La
amenaza del Cambio Climático (versión española de Editorial Taurus), es
el último libro, por ahora, de Tim Flannery, avezado científico y
explorador, y nada amigo de los eufemismos, pues ya desde el mismo
prólogo de su obra sostiene que “en los años venideros, el tema de que
aquí me ocupo, eclipsará a todos los demás juntos, hasta convertirse en
el tema único”.
Y si bien es verdad que cualquier tiene la tendencia a pensar que sus
asuntos son el espacio central destacadote que preocuparse, lo cierto
es que en este caso existe un amplio consenso sobre la trascendencia
del tema; en el que desde hace tiempo están insistiendo muchos
científicos, entre ellos James Lovelock, autor de la hipótesis de Gaia,
que lo dijo muy claro: “el calentamiento global se ha convertido en el
mayor peligro al que hasta ahora se ha enfrentado la civilización”.
Sentencia que también encuentra eco en Al Gore, el verdísimo
ex-vicepresidente de EEUU.
Nos dice Flannery que el tiempo meteorológico, el que percibimos cada
día, se convierte paso a paso en la integral del clima, viéndose éste
alterado por factores a largo plazo, como las variación de la elipse de
la Tierra en torno al Sol, la deriva continental, y la radiación solar;
así como por la incidencia de los volcanes y meteoritos que influyen en
el ciclo del carbono.
Pero, con todo, el cambio que más interesan a Flannery, es los
producidos por las actividad humana, por las emisiones de gases de
invernadero (EGI): porque cuando quemamos leña, madera o combustibles
fósiles, liberamos carbono que llevaba décadas o siglos fuera de la
circulación atmosférica; o millones de años atrapado en el sumidero de
los grandes yacimientos. O dicho lapidariamente: “las rocas y las aguas
de nuestro planeta están abarrotadas de carbono impaciente por arder”.
Y pese a las muchas dificultades a que todavía se enfrentan los
científicos del cambio climático, ya existe un cierto consenso a la
hora de juzgar el calentamiento global; por el fuerte incremento de las
actividades antrópicas contaminantes desde los tiempos de la Revolución
Industrial para acá, que están elevando las temperaturas a la cota de
verdadero “umbral de peligroso cambio climático”.
Las consecuencias de todo eso, están a la vista, con el deshielo del
Ártico, y de la Antártida, procesos que si se aceleraran aún más,
elevarían el nivel de los mares, poniendo en peligro la vida de dos
tercios de los habitantes del planeta que viven a pocos kilómetros de
la costa. Pero todavía hay algo peor: Tim Flannery abandonando el
estilo cauteloso que lógicamente impregna los informes del Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático, se atreve a emitir una
previsión concreta: en el año 2080, Groenlandia podría estar a una
temperatura 4ºC más que ahora, con lo que se fundiría suficiente hielo
como para reducir sustancialmente la salinidad de los mares, y frenar
así la Corriente del Golfo; que con su flujo de agua caliente, 100
veces el volumen del Amazonas en su desembocadura, modera el clima
europeo, con un efecto equivalente a una luz solar un tercio mayor de
la realmente existente.
El escenario resultante sería paradójico: el calentamiento global haría
que la Tierra siguiera subiendo de temperatura durante un tiempo, hasta
producirse un cambio drástico que nos haría entrar en la quinta
glaciación.
La consecuencia de todo lo anterior es que si hemos de estabilizar el
clima, no sólo ha de llevarse el Protocolo de Kioto a nuevos y
definitivos avances (emisiones cero de CO2), sino que ha de acelerarse
la transición del petróleo, el carbón y el gas natural, hacia las
energías renovables alternativas; entre ellas la solar y la eólica,
hasta arribar al puerto más deseado: la economía de hidrógeno.
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