Cuando yo era niña, en los años ’50, el odioso olor a huevo podrido
formaba parte de mi vida todos los veranos. Cuando el viento venía del
otro lado del lago, donde estaban las viejas fábricas de celulosa, el
olor hacía la respiración casi imposible.
Me acuerdo también del agua clara del lago de mi juventud. Durante los
años ’60 comenzó a estar visiblemente contaminado, hasta que al final
un alga asquerosa cubrió las rocas de la playa y fue imposible nadar y
disfrutarlo. Las familias que solían pasar las vacaciones en el campo
empezaron a vender sus casitas de verano y lo mismo hizo mi familia a
finales de la década.
Sin embargo, en la Finlandia de mi infancia, la industria forestal
tenía una posición privilegiada. El país estaba luchando contra la
recesión económica resultado de la última guerra mundial. Con los
productos forestales y los de la industria metalúrgica, Finlandia pagó
la inmensa deuda de guerra a la Unión Soviética. Los pagos
representaron, en algún momento, hasta el 16 por ciento de todos los
gastos del Estado, lo que significó grandes sacrificios para los
ciudadanos comunes y corrientes.
Pero cada centavo de la deuda fue pagado. El último tren, que llevó los
productos de pago, pasó la frontera con la Unión Soviética el 18 de
septiembre de 1952.
La industria forestal era considerada la salvadora del país y por eso
se aceptaban las desventajas, que no hubieran sido toleradas a otras
industrias. En esa época no se podía criticar la industria forestal. No
habían activistas protegiendo los bosques finlandeses y poniendo
límites a los ingenieros forestales, que cada vez se ponían más
codiciosos. El bienestar de Finlandia era el bienestar de la industria
forestal.
El agua
El problema que causaban los desechos líquidos de la industria forestal
empezó a atraer la atención durante la década del setenta. Yo misma
empecé a estudiar el tema de conservación de aguas en el año 1974. Era
una carrera muy nueva. En la misma época la conciencia ambiental de los
ciudadanos estaba creciendo y empezaron las confrontaciones entre los
ambientalistas y la industria forestal. Esto continúa hasta la
actualidad. Después se ha trabajado bastante para recuperar la
condición de las aguas, esto incluye a los ríos, los lagos y al mar
Báltico.
Todavía hay pequeñas fábricas de celulosa muy antiguas, que siguen
contaminando las aguas. Son aceptadas únicamente por políticas
regionales, para no generar desempleo. Pero la mayor parte de pasta de
celulosa y papel es producida en fábricas grandes y modernas, cuyas
emisiones contaminantes son hoy día una pequeña parte de lo que fueron
anteriormente. En cincuenta años la producción de papel y cartón se ha
duplicado. Al mismo tiempo, la contaminación disminuyó de manera
impresionante, por ejemplo: las emisiones de partículas son ahora menos
de una décima parte de lo que fueron antes. Las emisiones de
fertilizantes como fósforo y nitrógeno no han disminuido en la misma
proporción, pero también muestran una tendencia favorable: ahora son la
tercera parte de lo que fueron en los años ’80.
La mejor manera de describir la tendencia a bajar las emisiones
contaminantes es mencionar que en los años ’70 se necesitaban 250
metros cúbicos de agua para producir una tonelada de celulosa y ahora
sólo se necesitan entre 20 y 50 metros cúbicos. Se puede decir que la
historia de la disminución de los desechos de la industria forestal es
una de las pocas historias exitosas dentro de la conservación de la
naturaleza.
A pesar de eso, no habría que soñar con lo imposible. Desde que tengo
memoria, se ha hablado de fábricas con un sistema cerrado de
circulación de agua, es decir, sin derramar desechos en los ríos y
lagos. Sin embargo, en ningún lugar del mundo se ha logrado desarrollar
una fábrica que no produzca desechos.
Además, de vez en cuando, el ser humano comete errores. Hace un par de
años una fábrica de pulpa de celulosa de la empresa finlandesa
UPMKymmene contaminó las playas cercanas para todo el verano. Como
resultado de un juicio contra la empresa, la gente local y los
propietarios de las casas de verano fueron bien indemnizados.
El cloro
Uno de los temas más discutidos es el uso del cloro en el proceso del
blanqueo de la pulpa. En Finlandia no se ha podido dejar de usar cloro.
Generalmente se aplica el blanqueo ECF (Elementary Chlorine Free), el
mismo blanqueo que Botnia va a montar en Fray Bentos, Uruguay. Este
método usa dióxido de cloro, peróxido de hidrógeno y oxígeno para
blanquear la pulpa. La única fábrica finlandesa donde se ha contado con
el blanqueo sin cloro TCF (Totally Chlorine Free, usando el oxígeno) es
la de Botnia, en Rauma. Pero incluso allí están en proceso de cambio
hacia el blanqueo ECF. En algunas fábricas se pueden usar los dos
métodos.
La industria defiende el método ECF con el argumento de que exige menos
energía y madera y por eso es más favorable para el medio ambiente.
Pero la verdadera razón puede ser el hecho de que produce una celulosa
más clara para el consumidor, que está acostumbrado al papel blanco y
lujoso.
Sin embargo, en la actualidad el cuatro por ciento de la celulosa producida mundialmente se blanquea sin cloro.
El olor
Mucho tiempo será necesario para deshacerse del olor a huevo podrido.
El pestilente olor cerca de las fábricas de celulosa es causado por las
combinaciones del azufre (hidrosulfato o combinaciones orgánicas),
producidas en diferentes etapas del proceso. Se trata de detener las
emanaciones de los gases, pero se escapan fácilmente ante cualquier mal
funcionamiento del proceso. Como nuestro sentido del olfato es muy
sensible a esos olores, hasta el momento no existe una fábrica de
celulosa que no tenga, de vez en cuando, el mal olor de mis recuerdos
infantiles.
Finlandia es un país con decenas de miles de lagos y con bosques interminables.
Las áreas boscosas cubren más de 80 por ciento del territorio. A pesar
de la industria forestal intensiva, esta proporción se ha mantenido.
Pero la calidad de los bosques naturales sí ha cambiado. Casi todos
ellos, tanto los privados como los estatales, están al servicio de la
industria. El porcentaje de los bosques protegidos y parques nacionales
es de entre 4 y 7 por ciento de las áreas boscosas, dependiendo del
método con que se calcule. La distribución varía de una región a otra.
En el Norte puede llegar a ocupar hasta 40 por ciento, mientras que en
el Sur, donde vive la mayor parte de la población, es menos de uno por
ciento.
Los ambientalistas exigen que por lo menos el 10 por ciento de los bosques sean protegidos.
Los bosques
A nivel mundial, la legislación finlandesa está muy avanzada. Ya a
finales del siglo XIX no estaba permitido cortar ni un solo árbol sin
sembrar uno nuevo. Pero ese mismo método favoreció un crecimiento
rápido destinado al uso de la industria forestal. El pino (Pinus
Sylvestris) comenzó a ocupar cada vez más territorio en detrimento de
otras especies, resultando muchas veces casi en un monocultivo. Como
consecuencia, la diversidad boscosa se ha empobrecido
significativamente. Los biólogos informan cada año sobre nuevas
especies en peligro de extinción, el 40 por ciento de las cuales está
en peligro debido a la industria forestal intensiva. Además, la
celulosa detuvo la vieja tradición de la madera: la producción de
muebles artesanales y la construcción de casas de madera fueron casi
olvidados.
Hoy en día los problemas ambientales se ven más claramente que antes.
La legislación ha sido renovada y se favorecen métodos menos dañinos.
Pero en el Norte la naturaleza se renueva muy lentamente y los errores
ya cometidos estarán presentes por largo tiempo. Creo que ni yo ni mis
hijos vamos a ver los antiguos y oscuros bosques que tanto han
enriquecido la mitología finlandesa y su fantástico mundo de los seres
del bosque. Por suerte se han conservado muchos poemas, cuentos y
cantos con que las antiguas generaciones compartieron con las nuevas,
su sabiduría y conocimientos.
¿Por qué América latina?
La industria de pasta de celulosa y papel está viviendo un cambio sin
antecedentes. La competitividad de la industria del Norte está
deteriorándose con el proceso de la globalización. En su necesidad de
mejorar la competitividad, la industria está buscando mano de obra
barata, madera barata y la cercanía de los mercados. En América latina
la mano de obra es económica y el eucalipto está listo para ser cortado
en menos de diez años. En cambio, los árboles que crecen en Finlandia
pueden ser cortados solo después de 60 o incluso 120 años. Muchos de
los países del Tercer Mundo ofrecen exoneración de impuestos, un
control estatal débil y otros beneficios para las empresas extranjeras.
Como consecuencia, en este momento las empresas finlandesas están
construyendo fábricas de celulosa en América latina y Asia. Muy
conocidos son los casos de Botnia en Uruguay y el de Stora Enso en
Brasil. En Chile no hay empresas finlandesas de celulosa, pero en las
fábricas de Celulosa Arauco y Constitución usan muchas maquinarias de
la empresa finlandesa Metso. En todos los casos las firmas finlandesas
han sido fuertemente criticadas.
Con la apertura de la industria finlandesa en los países
latinoamericanos, en Finlandia se siente en el aire la presión por
cerrar fábricas. Y no sólo en nuestro país sino en toda Europa. La
empresa suecofinlandesa Stora Enso acaba de cerrar una fábrica en
Francia y otra en Holanda. En Finlandia, en los últimos años se han
cerrado parcialmente algunas papeleras y la fábrica de UPMKymmene en
Voikkaa fue clausurada (2006).
Norte vs. Sur
La industria acaba de publicar una investigación proyectiva hasta el
2030, que refleja su propia visión sobre el futuro. Según ella, la
industria forestal no desaparece de Finlandia en su totalidad, pero sí
cambia de forma. Finlandia va a concentrarse en productos muy modernos
y desarrollados, en vez de la pulpa y el papel tradicional. Se puede
leer entre líneas que el futuro del Norte es de todo tipo de productos
“high tech” o productos “inteligentes”, de los cuales algunos ya son
realidad.
Simplificando un poco, según los sueños de los empresarios finlandeses,
las fábricas de celulosa y papel se construyen en el Sur y la
producción más sofisticada se concentra en el Norte. En su estrategia
actual, los problemas medioambientales no juegan un rol importante.
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