Los cangrejales de la bahía de Samborombón obsesionaban a Ricardo Güiraldes. En su novela Don Segundo Sombra , hombres y animales comparten el terror a hundirse lentamente en esas ciénagas infestadas de cangrejos: "¡Morirse ahogado en tierra! Y saber que el bicherío le va a arrancar de a pellizcos la carne?", escribió. De esos míticos terrenos fangosos del Tuyú procede el Chasmagnathus granulatus , el cangrejo que ahora obsesiona a los científicos del Laboratorio de Neurobiología de la Memoria de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Es que, mientras buscaban descubrir un indicador de percepción sensorial confiable, los investigadores se encontraron con un resultado inesperado: cuando estos animales escapan de un estímulo amenazante, los latidos de su corazón se hacen más lentos (bradicardia), en lugar de acelerarse (taquicardia). Los experimentos fueron publicados en la revista The Journal of Experimental Biology .
"No sabemos, desde el punto de vista fisiológico, para qué le sirve al animal esta bradicardia intensa durante el escape", dice la doctora Gabriela Hermitte, investigadora del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne) del Conicet, autora del trabajo junto con Ana Burnovicz y Damián Oliva.
Es bien sabido que, ante una amenaza repentina, muchos animales se preparan para la lucha o la fuga aumentando la provisión de oxígeno a los tejidos mediante el incremento de sus frecuencias cardíaca y respiratoria. Por otro lado, se sabe que, ante un peligro, algunas especies utilizan la estrategia del freezing (congelamiento) para simular estar muertos y pasar inadvertidos. En este último caso, está documentada y justificada la disminución de las frecuencias cardíaca y respiratoria.
"También, el fenómeno de "atención" que se produce inmediatamente después de un estímulo sutil y que tiene que ver con localizar el origen de ese estímulo suele estar asociado con una respuesta bradicárdica muy leve -señala Hermitte-. Pero el problema se nos presentó cuando quisimos encontrarle explicación a esta bradicardia intensa que está asociada con una acción motora intensa."
En realidad, el objetivo original del trabajo era encontrar algún parámetro que refleje de manera fiel la percepción sensorial de estos animales que, en algunos casos, no muestran una respuesta visible: "Ante estímulos ambientales sutiles, los cangrejos no tienen una respuesta conductual que pueda ser observable, y esto puede hacer suponer que no percibieron nada", explica Hermitte.
Los investigadores decidieron entonces evaluar si la respuesta cardíaca era un buen indicador de percepción sensorial. Para ello, expusieron a los cangrejos a cuatro tipos de estímulos: un pulso de luz, un suave puff de aire sobre el caparazón, un cartón pintado de negro que pasa por encima del animal y una imagen virtual que aumenta progresivamente su tamaño para provocar en el animal la sensación de que algo se le aproxima.
Ante los dos primeros estímulos considerados "sutiles", los animales no manifestaron ningún cambio de comportamiento visible, pero en los otros dos casos, considerados "amenaza concreta", los cangrejos evidenciaron una conducta de escape.
"En los cuatro casos, comprobamos disminuciones significativas en la frecuencia cardíaca. Incluso, cuando utilizamos el estímulo virtual con velocidades crecientes de aproximación, comprobamos una clara correlación entre la respuesta cardíaca y la conducta de escape. Este estudio demuestra que la frecuencia cardíaca es un indicador útil para evaluar la percepción sensorial."
Sin embargo, para los científicos, el enigma persiste. Para los cangrejos, la vida continúa en las enigmáticas ciénagas del Tuyú.
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