Para relacionarnos mejor con nuestro planeta es indispensable, paradójicamente, salir de él. Salir al espacio. Por ello la Agencia Europea del Espacio (ESA) lanzará en la madrugada del 2 de noviembre SMOS, el primer satélite capaz de medir la salinidad del océano y la humedad del suelo. ¿Para qué? Para entender mejor la Tierra; para saber mucho más sobre un problema tan acuciante como el de conocer cómo se comportará su clima; para averiguar si habrá o no cambios drásticos en las corrientes oceánicas. SMOS, además, es el primer satélite de observación de la Tierra que lleva a bordo un instrumento desarrollado enteramente en España.
Desde el espacio la Tierra es un bello y sugerente globo azul, el más interesante de los planetas de nuestro Sistema Solar o fuera de él, sin duda alguna. No en vano es en el que vivimos. ¿Recuerdan aquello que aprendíamos en el colegio sobre el ciclo del agua? Se evapora de los mares, circula por la atmósfera, y se precipita en forma de lluvia en la tierra para después volver al mar... Es una visión simplista de algo muy cierto. El agua total en nuestro planeta se mantiene constante, pero la proporción de ella que se almacena en mares, tierra, atmósfera y criosfera o hielos cambia según complejos modelos todavía por entender. Una pequeña parte del agua (pequeñísima, tan sólo el 0,001% del agua se encuentra en la atmósfera) está continuamente cambiando de estado. Se funde o se solidifica en los polos y glaciares, se evapora o se precipita sobre tierra y océanos, fluye sobre la tierra hasta el mar por los ríos o se almacena en acuíferos o en humedad superficial del suelo para a su vez evaporarse de nuevo.
Un mejor conocimiento del ciclo del agua es fundamental si queremos comprender las condiciones de la vida en nuestro planeta. La humedad almacenada en la capa superficial del terreno es determinante en la agricultura y las condiciones de habitabilidad del territorio, y un factor decisivo para el clima a corto y medio plazo.
Más agua dulce
El deshielo de los polos, la evaporación, el aporte de los ríos y la precipitación de lluvia alteran la salinidad de los mares al mezclar más agua dulce, y eso a su vez marca la evaporación oceánica y la circulación del agua en los océanos. Porque el agua en los mares no permanece quieta, se mueve formando grandes corrientes (la más conocida, a buen seguro, es la del Golfo) en función de las diferencias de temperatura y salinidad. Y esas corrientes son las que hacen que disfrutemos de un clima más cálido de lo habitual en Europa.
¿Cómo adquirir una idea más cercana de esos fenómenos de intercambio de agua en la superficie del planeta? Hace años, los científicos se dieron cuenta de que se pueden medir desde el espacio escuchando cómo la tierra transmite parte de su calor. Y a raíz de esto, se diseñó el satélite SMOS (Soil Moisture and Ocean Salinity, Humedad del Suelo y Salinidad de los Océanos). SMOS pertenece a un programa de la ESA llamado Planeta Viviente, en el que una serie de satélites intentan mejorar el conocimiento de nuestro planeta analizando los vientos (AEOLUS), el espesor de los hielos (CRYOSAT-2), el campo magnético (SWARM), el campo gravitatorio (GOCE) o la concentración de aerosoles en la atmósfera (EARTH-CARE).
Un único instrumento, español
SMOS porta un único pero muy complejo instrumento, MIRAS, de diseño y fabricación 100% españoles. Es la primera vez que la industria española asume el reto de convertirse en proveedor principal de un instrumento en una misión de la ESA. MIRAS observará periódicamente toda la superficie terrestre midiendo la temperatura de brillo, y enviará a tierra información que se podrá convertir en mapas de humedad de suelo y de salinidad.
Ese proceso, convertir los datos recibidos de MIRAS en mapas que puedan analizar los científicos, es precisamente lo que realizará el Centro de Procesado de Datos de SMOS en ESAC, el Centro Europeo de Astronomía Espacial de la ESA en Villanueva de la Cañada (Madrid). Se llegará a ofrecer datos en menos de tres horas desde su captura por el satélite, con lo que se mejorarán los modelos de predicción meteorológica a medio plazo -influyendo así por ejemplo en la información del tiempo cotidiana-.
Asimismo, desde ESAC se vigilará el instrumento y se planificarán las operaciones que ha de realizar SMOS a lo largo de sus órbitas (dará una vuelta a la Tierra cada 100 minutos, pasando por los polos). También se generarán los comandos para indicarle lo que ha de hacer, que serán transmitidos al CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales) en Francia, responsable de las operaciones de la plataforma.
El lanzamiento de SMOS está previsto para la madrugada del 2 de noviembre, desde Plesetsk, en Rusia. Todos cruzamos los dedos (y además ponemos todo nuestro esfuerzo, por aquello de echar una manito a la fortuna) para que a finales de año podamos empezar a conocer mejor nuestro bello, redondo y azul hogar.
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