Centenares
de especies animales se encuentran
en la actualidad en serio peligro
de extinción. Mamíferos,
aves y primates son los principales
perjudicados. Las razones básicamente
son tres: la caza, la captura
y la introducción de
especies no autóctonas.
Ninguna de estas acciones es
natural, todas son ejecutadas
por la violenta mano del hombre.
En muchas ocasiones el destino
final de estas actividades es
el tráfico ilegal de
animales.
Tras las drogas
y las armas, el comercio ilícito
de animales es la tercera actividad
de delincuencia en el mundo
en movimientos de dinero. Las
Naciones Unidas cifran entre
5.000 y 10.000 los millones
de dólares que este tipo
de negocio mueve al año.
Sólo en Brasil se estima
en 12 millones el número
de animales víctimas
del contrabando de especies.
Los
principales destinatarios normalmente
son coleccionistas de animales
exóticos, zoológicos
caracterizados por la paradoja
de mostrar la vida salvaje en
cautividad y ricos caprichosos
que quieren poseer abrigos de
pieles o colmillos de marfil
adornando sus casas.
En 1973 se
firmó el primer tratado
internacional en contra de esta
práctica. La Convención
sobre el Comercio Internacional
de Especies Amenazadas de Fauna
y Flora Silvestres ha sido ratificada
por 123 países. Pero
desde entonces las medidas tomadas
han sido insuficientes y las
penas a los detenidos ínfimas.
A pesar de
que en 1990 se prohibió
la caza en todo el continente
africano del elefante, al año
se matan 70.000 ejemplares,
con un comercio cercano a las
mil toneladas de marfil. Caso
similar es el del rinoceronte,
tanto blanco como negro, que
ve como se reduce su número
por el comercio de su cuerno
al que se le considera afrodisíaco.
En México
uno de cada cinco cargamentos
de exportación de flora
o fauna inspeccionados por el
departamento de aduanas es ilegal.
Desde 1995 se han encontrado
más de 70.000 ejemplares
de animales exóticos
cuyo comercio ha sido prohibido.
Los traficantes de especies
falsifican documentos oficiales,
pagan sobornos y hasta llegan
a hacer declaraciones aduaneras
fraudulentas. Todo vale.
Existe una
clara división entre
los países que participan
en estos negocios. Hay una serie
de países exportadores,
principalmente de América
Latina y África, y una
serie de compradores, normalmente
pertenecientes a América
del Norte, Europa y Asia. Un
coleccionista chino es capaz
de pagar hasta 3.000 dólares
por un cuadro de alas de mariposa.
Brasil, el
país con mayor biodiversidad
del mundo, es el más
perjudicado con estas actividades.
Un 20% del total de animales
con los que se trafica provienen
allí. El 20 de julio
de 2001 tuvo lugar en Brasilia
la Conferencia sobre el Comercio
Ilegal de la Fauna Silvestre.
El arare azul de lear es el
ave brasileña más
amenazada. Uno de los pájaros
más bellos, con una viveza
de colores sin igual que llega
a alcanzar un precio de hasta
60.000 dólares. Por un
tucán brasileño
se pagan 7.000 dólares
en Estados Unidos.
Se estima
que sólo uno de cada
diez animales con los que se
comercializa llega al destino
final. Las condiciones de transporte
son aterradoras; escondidos
para no ser descubiertos estos
animales apenas pueden respirar.
Las empresas
farmacéuticas también
contribuyen a acabar con las
especies amenazadas. Por unos
pocos centavos de dólar
adquieren todo tipo de animales
para investigar, ya sea como
"conejillos de indias"
o como fuente de materias primas.
Esta biopiratería disfrazada
como investigación científica
tiene su ejemplo en Marc von
Roosmalen. En julio de 2002
fue apresado en Manaos con cuatro
monos ilegales tras dieciséis
años de investigador
del Instituto Nacional de Pesquisas
de la Amazonia.
La clave para
acabar con estas atrocidades
reside en la educación.
Hay que inculcar a las personas
que la naturaleza es una fuente
de riqueza de todos. No se pueden
enriquecer unos pocos de ella
y agotar todos sus recursos
mediante la violación
de leyes y normativas. Los animales
no están a disposición
de los seres humanos sin más.
El consumo debe ser exclusivamente
el necesario, ya que con control,
todos los recursos naturales
son renovables. La herencia
natural es algo de lo que debemos
orgullecernos y debemos tener
la opción de contemplarla,
no de recordarla.
Christian Sellés
Periodista
Agencia de Información
Solidaria
chselpe@yahoo.es
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