José Larios, activista verde, ha dedicado media vida a combatir la energía nuclear y a alertarnos sobre la amenaza del crecimiento ilimitado. En 52 minutos de conversación, destapa un apabullante argumentario con cifras y datos escalofriantes. Dice, por ejemplo, que cada cordobés (España) produce al día un kilo y medio de basura, 22 kilos de residuos industriales y otros 25 kilos de dióxido de carbono. O que los vehículos matriculados en dicha ciudad, puestos en fila, alcanzarían la frontera francesa. O que la energía nuclear dejará basura radiactiva a las futuras generaciones durante un millón de años. Y, lo que es peor, que si seguimos obcecados en extender nuestros niveles de confort a los cinco continentes el planeta se va directamente al carajo. Lisa y llanamente.

- No soy profeta de nada. Sólo rastreo cada tarde lo que dice el Instituto Tecnológico de Massachusetts; la oficina británica más importante de prospección del clima; la Universidad de Colorado; o la Nasa. El desastre son los indicadores que aparecen ahí.

Abandonó la política activa exactamente el 11 de septiembre de 2001, cuando el presidente de la Junta firmó su renuncia como director general de Educación Ambiental. Cerró su etapa como responsable público, pero también como dirigente de Los Verdes, abatido y exhausto por las luchas intestinas. Se encerró en casa a rumiar su derrota y en 2006 puso en marcha un blog sobre Calentamiento Global que está a punto de alcanzar los dos millones de visitantes.

Espíritu combativo

Pepe Larios (Córdoba, 1953) es un activista irreductible. Desde que a los nueve años descubriera por primera vez el agua corriente en las Moreras, o desde que a los diez tuviera que coger el tren para estudiar en la Universidad Laboral de La Coruña, o desde su primera detención en Huesca en protestas estudiantiles. Le abrió la mente un cura en Galicia y se metió de cabeza en las JOC, donde forjó un cierto espíritu combativo.

Luego vino todo rodado. Hasta que el 3 de junio de 1979 pronunciara su primer mitin antinuclear. Poco después, acabaría quitándose la vieja chaqueta de la izquierda revolucionaria para abrazar el ecologismo. "Siempre he pensado que el discurso verde es una vuelta de tuerca del discurso de la equidad, que es el tema fundamental de la izquierda. El comunismo es igual de productivista que el capitalismo. Sólo difieren en cómo se organiza el estado y cómo se reparten los beneficios, pero ninguno tiene en cuenta que vivimos en un mundo finito. Si tu país se apropia de los recursos naturales no hay equidad para las generaciones futuras ni para otras partes del mundo".

Mantiene idéntica mirada afable que cuando se sentaba como edil en el Pleno municipal y fabricaba aquella batería interminable de mociones sobre el Cabril, el alumbrado público eficiente, las placas solares o la movilidad sostenible. Su incansable lucha por un uso racional de los recursos casi nunca tuvo respuesta, pero ese pequeño contratiempo jamás lo arredró.

- ¿Fue usted un antisistema asimilado por el sistema?

- Del sistema no podemos escaparnos nadie. Una vez fui a una casa okupa a dar una charla y vi en un barril una nota que decía: "Acordaros de pedir factura con el IVA desglosado cuando compréis cosas". Todos formamos parte del engranaje.

- ¿Queda mucho para el Apocalipsis?

- No lo sé. Para una situación importante de caos no queda mucho.

- ¿Y cómo será el caos?

- Seguro que voy a ver un Polo Norte sin hielo en verano. Y ya he visto el verano pasado un tifón que mató a cien mil personas, o cómo dos tercios de la zona agrícola mundial está en sequía.

- ¿El cambio climático es un castigo divino?

- Es producto de nuestra actividad irresponsable. Estamos quemando a una velocidad vertiginosa combustibles fósiles que tardaron miles de años en captar la energía del sol. La atmósfera es incapaz de digerir la cantidad de gases que emitimos. En los países avanzados estamos muy cómodos pero nos pasará factura.

- ¿El boom urbanístico es la plaga del siglo XXI?

- Sobre todo en España. Fui el único concejal que voté en contra del Plan General, que preveía construir 40.000 viviendas, cuando el 20% de las casas estaban vacías.

- Díganos cómo detener el crecimiento ilimitado del planeta.

- Para eso hace falta una masa crítica de millones de personas que estén dispuestas a otro modelo de vida en la Tierra. Alguien dijo: "Vivamos simplemente para que todos simplemente podamos vivir".

- ¿Los ecologistas son una molesta piedra en el zapato del sistema?

- Ojalá. No buscamos fastidiar a nadie sino el bien de la humanidad. El transporte privado mata directamente a unas 4.000 personas al año. Y los gases que genera aceleran la muerte anual de 16.000 personas.

- ¿De verdad que la energía nuclear es más sucia que el petróleo?

- ¿Usted qué prefiere: caerse desde un octavo piso o de un décimo? La nuclear no es capaz de abastecer de energía al mundo. Ahora no supera el 6% de la producción eléctrica mundial.

- ¿Por qué se ha construido un dogma en torno a la energía nuclear y no en torno al petróleo?

- No teníamos evidencia científica de lo que estaba con el dióxido de carbono. Es inmoral generar unos residuos sobre los que no tenemos control y serán peligrosos para nuestros descendientes durante un millón de años.

- ¿Se permite la duda?

- Dudo de muchas cosas.

- ¿De su fe ecologista?

- Es difícil dudar de que dos y dos son cuatro.

- ¿En qué ha errado?

- Seguramente en muchas cosas. Por ejemplo, podía haber aguantado el tirón y haber intentado desplazar a aquellos que me querían desplazar en la Junta. Pero eso me obligaba a utilizar formas que no van con mi forma de ser.

- ¿Salió corriendo de la Junta?

- Corriendo, no. Cogí el tren y me vine a casa.

- ¿Qué hay dentro de las salas de poder?

- Me he encontrado con gente que trabaja por lo que cree. En algunas cosas no estábamos de acuerdo pero uno no tiene derecho a imponer sus opiniones.

- ¿Qué necesita el ser humano para vivir?

- No demasiado: amigos. Las personas somos felices cuando tenemos un marco adecuado para relacionarnos.

Fuente: ABC.es

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