Los 189 países que asistieron a la reunión, una vez más recalcaron las
graves consecuencias que representa para la humanidad el calentamiento,
sin embargo los Estados Unidos continúa rechazando el Protocolo de
Kyoto, argumentando que pone en riesgo el nivel económico de su
población.
Mientras tanto, los científicos han acuñado el término canarios del
cambio climático, para aquellas poblaciones localizadas en zonas de
grave riesgo, usualmente localizadas en el trópico. Kenya - país
anfitrión de la reunión - parece ser una de los más castigados por los
embates causados como consecuencia del calentamiento global. En la
actualidad, hay más de un millón de pastores nómadas Turkana que
padecieron una larga sequía durante todo el año, perdiendo el ganado -
eje de su economía de subsistencia - y en la actualidad sufren de
severas inundaciones, que ponen en peligro de desplomarse a la represa
del Río Tana.
En el caso de Mesoamérica es la costa caribe la que principalmente es
afectada por el incremento de la intensidad de las tormentas y
huracanes, y en un futuro no muy lejano buena parte de nuestra
población costera terminará como desplazados ambientales. El concepto
de canarios del calentamiento global para los pueblos garífunas y
miskitos es tristemente adecuado, ya que por la situación geográfica de
nuestros hábitats, nos asemejamos a los pájaros portados por los
mineros para señalar la presencia de gases deletéreos dentro de los
socavones.
El costo económico que pagaremos por el calentamiento global excede al
precio de las intervenciones y cambios requeridos en la actualidad para
frenar el fenómeno. El reporte del ex economista del Banco Mundial,
Nicholas Stern, señala el precio de las consecuencias del cambio
climático y lo compara a una guerra, argumentado que la inversión
requerida en este momento para frenar las emisiones de gases
invernadero, traería dividendos colosales para un futuro no muy lejano.
Según Stern, los costos de inversión que se requieren en la actualidad
es el 1% del GDP mundial, pero a largo plazo la inversión es mínima
comparada con los costos de la destrucción que causará el cambio
climático.
La reciente reunión de Nairobi puso en manifiesto una vez más el
conocimiento de la problemática, al mismo tiempo que señala la ausencia
de voluntad para los compromisos políticos necesarios para enfrentar el
calentamiento global.
Mientras tanto los glaciares se esfuman y la capa de hielo del Artico
desaparece, el continente africano se debate en una enorme sequía, la
tundra siberiana disminuye y las tierra bajas de Bangladesh se inundan
al derretirse la nieve perpetua del Himalaya. El panorama parece
afectar más a los países denominados en vías de desarrollo que a los
industrializados, los que de una forma u otra evaden los recortes de
sus emisiones de gases invernadero.
El Comité Permanente de Contingencias, COPECO, asegura que en Honduras
son tres mil millones de lempiras ($167 millones de dólares) las
pérdidas causadas por los desastres naturales. Sin embargo, no existe
en el país una política efectiva de prevención y respuesta a las
calamidades que incluya a las comunidades y mucho menos una visión de
ahorro de combustibles fósiles.
La población de la costa norte de Honduras vive sometida a la zozobra
de los vaivenes climatológicos. El fenómeno el niño ha frenado la
presencia de huracanes y tormentas en este año, pero es de esperar que
al terminar el ciclo del niño nos veamos abatidos por intensas lluvias,
que asociadas con la destrucción de las cuencas hidrográficas pone en
jaque a las comunidades ubicadas en zonas de alto riesgo.
Desafortunadamente nos acordamos de la problemática cuando el agua
inunda nuestras casas. Las comunidades de Batalla, Tocamacho y
Guadalupe no se han repuesto de las inundaciones del año pasado,
mientras la destrucción de la cuenca del Río Sico y David continúa como
parte de ese "desarrollo" que se viene imponiendo en el país.
Es hora que frenemos la destrucción del bosque y nos concentremos en la
recuperación de las cuencas hidrográficas, al mismo tiempo mermemos el
uso de combustibles fósiles. De otra manera, sólo nos queda empezar a
construir el arca en que los canarios se embarcarán.
Mirian Miranda
Dirigente de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), La Ceiba, Atlántida, Honduras
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