El pasado 11 de abril
el Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA) presentó
un plan para generar energía
eléctrica a partir de energía
geotérmica en África Oriental.
Durante la reunión celebrada
dentro de la Semana de la Energía
Geotermal en Nairobi (Kenia) expertos
del gobierno, científicos, ingenieros
y representantes del sector privado
de diez países de la región
establecieron un objetivo realizable
pero que supone un desafío:
desarrollar 1000 megavatios de energía
geotermal en África Oriental,
el equivalente a las necesidades de
electricidad de varios millones de personas
en la región en el año
2020.
Según un informe del PNUMA,
la energía geotérmica
es una prometedora fuente de
energía renovable, cuyo potencial
hasta el momento ha permanecido en
gran medida sin ser explotado,
y prácticamente desconocido.
La energía geotérmica
trata de aprovechar el calor desprendido
por la tierra para obtener energía
eléctrica con la ventaja de
que es una fuente limpia, fiable,
renovable, disponible y casi ilimitada.
Y a diferencia de la energía
hidroeléctrica o de los combustibles
fósiles, no es vulnerable a
las sequías, propensa a las
fluctuaciones impredecibles de los
precios del mercado ni contribuye
al efecto invernadero.
La capacidad mundial de generación
de energía eléctrica
a partir de fuentes de energía
geotérmica puede alcanzar los
11.000 megavatios en el año
2005. Sin embargo, las estimaciones
realizadas por los expertos de la
International Geothermal Association
señalaban en el año
2000 que la energía generada
a partir de este recurso energético
representaba menos del 0,25% del potencial
mundial.
Este dato es especialmente relevante
si tenemos en cuenta algunas regiones
del planeta. La geotermia ofrece la
posibilidad de cubrir las crecientes
necesidades energéticas de
países en desarrollo y además
de una manera compatible con el medioambiente.
Según explica Burkhard Sanner,
geólogo de la Universidad de
Giessen y presidente de la Asociación
Geotérmica Alemana, "muchos
países en desarrollo están
en zonas geotérmicamente muy
activas y mediante plantas termoeléctricas
especiales se puede aprovechar este
calor para la producción de
electricidad".
Por eso el caso de Kenia, por sus
características geotérmicas,
es especialmente representativo. Este
país africano, pionero de la
energía geotérmica en
la región, sólo genera
57 megavatios de electricidad a partir
de esta fuente, según el PNUMA.
En cambio, aproximadamente el 50%
de su energía proviene de cinco
plantas hidroeléctricas situadas
sobre el curso del río Tana.
En el año 2000, después
de dos años de sequía,
Kenia sufrió continuas restricciones
de energía y los apagones fueron
frecuentes. Las reservas acuíferas
del país se habían visto
seriamente afectadas y con ello la
capacidad para producir energía.
Parece claro que Kenia necesita diversificar
sus fuentes de energía para
reducir los efectos que la sequía
tiene sobre el suministro de energía
a medio y largo plazo. Kenia y África
necesitan energía. Y en este
punto, la energía geotérmica
se presenta como la alternativa ideal
en esta región.
Según el PNUMA, la energía
geotérmica en África
permanece subdesarrollada a pesar
de su ingente potencial, principalmente
por el alto costo inicial requerido
para evaluar la viabilidad comercial
de la fuente geotermal y el proyecto
e implementación de la planta.
El coste inicial ronda entre los 2000
y 5000 dólares por kilovatio
que se quiera producir, por lo que
la inversión a realizar queda
casi siempre muy lejos de las posibilidades
de estos países que son los
que más necesidad y mejor aprovechamiento
podrían efectuar.
Ahí radica el problema fundamental.
Según John Garrison, miembro
del Consejo para la Energía
Sostenible, las naciones africanas
son percibidas como de alto riesgo
por la comunidad financiera internacional.
Las empresas del Norte tienen miedo
de que invertir en África no
sea rentable. Al fin y al cabo sólo
estarían ayudando a 450 millones
de personas.
Con la llegada del nuevo presidente
keniata elegido en diciembre de 2002,
la situación económica
ha comenzado a mejorar. Emilio Mwai
Kibaki se comprometió a luchar
contra la pobreza y la corrupción
y sus promesas electorales han comenzado
a dar sus frutos. Naciones Unidas
extenderá su presencia en el
país con más inversiones
y el Fondo Monetario Internacional,
después de retirar sus ayudas
al país en 2001 como consecuencia
de la pasividad del antiguo gobierno
en la lucha contra la corrupción,
se ha comprometido a un pronto
recompromiso con Kenia.
Kenia y África necesitan explotar
una nueva fuente de energía
que por lo menos cubra sus necesidades
y que sea sostenible, ecológica
y a medio plazo barata, sobre todo,
barata. Aunque todos estos esfuerzos
serán baldíos si no
van acompañados de medidas
que reparen la expoliación
que durante décadas ha sufrido
el continente a manos de los países
ricos.
Jacobo Quintanilla
Periodista
Agencia de Información Solidaria
jacoboquintanilla@hotmail.com
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