El aumento de la demanda de aleta de tiburón en China ha provocado un aumento de la pesca de estos animales por parte de la flota pesquera española, que se ha convertido en líder europea del sector, lo que ha encendido las protestas de los ecologistas que piden regular las capturas.

El descenso de las capturas de atún rojo y pez espada debido a la limitaciones impuestas por la Unión Europea para controlar su sobreexplotación ha derivado en una reconversión de la flota enfocada a la pesca de tiburones, a causa del aumento de la demanda en el mercado asiático, donde la aleta es muy apreciada.

La mejora de las condiciones económicas en China ha contribuido también a incrementar la demanda de aleta de tiburón, que se utiliza para elaborar una sopa servida en ocasiones especiales como las bodas y por la que se llega a pagar 100 dólares por plato, según la coordinadora de la Semana Europea del Tiburón de Shark Alliance, Julia Santana, la coalición ecologista que pide la protección de los escualos.

Santana ha afirmado que la práctica habitual, aunque prohibida, conocida como "finning", consiste en cortar la aleta y lanzar el resto del tiburón al mar impidiendo su supervivencia, o bien la descarga de la aleta y el cadáver en puertos diferentes, dificultando el control del número de ejemplares capturados.

Los ecologistas advierten que no se acusa a España de practicar "finning", pero sí de liderar la pesca y exportación de tiburones en la UE, con capturas que oscilan entre las 30.000 y 50.000 toneladas anuales, por lo que han iniciado una campaña de recogida de firmas para pedir al Gobierno español que los ejemplares no se despedacen y sean descargados enteros en un mismo puerto para facilitar su control.

El aumento de las capturas pone en grave peligro la supervivencia de los tiburones, especialmente sensibles por la fragilidad de su hábitat y sus dificultades reproductivas, alertan los ecologistas, que señalan al puerto de Vigo como el de mayor tráfico de tiburones del continente.

La aleta de tiburón es muy valorada en China, donde se considera un potente afrodisíaco y cuyo consumo se asocia a un alto estatus social, por un kilo de aleta seca se llegan a pagar 500 euros mientras, que el resto del cuerpo alcanza sólo los cuatro euros el kilo, ya que apenas tiene valor gastronómico.