La relación
entre el adecuado uso de la energía
y el desarrollo parece evidente. Pero
la pregunta que se plantea inmediatamente
es: ¿Cómo debe ser ese
uso adecuado?
Alguien podría pensar, en
un primer momento, que el uso considerado
como convencional en
los países del Norte podría
ser la respuesta, pues parece que
ha sido el que nos ha llevado al actual
estado de bienestar. Sin embargo,
cada vez hay más unanimidad
a la hora de reconocer que ese modelo
es una de las claves fundamentales
de la insostenibilidad de todo el
sistema, en el que la energía
es sólo una de las piezas.
Aunque en los países del Sur
se sigue un modelo totalmente diferente,
éste tampoco se libra de la
etiqueta de insostenible y con la
desventaja añadida de que ofrece
muy pocas ventajas de cara a cualquier
tipo de desarrollo por su bajísima
eficiencia.
Las cifras sobre el futuro de la
demanda energética, así
como los problemas actuales que plantea
sobre la salud y el medioambiente
son escalofriantes. La falta de energía
y su inadecuada generación
causan importantísimos problemas
de salud en los países más
pobres del planeta. Estos problemas
están asociados a la ineficacia
en la producción alimentaria
(por falta de maquinaria o malgasto
de fertilizantes naturales como combustible,
entre otras causas), la degradación
medioambiental (desertización
por abuso de utilización de
leña en el ineficaz sistema
de fuegos abiertos, o inundación
de territorios), gran esfuerzo de
recolección del combustible
(leña cada vez más dispersa
y lejana), intoxicaciones (por exceso
de CO2 y otros gases nocivos en las
viviendas, y sobre todo por quema
de materiales muy tóxicos en
grandes ciudades) Así mismo
contribuyen a frenar el desarrollo
económico y social de estos
países principalmente por la
cantidad de tiempo que se malgasta
en una generación ineficaz
y por los graves problemas de género
dado que las mujeres son las que principalmente
pierden su tiempo y salud en el uso
primario de la energía de una
manera inadecuada.
Hoy en día casi nadie pone
en duda que el acceso a la electricidad
y otras fuentes modernas de energía
para la climatización, cocina,
transporte, industria, o sanidad,
es necesario. Una generación
y un uso racional de ella se hace
por tanto indispensable. No obstante,
no debemos olvidar que el acceso a
la panacea energética no garantizaría,
por si solo, la solución a
la pobreza y a otros grandes males
de la humanidad.
Si reconocemos esta situación
veremos rápidamente que, como
en otros aspectos del desarrollo,
nos encontramos con 2 grandes frentes
de trabajo: los países del
Norte y el trabajo de concienciación
y educación para paliar el
abuso en el uso de la energía
y la contaminación; los países
del Sur y el trabajo de cooperación
al desarrollo teniendo en cuenta la
escasez de energía.
En los países del Norte existen
soluciones que están demostrando
poco a poco su éxito. La producción
de electricidad a gran escala aprovechando
energías renovables mediante
parques eólicos y plantas modernas
de biomasa es una realidad.
Por otro lado, se está llevando
a cabo una gran mejora de los sistemas
renovables de producción de
electricidad a pequeña escala,
mediante paneles solares, pequeños
aerogeneradores, sistemas de regulación
y almacenamiento de la energía
generada, que va a contribuir notablemente
a la introducción de las energías
renovables en los países del
Sur.
La educación y la búsqueda
de apoyo a estas energías en
los países del Norte ayudaría
no solo a la solución de los
problemas de éstos, sino también
a abrir las puertas de las futuras
soluciones a los problemas de los
países más atrasados
del Sur. Las soluciones técnicas
están ahí, se hace necesaria
ahora una mayor voluntad política
que lidere el proceso de cambio de
los modelos energéticos, apoyada
por los que nos dedicamos al desarrollo.
En cuanto al Sur, no debemos caer
en la trampa de pensar que su gestión
energética es más amable
y acorde con el ser humano y el planeta
por el mero hecho de tener menos necesidades.
Tenemos que ser realistas y reconocer
su creciente demanda energética
y la necesidad de intentar idear soluciones
sostenibles. Las renovables podrían
ser una solución idónea
e inmediata para muchas zonas rurales,
mientras que para las grandes aglomeraciones
urbanas esta solución tardará
más en llegar salvo que se
adopten importantes medidas políticas
por los Estados.
No obstante, las soluciones técnicas
están muy avanzadas y esto
es un gran paso. Deberíamos
ayudar también a comprender
que la aplicación de los sistemas
energéticos renovables no sólo
va a ayudar a solucionar los problemas
de salud y de sostenibilidad medioambiental,
sino que además aporta algo
tan importante como la independencia
energética debido a que se
realiza un aprovechamiento de recursos
autóctonos como el sol, el
aire, el agua o los cultivos locales.
Imaginemos la cantidad de conflictos
que se podrían evitar al desaparecer
la dependencia de otros países
o regiones para la generación
de la energía.
Estamos sin duda en la era de las
energías renovables, con la
eólica a la cabeza. El futuro
se augura aún más prometedor
con el desarrollo de biocombustibles
y la capacidad de almacenamiento de
la energía renovable producida
en pilas de Hidrógeno.
Ignacio Oficialdegui
Técnico en Recursos Energéticos
EHN
Vocal de Junta directiva de Médicos
Mundi
Agencia de Información Solidaria
navarra@medicusmundi.es
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