Página 1 de 3 Los puntos calientes de biodiversidad o "hotspots" son zonas del planeta con una cantidad elevada de especies endémicas, únicas de ese lugar, y con un hábitat en proceso de destrucción. Los expertos señalan el aumento de estas zonas sensibles y el empeoramiento de su estado en los últimos años. Por ello subrayan que su conservación es prioritaria para evitar un daño irreparable a la biodiversidad mundial. Precisamente, España se encuentra en uno de estos puntos calientes, la cuenca del Mediterráneo.
Por qué hay que conservar los puntos calientes El origen del concepto "puntos calientes de biodiversidad" se debe al ambientalista británico Norman Myers, que lo definió en varios artículos científicos durante la última década del siglo XX. Su objetivo era lograr un sistema que sirviera para priorizar y optimizar los esfuerzos de conservación de áreas especialmente sensibles, y salvar así de su desaparición a especies y hábitats únicos. En concreto, este experto señalaba dos criterios para considerar una zona como punto caliente: poseer al menos el 0,5% de especies de plantas vasculares endémicas, y haber perdido al menos el 70% de su vegetación primaria. Myers y su equipo definían una lista de 25 puntos calientes en todo el mundo. Estas áreas, con tan sólo el 1,4% de la superficie terrestre, eran el último hogar del 44% de las especies de flora vascular y del 35% de vertebrados conocidos (mamíferos, aves, anfibios y reptiles). La mayor parte de estas zonas se encontraban en los bosques tropicales (15 puntos) y en áreas de clima mediterráneo (5 puntos). Y a pesar de ser especialmente sensibles, sólo el 38% de su superficie se ubicaba dentro de algún tipo de zona protegida o reserva natural. Los puntos calientes representan una referencia sobre el estado de conservación de la biodiversidad mundial. En este sentido, los datos no son buenos, ya que en los últimos años su estado ha empeorado, e incluso su número ha aumentado hasta alcanzar los 34. Japón, el cuerno de África y Melanesia oriental son algunas de estas últimas áreas. Los últimos análisis, según la organización Conservación Internacional (CI), señalan además que el 86% del hábitat de estos 34 puntos calientes ha sido ya destruido. En cuanto a la biodiversidad que albergan, se calcula que al menos 150.000 especies de plantas (el 50% del total mundial) y 22.022 vertebrados terrestres (el 77%) viven en dichos puntos. Estos datos son especialmente llamativos cuando se tiene en cuenta que los puntos calientes representan en la actualidad tan sólo el 2,3% de la superficie total del planeta. Elementos susceptibles de mejora en el sistema de puntos calientes Diversos expertos han resaltado algunos elementos que deberían mejorarse del sistema de puntos calientes de biodiversidad. Por ejemplo, los investigadores Peter Kareiva y Michelle A. Marvier argumentan que no está representada adecuadamente toda la riqueza de especies ni se protegen correctamente zonas sensibles de escala más pequeña. Asimismo, el modelo territorial no sirve para todos los casos, como por ejemplo para la cuenca del Amazonas, relativamente intacta pero con grandes pérdidas de su hábitat. Por su parte, los científicos Hugh Possingham y Kerrie A Wilson destacan que estos hotspots no tienen en cuenta el concepto de coste, a pesar de que entre sus objetivos se encuentra la priorización de la inversión económica en conservación. Por ejemplo, matizan, no es lo mismo emprender tareas de conservación en regiones de países en desarrollo que en otras más desarrolladas.
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