La multinacional
General Motors (GM) presentó
en la Feria del Automóvil de
París de principios del mes de
octubre un nuevo modelo propulsado por
hidrógeno desarrollado prácticamente
en Europa. El Hy-Wyre cuenta con un
sistema de almacenamiento de hidrógeno,
una pila de combustible y un motor eléctrico
que es el encargado de impulsar el coche.
No es la primera iniciativa de este
tipo realizada por las multinacionales
del motor. El año pasado BMW
ya presentó su primera flota
de vehículos a base de hidrógeno.
También este año Opel,
la marca europea de GM, ha lanzado un
modelo impulsado por hidrógeno,
el Zafira Hidrogen 1.
Los principales fabricantes de automóviles,
entre los que también se encuentran
Daimler Chrysler y Ford, han destinado
ya más de 2.000 millones de
dólares al desarrollo de motores
alimentados con hidrógeno y
se espera que en pocos años
salgan a la carretera los primeros
vehículos producidos en serie.
El hidrógeno es el elemento
más básico y presente
del universo, y por tanto, uno de
los más baratos.
Jeremy Rifkin es presidente y fundador
de la Foundation on Economic
Trends, que estudia las tendencias
económicas actuales, consultor
de jefes de Estado y de empresas en
todo el mundo, y considerado una de
las 150 personas más influyentes
en la planificación de políticas
gubernamentales estadounidenses. Rifkin
habla del paso de una civilización
basada en el petróleo a la
era del hidrógeno, hecho
que marca igualmente una diferente
perspectiva ante las futuras políticas
energéticas que desarrollarán
Europa y EE.UU. La Unión Europea
(UE), emprendiendo una política
a largo plazo para abandonar los combustibles
basados en el carbono y adentrarse
en la era del hidrógeno y,
los EE.UU., eternamente a la búsqueda
del monopolio mundial del petróleo.
En la Cumbre Mundial de Johanesburgo,
la UE ya presionó para alcanzar
el objetivo del 15% de energía
renovable para todo el mundo en 2010,
además de haber establecido
previamente su propio objetivo interno
del 22% de energía renovable
para la generación de electricidad.
No hubo debate. EE.UU. se opuso frontalmente
a esa iniciativa.
Para Rifkin, si la invasión
de EE.UU. (sobre Irak) lograra liberar
los campos petrolíferos, EE.UU.
disfrutaría de una posición
más estratégica para
influir enel Golfo Pérsico,
rico en petróleo, y contrarrestar
la influencia saudí en la región,
primer productor de petróleo
y poseedor de las reservas más
importantes, por lo que, al parecer,
cualquier esfuerzo sobre energías
renovables estaría demás.
En el mundo cada día se consume
una energía equivalente a 210
millones de barriles de petróleo.
El 75% de estas necesidades energéticas
se cubren con la quema de combustibles
fósiles (petróleo, gas
natural y carbón), responsables
además de la contaminación
atmosférica causante del cambio
climático. EE.UU. produce sólo
el 12% de la producción mundial
de petróleo pero consume el
25% y es el responsable directo de
la cuarta parte de las emisiones de
CO2 con tan sólo el 4% de la
población. Con el ritmo actual
de producción, EE.UU. tiene
crudo para 11 años, pero si
tuviera que producir todo lo que consume
sólo tendría para 4.
Los principales petrogeólogos
discrepan sobre el momento exacto
en que la producción mundial
de petróleo tocará techo,
que será cuando se hayan utilizado
la mitad de las reservas petrolíferas
conocidas y del petróleo que
está previsto descubrir. Rifkin
señala que la mayoría
de las estimaciones sitúan
ese momento sólo dentro de
20 ó 30 años, y cuando
éste se produzca, dos tercios
de las reservas petrolíferas
restantes se encontrarán en
Oriente Próximo, una de las
regiones más inestables desde
el punto de vista geopolítico,
y donde actualmente se encuentran
el 65% de las reservas mundiales.
Como ya hemos visto, el crecimiento
de la demanda energética en
EE.UU. no puede compensarse con la
producción propia, por lo que
a nadie debiera extrañar que
el presidente Bush haya señalado
Alaska como próximo foco para
sus prospecciones, a pesar de que
sólo lograría cubrir
el 1% de la producción total
mundial, y a Irak como nuevo escalón
en la guerra contra el terrorismo,
en un paso más en su búsqueda
desesperada por asegurarse el acceso
al petróleo.
Corea del Norte, por su parte, ha
desprecintado los reactores nucleares
que la ONU cerrara en 1994. Pero EE.UU.,
de momento, salvo una amonestación
verbal del Secretario de Estado Donald
Rumsfeld, no ha movido ficha. La cuestión
es que el régimen de Kim Jong-Il
no tiene petróleo y es completamente
dependiente de las importaciones.
En los siete primeros meses de este
año ha comprado más
de 472 millones de barriles por una
suma superior a los 12.000 millones
de dólares.
La UE y EE.UU. caminan en dos sentidos
opuestos. Del ocaso de los combustibles
fósiles, a la reafirmación
de la cultura del petróleo.
La revolución del hidrógeno
es la respuesta necesaria al agotamiento
y superación del modelo energético
actual, además de una búsqueda
ineludible de fuentes renovables,
más limpias e inagotables,
a pesar de que aún existan
gobiernos empeñados en negar
esa realidad. El ahorro de los combustibles
fósiles, un uso más
racional de la energía y, sobre
todo, la investigación y desarrollo
de energías renovables serán
la garantía más segura
para nuestro futuro. La revolución
del hidrógeno será el
colofón de este proceso y el
principio del fin del modelo basado
en los hidrocarburos.
Jacobo Quintanilla
Periodista
Agencia de Información Solidaria
jacoboquintanilla@hotmail.com
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