Página 1 de 2 ¿Qué
hacer y cómo? Es el interrogante que nos formulamos quienes queremos
que nuestro país, bendito por la naturaleza, salga de la crisis y
mediocridad en que se encuentra. Hay respuestas. Entre ellas, sacar a
los chicos de la calle y brindar educación pública calificada, con
título secundario obligatorio, inglés y computación; dar seguridad
jurídica y brindar el ejemplo de traer de regreso los fondos públicos
en el exterior, con lo cual se atraerán inversiones y se crearán
puestos de trabajo, y producir reformas institucionales.
Simultáneamente, hay otra acción por emprender: la
preservación de la calidad del ambiente, para la subsistencia de
nuestra Madre Tierra y la sobrevivencia humana y para evitar las
consecuencias de no haber adoptado las medidas preventivas necesarias.
Sufrimos perjuicios por las inundaciones rurales y urbanas, por la
desertización de los suelos y la deforestación. Más del 22% de los
habitantes del país carecen de agua potable y al menos el 44% no tiene
cloacas. Enfrentamos el problema de qué hacer con los desechos. Debemos
promover la industria del reciclaje. Estamos ante la depredación de la
pesca, y hay otros muchos casos que afectan el desarrollo, la salud,
los intereses y el bienestar de los ciudadanos. Siempre se reacciona
cuando ocurren las crisis, pero no se piensa ni se actúa para
prevenirlas.
La preservación de la calidad del ambiente es una necesidad, una
aspiración y una obligación. Es un derecho y, al mismo tiempo, un
deber. Es el primero de los derechos humanos: el derecho a la vida, sin
la cual no tienen razón de ser los demás. Preservar la calidad del
ambiente significa ampliar la posibilidad de supervivencia.
La Argentina debe poner en marcha una activa política de preservación
de la calidad del ambiente. Ya Manuel Belgrano, desde 1795, e Hipólito
Vieytes, desde 1802, denunciaban lo que hoy conocemos como daño
ecológico y abogaban por un desarrollo agrario e industrial que ahora
se califica de sustentable o sostenible. Según lo establecen el
artículo 41 de la Constitución Nacional y diversas disposiciones de las
constituciones provinciales, la preservación de la calidad del ambiente
es política de Estado en nuestra nación, y como tal debe encararse.
Aunque se debe aceptar que contaminación hay y habrá siempre, es muy
importante establecer, caso por caso, cuáles son los límites
reconocidos y aceptables en materia de contaminación.
La Argentina ha sufrido perjuicios en su comercio internacional, única
fuente genuina de recursos externos, por no adoptar medidas preventivas
de saneamiento ambiental. No se concibe cómo es posible que luego de
más de dos siglos de explotación ganadera aún tengamos brotes de
aftosa, por inacción o por la importación incontrolada de animales
enfermos. Incluso, solemos ocultar la verdad, como ocurrió en 2000, al
costo de la credibilidad internacional, de centenares de millones de
dólares de exportaciones perdidas y de mucha mano de obra desocupada.
También enfrentamos casos de influenza aviaria y la roya de la soja.
Parecería que hemos superado la peste porcina, pero es de imaginar que
la aparición de un solo caso de "vaca loca" en nuestro territorio sería
desastroso para nuestra industria cárnica.
Nuestros productos agropecuarios, principal fuente de ingresos del
país, pueden ver limitado su acceso a los mercados internacionales, que
han adoptado numerosas medidas proteccionistas, entre las que figuran,
incluso, algunas injustificadas por lo excesivo en materia sanitaria y
fitosanitaria. Nuestros compradores argumentan que es derecho soberano
de un país la protección de la salud, la seguridad y el bienestar de
sus ciudadanos. Tales son los casos de la trazabilidad, el principio
precautorio, el multifuncionalismo, la etiqueta verde y la ley de
bioterrorismo.
Debemos aceptar que, conforme a un interés común, la seguridad
alimentaria y la defensa de la sanidad animal y vegetal es política de
Estado de todos los países.
En consecuencia, para aumentar nuestras exportaciones es indispensable,
por parte de nuestras autoridades, ejercer un muy severo seguimiento y
control, para producir alimentos sanos. Se trata de lograr la
sostenibilidad de la empresa agrícola.
La preservación de la calidad del ambiente es de alcance nacional,
regional y global. No existe en el mundo la autonomía ecológica: la
contaminación no reconoce fronteras. La colaboración internacional es
indispensable.
Los países deben homologar los respectivos sistemas sanitarios para la
producción vegetal y animal, estableciendo, de ese modo, una alianza
sanitaria.
En el orden internacional, la Argentina ha sido pionera en su
participación para el logro de la calidad ambiental, como, últimamente,
lo es en las negociaciones sobre el cambio climático. En América, la
preocupación por la preservación de la calidad del ambiente fue
plasmada en la Cumbre de las Américas en 1994. En la Declaración de
Principios se señala como objetivo "garantizar el desarrollo sostenible
y conservar nuestro medio ambiente para las generaciones futuras" y en
el apartado 23 del Plan de Acción se propone una "alianza para la
prevención de la cotaminación".
Las constituciones de Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala y Panamá
contienen normas sobre preservación ambiental. El Mercosur tiene un
acuerdo marco sobre medio ambiente.
Proponemos, como primer paso posible, un Acuerdo Marco de Integración
Ambiental de las Américas, para su consideración en las negociaciones
sobre el ALCA -en noviembre próximo se reunirá en Mar del Plata una
nueva Cumbre de las Américas para considerar el tema-, para la
constitución de una Comunidad Sudamericana o para su ejecución al
margen de los procesos de integración.
Por sus características, este acuerdo marco daría, en su momento, lugar
a negociaciones para convenir regulaciones sectoriales propias de las
necesidades y singularidades de cada región y de cada caso, teniendo en
cuenta el beneficio común de la preservación de la calidad del ambiente
en todos sus aspectos. Sus términos conducirían a la seguridad
ecológica colectiva en el continente y a un desarrollo social justo y
equitativo. La seguridad ecológica es vital para alcanzar un nuevo
orden de vida, humano, civilizado, sustentable y sostenible. Sólo es
necesaria la decisión política.
Fuente: Diario La Nación
Por V. Guillermo Arnaud
El autor es embajador y presidente de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente.
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Cultura sobre la importancia Escrito por Pilar Yzaguirre de Verano el 2007-07-02 11:55:34 El mundo esta pidiendo a gritos implementar una polìtica a favor del medio ambiente, cada dìa crece màs la preoucupaciòn en ese aspecto. Es necesario crear una cultura con respecto a ello. |
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