Un
texto dado a conocer hace pocos días por el Banco Mundial reconoce,
aunque tibiamente, lo que muchos investigadores y científicos vienen
advirtiendo desde hace tiempo: no pocos desastres naturales, tales como
terremotos, huracanes y tsunamis son ocasionados por el cambio
climático y éste, a su vez, por la contaminación del planeta o el
quiebre de la armonía ecológica.
La oficial superior de programas de la Unidad de Gestión de Riesgos del
Banco Mundial, Margaret Arnold, ha sostenido algo que todos saben y que
otros viven como verdaderos dramas en carne propia: muchas zonas del
mundo sufren graves pérdidas humanas y económicas a consecuencia de
catástrofes naturales.
En el año 2005, por ejemplo, se sucedieron nada menos que 360 desastres
que provocaron la pérdida de miles de vidas y de 159.000 millones de
dólares en daños. Arnold ha reconocido que las naciones pobres son las
más propensas a sufrir desastres naturales y aun cuando no se
especifican en el texto los motivos por los que la naturaleza parece
ensañarse con los pueblos que menos tienen, es posible que ello se deba
a que en esos territorios los sectores económicos del mundo más
desarrollados llevan a efecto sus acciones productivas e industriales
que alteran el equilibrio ecológico con fatales consecuencias.
En este último aspecto, es menester destacar que la funcionaria de la
entidad bancaria ha reconocido que “es probable que estos efectos
empeoren debido al cambio climático, la acelerada urbanización y la
degradación ambiental”.
Por otra parte, no hace mucho la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación afirmó que “las fluctuaciones a
corto y a largo plazo de las pautas meteorológicas —variabilidad del
clima y cambio climático— pueden tener repercusiones extremas en la
producción agrícola, y hacer que se reduzca drásticamente el
rendimiento de las cosechas”.
Todo parece ser un círculo que atenta contra la vida humana, por cuanto
en lo que a producción agropecuaria se refiere, no es posible dejar de
advertir que las napas de agua se están contaminando en virtud de los
pesticidas utilizados en los cultivos. Pero también las aguas de
superficie tienen un alto grado de contaminación, como consecuencia de
la precipitación de dañinos desechos industriales, líquidos y sólidos.
Algunos estudios sostienen, por ejemplo, que en Argentina más de tres
mil empresas vuelcan a diario, desde hace años, sus residuos en cursos
de agua sin que se practique previamente algún tipo de tratamiento que
evite la contaminación y los convierta en agentes tóxicos.
El agua, fuente de vida, en muchos casos se transforma en causa de
enfermedades y muerte por la inescrupulosa acción de ciertos hombres,
que dan prioridad a la acumulación de riquezas de orden material por
sobre lo esencial que es una existencia digna, en todos los aspectos,
para cada uno de los seres humanos.
Y mientras estos operadores económicos de una y otra forma asestan un
duro golpe al ecosistema, en aras de un mal entendido crecimiento, y se
afanan en una empresa a veces irreflexiva e irrefrenable, el precio que
hacen pagar a otros y que concluirán pagando ellos mismos es altísimo:
la propia vida en el planeta.
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En mi opinión Escrito por Invitado el 2008-06-17 12:28:48 Deberíamos tomar conciencia de la contaminación ya que el agua, gota a gota, se agota.
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