"Debemos acabar con la adicción al petróleo”, dijo George W. Bush en un
Mensaje a la Nación. Pero no estaba pidiendo a la población que
utilizara menos combustible. Al contrario, lanzó la “Iniciativa de
Energías Avanzadas”, que aumenta el presupuesto federal en un 22% para
volcarlo a la investigación de tecnologías de energía “limpias”. Esto
incluye los biocombustibles, como el etanol y el biodiesel, que se
obtienen de aceites de cultivos agrícolas convencionales (como soja y
maíz) u otras oleaginosas (en especial palma aceitera), caña de azúcar
u otros cereales.
Frente al problema del calentamiento climático provocado por la enorme
emisión de carbono, los gobiernos de los países industrializados no se
plantean reducir la demanda sino que tratan de arreglarlo por el lado
de los suministros. La sustitución de petróleo por biomasa implica la
ocupación de enormes extensiones de tierra con monocultivos.
La Unión Europea desea que a finales de 2007, un 2% del uso del
combustible que ahora utiliza provenga del biodiesel, subiendo a un 6%
para 2010 y a un 20% para 2020. Pero es muy poco probable que dedique
sus suelos a este tipo de cultivos: el costo del biocombustible es
bastante más bajo si los cultivos energéticos se producen en otros
países. Y no solo por el costo. Como señala el periodista británico
George Monbiot: “Para mover nuestros coches y autobuses con biodiesel
se requerirían 25, 9 millones de hectáreas. Existen en el Reino Unido
5,7 millones de hectáreas. Si esto sucediese en toda Europa, las
consecuencias sobre el suministro de alimentos serían catastróficas: lo
suficiente para inclinar la balanza de ser excedentarios a ser
deficitarios netos. Si, como algunos ambientalistas reclaman, esto se
tuviese que hacer a escala mundial, entonces, la mayor parte de la
superficie arable del planeta debería dedicarse a producir alimentos
para coches, no para personas. Estas perspectivas, parecen, a primera
vista, ridículas. Si no se pudiese cubrir la demanda de alimentos, ¿no
se aseguraría el mercado de que las cosechas se utilizasen para
alimentar personas, en vez de vehículos? No existen seguridades al
respecto. El mercado responde al dinero, no a las necesidades”.
De manera que ha comenzado la etapa siguiente de la colonización y el
mundo industrializado apunta a los países del Tercer Mundo, donde las
empresas pueden apropiarse de grandes extensiones de tierra y mano de
obra barata y despreocuparse de los graves impactos ambientales que
acarrea el establecimiento de grandes plantaciones de monocultivos, de
las que se refinarán los biocombustibles, a expensas de bosques y de
tierras aptas para el cultivo de alimentos.
Así, las plantaciones de soja en Argentina van desplazando poco a poco
a los bosques de quebracho en el Chaco, mientras que en Paraguay
reemplazan Pantanal, Mata Atlántica y Chaco y en Brasil Bosque
Amazónico, Pantanal, Mata Atlántica, Cerrado y Caatinga. Entre 1990 y
2002, el área de palma aceitera plantada a nivel mundial aumentó en un
43%. La mayor parte de este crecimiento tuvo lugar en Indonesia y
Malasia. Entre 1985 y 2000, las plantaciones de palma aceitera han sido
responsables de un 87% de la deforestación de Malasia y hay planes de
ocupar 6 millones de hectáreas más de bosques. En Sumatra y Borneo,
alrededor de 4 millones de hectáreas de bosque se han convertido en
tierra de cultivo de palmeras. En Indonesia se ha desalojado de sus
tierras a miles de indígenas y los trabajadores indonesios de las
plantaciones sufren el rigor de las condiciones de trabajo y la brutal
represión sindical. Los incendios forestales que tan a menudo cubren la
región de humo son provocados en su mayoría por los cultivadores de
palmeras. Toda la región se está convirtiendo en un campo gigante de
aceite vegetal. En Uganda ha comenzado la destrucción de bosques
tropicales y tierras boscosas indígenas para la producción de palma
aceitera y azúcar, y desde que se talaron los bosques de la península
Bwendero, las islas Ssese están siendo destruidas por fuertes vientos y
salarios bajos.
El argumento de la “bondad” de los biocombustibles es que no
contribuyen a las emisiones de carbono; su combustión devuelve a la
atmósfera el dióxido de carbono que las plantas absorbieron cuando
estaban creciendo en el campo, con lo cual serían "neutrales en materia
de emisiones de carbono". Pero esto solo es verdad dependiendo de qué
había en el suelo antes de que se estableciera la plantación. La tala y
quema de bosques para dar lugar a las plantaciones de palma liberan
enormes reservas de carbono. En los bosques cenagosos, que crecen en
turbas, una vez cortados los árboles, los plantadores desecan el suelo.
Cuando la turba se seca, se oxida y libera aún más dióxido de carbono
que los árboles.
Por otro lado, investigaciones de David Pimentel, profesor de la
Universidad de Cornell en Nueva York y Tad Patzek, profesor de
ingeniería química en la Universidad de Berkeley en California, revelan
que con los métodos de procesamiento actuales, se gasta más energía
fósil para producir el equivalente energético en biocombustible. Aun
cuando las investigaciones incluyen en sus cálculos la energía
necesaria para construir las plantas procesadoras, la maquinaria
agrícola, y el trabajo --que no se suelen incorporar en este tipo de
análisis--, no incluyen los costos del tratamiento de desperdicio y
desechos, o los impactos ambientales de los cultivos bioenergéticos
intensivos como la pérdida de suelos y la contaminación ambiental por
el uso de fertilizantes o plaguicidas. Todo esto da por tierra aquello
de la neutralidad de los biocombustibles en materia de emisiones de
carbono.
Los biocombustibles no se plantean cambiar el modelo actual de
producción insustentable de energía destinada a un consumo insostenible
y no harán más que agregar nuevos problemas a la humanidad. Pero su
peor pecado es que se disfrazan de solución.
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Mas sobre los Biocombustibles Escrito por Rodolfo Lobo Molas el 2008-06-16 19:21:21 Bio es vida y aquí se muere la vida de los reinos vegetal y animal. Excelente comentario del articulista y comparto lo dicho por el comentarista de la Morena. Y falta decir cuánto alimento faltará para la gente que sigue sufriendo el hambre. |