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deshielo de los polos a marchas aceleradas impone serias consecuencias
a muy corto plazo. En los próximos años podríamos contemplar algunos de
los efectos irreversibles de este fenómeno. Antonio Ruiz de Elvira,
catedrático de Física de la Universidad de Alcalá analiza la situación
que vive el planeta en estos momentos y el papel que juegan en esta
situación fenómenos como la glaciación, el hielo como espejo para la
luz del sol y la fusión de la tundra.
Hace 112 años que Nansen partió de Oslo a bordo del Fram
(“¡Adelante!”), un barco de madera capaz de soportar la presión de
hielo, con 11 compañeros a bordo. Se trataba de una expedición de 3
años, alejados de las comodidades de la civilización, sin discotecas,
teatro, cine o televisión. Fridtjof Nansen, que sería premio Nobel de
la Paz, quería llegar al Polo Norte, y estaba dispuesto a sacrificar
tres años de su vida por su pasión científica.
Quería, y lo hizo, encallar el barco en el hielo ártico y dejarlo
derivar de Siberia a Groenlandia, pensando que el barco pasaría por
encima del Polo. El barco se desplazó hacia Groenlandia, pero pasó a
200 km de su objetivo. Fue una de esas hazañas que despiertan la fe en
el ser humano, pero lo importante para nuestro interés de hoy es que
Nansen derivó tres años sobre hielo sin ver una gota de agua líquida
del mar: en 1893, 94 y 95 el Ártico estaba cubierto de hielo.
Si hoy, en verano, queremos acercarnos al Polo Norte, no tenemos más
que buscar en la Web agencias de viajes rusas o noruegas que nos
ofrecen viajes en barco, navegando por mar abierto hasta el mismo Polo.
El único problema es la desilusión probable de que no podamos plantar
nuestra bandera en el hielo: lo más seguro es que en el Polo solo habrá
agua líquida. Gracias a disfrutar de la energía del sol almacenada hace
millones de años en las entrañas de la Tierra en forma de carbón y
petróleo, hemos hecho subir la temperatura media del planeta 0.6 grados
desde el viaje del Fram. Pero claro, hablamos de la temperatura media
del planeta. Puesto que hay muchísimos más puntos de medida en las
zonas tropicales (el globo terráqueo tiene más superficie entre los
trópicos de Cáncer y de Capricornio que en los Polos) y que la
temperatura no puede subir en los trópicos, una subida de la
temperatura media de 0.6 grados significa una subida de unos 6 grados
en los Polos.
Gas carbónico
Los polos se están deshelando a marchas aceleradas, que asombran hasta
a los propios científicos que los estudian. La razón última es, claro
está, que el planeta retiene mucha más de la radiación que emite hacia
el espacio: hemos puesto una manta al planeta en forma de gas
carbónico.
Pero hay dos razones mucho más próximas: el hielo es un maravilloso
espejo para la luz que trae energía desde el sol hacia el suelo de la
Tierra. Cuanto más hielo hay, tanta más energía se refleja y el planeta
se mantiene frío. Por el contrario, si una hectárea de suelo de la
tundra de Canadá, de las montañas de Groenlandia o de Siberia, se
libera del hielo por contacto con aire recalentado, esa hectárea
absorbe en verano toda la radiación que recibe, pero como aún está
fría, no emite gran cosa de ella. La hectárea calienta a sus vecinas,
que se funden y absorben energía del sol, se calientan y funden a las
hectáreas vecinas... en un proceso acelerado de realimentación
positiva. La segunda razón tiene que ver con la fusión de los hielos.
El agua de la fusión arrastra suelo hacia el mar, hace que éste se
vuelva más turbio y absorba más energía.
Los Polos, y sobre todo el Polo Norte, se están calentando. Las
fotografías de Groenlandia son estremecedoras: Cada verano se ve mucho
menos hielo que el anterior. Los osos polares no tienen donde apoyarse
para cazar, y las focas no encuentran los pescados de agua fría que
estaban acostumbradas a pescar.
Todo esto podría parecer razonablemente bueno. Si se libera la tundra
de hielo, habrá más tierra para el cultivo. No debemos olvidar, sin
embargo, que aunque no haya hielo, y hablemos de calentamiento, las
temperaturas polares son extremadamente bajas, rondando los cero
grados, de manera que poca oportunidad hay para los cultivos, en una
zona que, calor o no calor, pasa 6 meses del año en la obscuridad.
Las deglaciaciones
Por otro lado, la fusión de la tundra tiene otro efecto de
realimentación positiva muy dañino. La tundra está llena de metano, o
gas natural, producto de la descomposición (compost) de la materia
vegetal. Cuando se deshiela, emite ese metano, que, gramo por gramo,
calienta la atmósfera bastante más que el gas carbónico. Las
deglaciaciones, de las que ha habido cuatro en los últimos 400.000
años, han sido fenómenos rápidos a escala geológica, aunque diez veces
más lentas de lo que ahora estamos calentando nuestro planeta.
Volvamos a la pregunta anterior: ¿Es tan malo que se deshiele el
Ártico? La vida de nuestras sociedades “occidentales” (Europa y EEUU)
depende de que el hielo invernal no baje de los 60ºN en Europa o los
50ºN en EEUU. Si la lámina glacial avanza hacia el sur, cubre, con una
capa de tres kilómetros de altura, las tierras nórdicas, haciendo la
vida imposible en Escandinavia, Escocia y Canadá, y tremendamente
difícil en Inglaterra, el norte de Europa y la mitad de los estados de
la Unión americana. Esta capa de hielo ha cubierto esas zonas 10 veces
en el último millón de años, en un juego de glaciaciones y
deglaciaciones que tiene una escala temporal de unos 100.000 años, para
las etapas glaciales, y 20.000 años para las interglaciales, en una de
las cuales nos encontramos.
Este balancín entre frío y calor está controlado por la circulación del
agua salada que llega constantemente al Ártico desde los trópicos, y
cuya rama más visible es la Corriente del Golfo. Pues bien, el agua
salada puede llegar al Ártico porque ese agua recoge aún más sal en
este océano y al hacerse muy pesada con la sal (recordemos que flotamos
más en el Mediterráneo que en el Atlántico) se hunde y sale del Ártico
en un viaje que da la vuelta al mundo por el fondo de los océanos,
dejando sitio para que siga llegando agua salada por la superficie.
Agua y sal
La glaciación se produce cuando, por los motivos que el lector avispado
habrá adivinado ya, el agua del Ártico no es lo suficientemente salada
como para poder hundirse. En ese momento el agua caliente de la
Corriente del Golfo gira frente a Irlanda y emprende camino hacia el
sur por delante de Portugal, y de forma muy rápida (20 - 30 años) se
hiela toda la parte norte del planeta, en una glaciación que dura unos
100.000 años, y que es muy estable, al formar el hielo un espejo
perfecto que refleja la energía que llega del sol.
El agua sin sal no se hunde, y si no se forma hielo, éste no expulsa la
sal, y el agua se mantiene semi-salada y ligera. Si a esto añadimos los
ríos de agua dulce procedentes del deshielo de Groenlandia y de la
nieve de la tundra, podremos comprender fácilmente que calentar el
planeta y, a fortiori, el Polo Norte, nos lleva a una situación de
extremo peligro: Nos acerca al borde del precipicio hacia el cual cada
gramo de CO2 que emitimos nos acerca un pelín. El Polo Norte se está
deshelando, y aunque parezca paradójico, ese deshielo ha llevado en el
último millón de años siempre a una glaciación subsiguiente. Los
ingleses lo saben muy bien, y ¿puede extrañarnos que sean los que más
insisten en parar el cambio climático?
El proceso es seguro, y pasado un cierto punto, inevitable, pues la
energía en juego escapa, con mucho, la capacidad humana de control. Se
trata de no llegar a ese punto, y tenemos unos años, no muchos, veinte
o treinta a lo sumo, para parar el calentamiento de la Tierra. Podemos
hacerlo. Basta con cambiar de la energía solar fósil a la solar
directa. Tenemos, ya, placas solares y molinos de viento. Nos falta la
decisión para ponerlos en marcha. ¿Nos decidimos?
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Claro que nos decidimos! Escrito por Invitado el 2005-08-04 09:54:27 Lo que manifiestan en este artículo nos debe poner alerta a todos y debe ponernos en acción o de lo contrario nuestros hijos no tendrán un lugar para vivir y nosotros mismos no podremos tener una vejez con hermosos cuadros naturales que observar. Atentamente: Rocío Aranda. | |