En el año
2001 la Unión Mundial para la
Conservación (IUCN) cifró
en 11.046 el número de especies
de animales y plantas de todo el planeta
que se encuentran amenazadas, algunas
de ellas con una extinción muy
próxima como el oso panda gigante.
El ritmo de desaparición de especies
es cincuenta veces mayor por la intervención
humana, incluso llegan a extinguirse
especies que ni siquiera se han descubierto.
La caza masiva ilegal y el cambio
climático están llevando
a la destrucción de hábitats
únicos con la consiguiente
pérdida de los animales que
viven en estas zonas. Tigres, gorilas,
tortugas u osos son animales cada
vez más frecuentes en zoológicos,
como exposición, y no en libertad
como les corresponde.
Las ballenas son una de las especies
con mayor riesgo. A los anteriores
peligros que afectan a todas las especies
se han unido los sonares de los barcos.
Se ha demostrado que sonidos de tan
baja frecuencia han provocado cambios
en sus rutas migratorias, disminuciones
en las vocalizaciones de cachalotes
y ballenas jorobadas, perdiendo de
esta manera su lenguaje, y han inducido
una variedad de efectos en los comportamientos.
A largo plazo afecta a su reproducción
y alimentación. El ruido, que
disminuye su habilidad de ecolocalizar,
pone en peligro directamente su supervivencia.
En el año 1996 doce ballenas
jorobadas murieron varadas en las
playas de Grecia a raíz de
unas pruebas militares de la OTAN
que posteriormente impidió
el análisis de estos cetáceos.
En el año 2000, Estados Unidos
realizó unas pruebas con un
sonar de alcance medio en las cercanías
de las Islas Bahamas. El resultado:
dos delfines y dieciséis ballenas
varadas, de las cuales ocho murieron.
En las necropsias se descubrieron
hemorragias cerebrales y daños
en el oído a causa directa
de la exposición a poderosas
intensidades sónicas. El pasado
septiembre casi dos decenas de zifios
-una especie de cetáceos similar
al delfín- vararon en las playas
españolas de las Islas Canarias,
la mayoría muertos. Enfrente
de estas costas se encontraban 32
buques de superficie (fragatas, corbetas,
cazaminas y patrulleros) y seis submarinos
inmersos en unas maniobras militares
de la OTAN.
Estas "coincidencias" no
parecen suficientes para abandonar
determinados entrenamientos militares
en algunas zonas vitales para ciertas
especies animales. Por desgracia estos
sucesos son sólo el comienzo.
El pasado 18 de julio el gobierno
de George Bush hizo oficial el inicio
del uso de un sonar de baja frecuencia.
Este mecanismo emite las mismas frecuencias
que las grandes ballenas con la consiguiente
desorientación que conlleva
para ellas. Se estima que las consecuencias
para los animales acuáticos
van a ser mayores que las conocidas
hasta el momento. Animales como la
ballena azul, el animal más
grande que ha existido en la Tierra,
puede reducir aún más
sus 1.260 ejemplares. En el año
1966 el número de ballenas
jorobadas era de 125.000. En la actualidad
sólo se conservan 7.000, y
con el sonar norteamericano se prevee
que esta cifra se vaya reduciendo
paulatinamente.
Conocidos por sus pieles y sus presuntas
virtudes curativas, los tigres han
ido abandonando la jungla asiática
en jaulas y frascos. En la actualidad
hay más tigres en zoológicos
que en su hábitat natural,
unos 5.000. En China y el Sudoeste
asiático se cree que el mejor
vigorizante que se puede encontrar
es un polvo compuesto por astas de
ciervo y huesos de tigre triturado.
Para la artritis, el mejor remedio
es rótula de tigre macerada
en alcohol. Nosotros nos reímos
de semejantes recetas, pero 1.200
millones de personas no. El tráfico
de este animal mueve al año
millones de dólares. Un tigre
muerto se cotiza en Asia en 7.000
dólares, sólo su piel
5.000 y el consumidor llega a pagar
por un kilo de hueso más de
2.000 dólares en el mercado
de Beijin o Jakarta.
Dentro de 20 años los niños
se referirán a los gorilas
como un mito, una leyenda, ya que
sólo los verán en las
fotos de los libros y se harán
una pequeña idea de lo que
fueron. Los tigres, con la vistosidad
de piel representarán un dibujo
animado. Cuando pregunten por las
llamadas tortugas milenarias, se les
explicará que el hombre acabó
con miles de años de vida en
dos siglos. Pero pocos parecen alarmarse
ante la mayor destrucción de
vida natural en los millones de años
del planeta.
Christian Sellés
Periodista
Agencia de Información Solidaria
chselpe@yahoo.es
|