El
calentamiento global altera los ciclos reproductivos y trastorna los
sistemas ecológicos, lo que sin duda pone en peligro el futuro de las
diversas especies que hoy conocemos.
A partir del reconocimiento del
registro fósil como tal, en el siglo XVIII, nuestro conocimiento sobre
la vida en el planeta tomó un nuevo rumbo. Un siglo más tarde, a partir
de Darwin, descubrimos que las especies evolucionan, unas se extinguen
mientras aparecen otras.
Los cambios en el medio ambiente crean nuevas condiciones y la
habilidad para adaptarse a ellas determina la supervivencia de la
especie. Cuando los cambios son bruscos, hay extinciones masivas, pues
no dan tiempo para la adaptación.
Dispersión y migración
Dentro de los muchos medios que han desarrollado diversas especies para
adaptarse y sobrevivir están las migraciones. Aquí hay que distinguir
entre las migraciones exploratorias, con las que las especies extienden
o tratan de extender su hábitat, y las migraciones cíclicas. A las
primeras se les llama dispersión y se llevan a cabo constantemente,
generalmente por miembros menos privilegiados que buscan establecerse
donde es menor la competencia. En las plantas las dispersiones son
pasivas, pues dependen de elementos externos. Para dispersar sus
esporas, semillas o frutos, las plantas necesitan del viento, agua, o
animales.
De manera similar a los refugiados senegaleses que llegan en sus botes
a las Islas Canarias en busca de una vida mejor, desde las plantas
hasta los grandes mamíferos tratan de extender su territorio a donde
encuentran condiciones de vida adecuadas. Este es un proceso
permanente, que generalmente está limitado por las condiciones físicas:
las plantas no prosperan donde no hay tierra adecuada o agua y los
animales no van donde no hay plantas para comer. A su vez, aquellos
animales que comen a los herbívoros tampoco tendrán interés en ese
territorio.
Éxitos y fracasos
A través del registro fósil y del histórico hemos observado éxitos y
fracasos. Abundan ejemplos de especies que se han encontrado
repentinamente con un predador de grandes recursos, el hombre, que los
ha exterminado. El búfalo americano casi sigue el destino del dodo, un
ave de las islas del Índico, extinguido por el hombre. Antes de que
apareciéramos como grandes predadores, fueron otros los agentes de las
extinciones. Hace 65 millones de años, al parecer, un cometa que
impactó la Tierra fue el que acabó con los dinosaurios.
Anteriormente hubo otras grandes extinciones y entre ellas
constantemente se han extinguido especies para dar lugar a otras. Por
breve tiempo existieron animales que hoy nos parecen extraños, como
armadillos del tamaño de un toro y caballos del tamaño de un perro,
tigres con dientes de medio metro y aves con garras en las alas, por
mencionar solo algunos. Todos tuvieron su momento y, por razones que en
la mayoría de los casos desconocemos, desaparecieron para ser
reemplazados por otros más adecuados a las condiciones vigentes.
Los más exitosos pertenecen a los artrópodos. La cucaracha, la hormiga
(insectos) y la araña (arácnido) son artrópodos y algunas especies
tienen 300 millones de años. Entre los vertebrados, la tortuga y el
cocodrilo --con sus primos, el caimán y el gavial-- son contemporáneos
de los dinosaurios. En el mar, además de corales, esponjas y moluscos,
el tiburón es un pez antiguo, a diferencia de otros nadadores más
hábiles, como el delfín y la orca, mamíferos que entraron al mar hace
relativamente poco.
Entre las estrategias de supervivencia que desarrollaron diversas
especies, una de las más admirables es la migración. Al acentuarse la
diferencia climática entre las estaciones, la vida desarrolló ciclos
para adecuarse al cambio. Las plantas en las zonas de climas extremos
producen sus frutas y semillas en la época de calor, para luego
enterrarlas y esperar que pase el invierno para empezar de nuevo el
ciclo.
Los animales acumulan comida y grasa durante la época de calor y de
abundancia y se reproducen en un ciclo que permite reducir la
alimentación y ahorrar energía durante el invierno.
El cambio de estaciones ha dudo lugar a diversas adaptaciones. A un
extremo están los que se pasan el invierno durmiendo, mientras que
otros han desarrollado pelaje blanco para cazar en la nieve. Una
solución más drástica, de los que tienen recursos para hacerlo, es
cambiar de clima. Este es el caso de muchas aves y especies marinas que
recorren grandes distancias en busca del clima propicio. La migración,
de acuerdo con la distancia, presenta diversos problemas que la
evolución ha ido enfrentando con recursos asombrosos. Una
característica de las migraciones es que se producen cíclicamente, en
el mismo período del año y por las mismas rutas.
Los viajeros
La lista de animales que migran con las estaciones es larga y abarca
desde insectos hasta ballenas. Entre todas las especies que pueden
volar, nadar o caminar largos trechos, hay aquellas que migran. Las
migraciones obedecen casi siempre a cambios climáticos que coinciden
con la abundancia de alimento o con condiciones propicias para la
reproducción. Desde las mariposas mexicanas que cruzan EE.UU. en
verano, pasando por las diversas clases de aves y tortugas, hasta las
ballenas viajan grandes distancias para reproducirse en el lugar más
conveniente, el que abandonan cuando el clima no es propicio.
Son miles los ejemplos, pero aquí cabe mencionar al campeón absoluto de
las migraciones, el llamado sarapito ('Limosa lappónica'), una especie
de gaviota de pico y patas muy largas de unos 44 centímetros de largo,
con una envergadura de ala de hasta 82 centímetros y un peso de 350
gramos. Esta ave viaja entre Alaska y Nueva Zelanda 11.000 km, cruzando
el Océano Pacífico. Para hacerlo, al partir, el 55% de su peso consiste
en grasa almacenada como combustible. El viaje de regreso lo hace por
etapas. Una variante de esta especie viaja del noroeste de Asia a
Tierra del Fuego, pero todavía no se sabe si se detiene en el camino,
cuántas veces o dónde. La tortuga Laúd ('Dermochellys coriacea') del
Caribe es otra gran viajera, de gran tamaño --mide hasta 2,70 metros y
pesa 900 kg--, recorre el Caribe, llega hasta el noreste de EE.UU. en
el verano y regresa a las costas de Sudamérica o África cuando empieza
el invierno del hemisferio norte. Son muchos los sistemas por los que
se guían los animales migratorios, pero en el caso de la tortuga, uno
de los factores es la temperatura del mar.
Nuevos peligros
Hemos dado algunos ejemplos de animales migratorios que ilustran su
modo de vida y su dependencia de las estaciones. Por ello, el cambio
climático que está ocurriendo representa una seria amenaza para
diversas especies, aun cuando el hombre no intervenga directamente
alterando su hábitat o interfiriendo con su alimento. Este es el caso
de ciertas aves y de la tortuga Laúd, entre otros. Al subir la
temperatura y adelantarse el verano en el hemisferio norte, algunas
aves llegan con su itinerario normal para encontrarse que las orugas de
mariposa, su principal alimento, ya no están, porque han iniciado más
temprano su mutación debido al calentamiento global.
El cambio en las temperaturas del mar, también debido al calentamiento
global, está desorientando a las tortugas Laúd. Animales de sangre
fría, extremadamente sensibles a los cambios de temperatura, las
tortugas siguen al agua más caliente. Ahora, los mismos cambios de
temperaturas en el Caribe que han intensificado los huracanes las
desorientan. Como consecuencia se ha encontrado tortugas Laúd en
lugares donde normalmente no llegan, y las condiciones no son
favorables para el desove. Lo más probable es que si logran regresar,
encontrarán que sus huevos han sido víctimas de predadores. Este es
solo un ejemplo de los muchos efectos del calentamiento global
detectados por los biólogos.
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