El trabajo indica que son muchas las personas
pobres en el mundo cuyos ingresos dependen de la pesca y, lo que es más
angustioso, los peces constituyen su principal fuente de proteínas.
Esto resulta particularmente complejo, ya que hemos comenzado este
siglo al borde de una profunda crisis pesquera, en la tal como lo
reflejan la mayoría de los estudios publicados durante los últimos
años, la pesca marítima sufre en la actualidad de una fuerte
sobreexplotación. Esto nos lleva, por ejemplo, a que en lugares como
Bangladesh y Camboya, el agotamiento de las reservas represente una
amenaza real para la salud de las familias pobres de las comunidades
costeras e interiores, de manera que no sólo estamos hablando de un
problema de conservación de especies, sino de un problema de desarrollo
que tiene que ver con el campo económico y el crecimiento a favor de
los pobres.
Además, la sobreexplotación también reduce la tasa de empleo, aumenta
el precio del pescado y puede dañar una importante fuente de ingresos
para los países en desarrollo, ya que en la actualidad existen cerca de
38 millones de pescadores artesanales de tiempo completo en todo el
mundo. La mayoría de estos, cerca del 90%, se encuentran en Asia y
Africa, donde el nivel de pobreza de las comunidades costeras suele ser
muy alto.
Dos datos complementan este difícil escenario y son que el sector de la
pesca, la acuicultura y la producción de pescado emplea a unas 150
millones de personas en los países en desarrollo, y que el principal
crecimiento del empleo en el sector de la pesca ha ocurrido en la pesca
a pequeña escala en el mundo en desarrollo.
Frente a este escenario, a la falta de estrategias eficaces, a la mala
gestión pública, la falta de reglamentos y de fiscalización y control,
se debe urgentemente mejorar el estado de las cosas y lograr que el
sector de la pesca no sólo sea sustentable a nivel mundial, sino que
permita aportar a solucionar los problemas de hambre y pobreza que
enfrenta el planeta. Para ello, supuestamente, existen estrategias y
planes, como el Código de Conducta de la FAO para la Pesca Responsable,
pero ello no es suficiente.
Ya que hasta ahora hemos visto cómo se llenan informes y estudios con
soluciones parciales y poco sistemáticas a los problemas de la
ordenación de los océanos, las que no sólo parecen estar destinadas
inevitablemente al fracaso, sino que ni siquiera son respetadas en
muchos lugares del planeta. Por eso para conciliar realmente el uso
sostenible, la conservación de los recursos marinos y los problemas de
hambre y pobreza es necesario hacer frente a esas cuestiones de fondo,
justamente aquellas que los poderosos del planeta no están dispuestos a
modificar.
Jordi Berenguer
Fuente: Oceana
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