Página 2 de 3 Puntos calientes en el Mediterráneo La cuenca del Mediterráneo, en la que se encuentra España, es uno de principales puntos calientes de biodiversidad del mundo. Los responsables de la organización Conservación Internacional (CI) recuerdan los problemas medioambientales que sufre esta zona y la gran cantidad de riqueza que alberga: 22.500 especies de plantas vasculares (11.700 endémicas), lo que supone más de cuatro veces el número de estas especies que en el resto de Europa; 226 especies de mamíferos (25 endémicas); 489 de aves (25 endémicas); 230 de reptiles (77 endémicas); 79 de anfibios (27 endémicas); y 216 de peces de agua dulce (63 endémicas). Asimismo, especies endémicas como la foca monje del Mediterráneo, el macaco de barbería o el lince ibérico se encuentran en grave peligro.
En cuanto a las amenazas medioambientales que afectan a este punto caliente del Mediterráneo, los expertos de CI destacan la intensidad del desarrollo humano, que ha provocado durante siglos importantes transformaciones en el entorno. En este sentido, la deforestación, la contaminación, los incendios, la construcción de infraestructuras y la expansión urbana y turística (especialmente en la costa), la intensificación de la agricultura, la escasez de agua y la desertificación o la fragmentación del hábitat son los principales impactos humanos que sufren estos ecosistemas. En el caso concreto de España, los expertos reclaman una especial atención, teniendo en cuenta que es una de las zonas con mayor biodiversidad de Europa. Por ejemplo, un estudio de varios investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) indicaba el año pasado que la declaración de parques nacionales y naturales en la Península Ibérica no es adecuada para proteger a toda la biodiversidad en su conjunto. El informe, publicado en la revista Conservation Biology, reclamaba la creación de 36 nuevas áreas que se convertirían en puntos calientes por su alto número de especies endémicas. Por ejemplo, señalaba como zonas que se deberían proteger el tramo final de la cuenca del Ebro, la serranía de Cuenca y diversos puntos de Gerona, Tarragona, Málaga o Vizcaya. Además de las zonas terrestres, los expertos recuerdan la importancia de conservar la biodiversidad marina, más si cabe cuando se trata de hábitats que apenas cuentan con medidas especiales de conservación. Por ejemplo, la organización Oceana y la Fundación Biodiversidad han identificado recientemente las 25 zonas con mayor riqueza marina del Mediterráneo y del Atlántico Sur de España, y han señalado que a finales de año harán lo propio en el Cantábrico y en Canarias.
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