadores de problemas
En publicaciones anteriores comentábamos
la importancia de la inclusión
de conocimientos ecológicos
en forma transversal en todas las
ciencias, desde la enseñanza
formal del primario a las universidades,
no dejando de lado la enseñanza
no formal e informal que pueda recibir
toda la población, tendiendo
a una buena formación de los
recursos humanos, logrando la transferencia
de tecnologías, conociendo
los problemas ambientales, retornando
a la solidaridad, al asociativismo,
respetando la democracia.
Con conocimientos adecuados a ésta
época, por ejemplo, se podrá
revertir la actual tendencia errática
de la producción agropecuaria.
Debemos proveer a los productores
rurales el insumo que más necesitan:
el conocimiento, porque este sí
les permitiría hacer una agricultura
mucho más eficiente; y gracias
a esta solución realista, volverse
mucho menos dependientes y vulnerables
a aquellos factores externos que están
fuera de su alcance y manejo.
De no revertir esta situación
continuaremos premiando ineficiencias
con subsidios. Y de lo que se trata
es de reemplazar estas ayudas por
conocimientos.
Carlos U. Leoni
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