Dos noticias relacionadas con el cambio climático están llenando los
cintillos de los principales medios de prensa de todo el mundo. Por un
lado, el estreno del documental Una verdad incómoda, que recoge las
intervenciones que el ex vicepresidente estadounidense, Al Gore,
realiza en muchos países para explicar los efectos presentes y futuros
del cambio climático en el Planeta.
La otra, es la presentación del Informe Stern, encargado por el
Gobierno de Gran Bretaña y que concluye que "si en los próximos 20 años
no invertimos el proceso, el cambio climático podría ser irreversible…
además de un golpazo sin precedentes para la economía mundial".
Según la información manejada por Gore, se debe comenzar por la
reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) en el 25% para el
2050 y en el 80% para finales de siglo. De no hacerlo y continuar con
el ritmo actual de emisiones, en el 2035 la atmósfera acumulará el
doble del nivel de GEI que existió antes de la Revolución Industrial,
lo que se traduciría en un aumento de la temperatura en dos grados
Celcius.
La relación entre gases y temperatura es exponencial: el actual ritmo
de emisiones situaría el termómetro en 5º C más en el 2100, la misma
diferencia de grados acaecida desde la última glaciación hasta hoy.
A esta misma conclusión llega el Informe Stern, pero aporta un dato
más: es la primera vez que se exponen las consecuencias económicas si
no se frenase el cambio climático.
La situación estadística es la siguiente: la reducción de CO2 a la
atmósfera durante los próximos años supondrá una inversión equivalente
al 1% del PIB mundial.
De no hacerlo, las repercusiones económicas como sequías, inundaciones,
millones de desplazados, nuevas enfermedades, destrucción de la
agricultura, etc., equivaldrían, en el mejor de los casos, a una
destrucción del 5% de ese PIB, y en el peor, del 20%. En pocas
palabras: la mayor catástrofe económica de la historia.
Según Stern, "son las naciones desarrolladas las que deben hacer un
esfuerzo suplementario, pues dominan la tecnología necesaria para
desarrollar fuentes de energía de baja emisión de carbono. Además,
deben ser solidarias y aplicar esa tecnología a cualquier política de
desarrollo que se dé en los países tercermundistas".
Consecuencias medioambientales
"De los 928 estudios científicos sobre calentamiento global publicados
en el mundo hasta el 2004, ninguno negaba el cambio climático. No hace
falta irse al papel para comprobarlo. Algunos datos ya son lo
suficientemente alarmantes", significó recientemente la revista Science.
"De aquí al 2035, podrían extinguirse entre el 15% y el 40% de todas
las especies vegetales y animales del mundo; en el Ártico mueren cada
vez más osos polares por no tener plataformas heladas sobre donde
descansar; además, en el 2000 se localizaron las primeras gaviotas… ¡en
el Polo Norte!; el ritmo de recesión de las nieves del Kilimanjaro, el
monte más alto de África, es tal que en el 2020 dejarán de existir",
plantea Science.
A esto habría que añadir que los 10 años más calurosos de la historia
se encuentran entre los últimos 14. Según la Organización No
Gubernamental Oxfam, el nivel de la temperatura ha subido en África
medio grado en un siglo, aunque en lugares como Kenya ha alcanzado
+3,5º C.
Consecuencias humanas
La principal es, sin duda, la carestía de agua por un lado y la subida
del nivel del mar por otra, lo que provocará lo que se denominan
"refugiados climáticos", o sea, miles de personas en busca de lugares
con mayor facilidad de acceso a los recursos.
Así, algunos políticos europeos ya hablan de la "seguridad climática",
consistente en pensar no solo en el calentamiento, sino también en sus
consecuencias geoestratégicas.
El Informe Stern ofrece una serie de soluciones a partir de tres enfoques:
1. Fijación del precio del carbono: el CO2 debe tener un precio,
aplicado a través de impuestos, comercio de emisiones o regulaciones.
2. Tecnologías bajas en carbono: el presupuesto recaudado deberá
emplearse en la creación de mercados de tecnologías y otros bienes y
servicios bajos en carbono (medios de transporte, por ejemplo)…
Mercados que derivarían en miles de puestos de trabajo y en cientos de
billones de euros anuales. Para que sean efectivos, esa tecnología,
dominada por el Primer Mundo, deberá ser compartida con el Tercero,
convirtiéndola en un bien común.
3. Eliminación de barreras: para la eficiencia energética y para
informar, educar y persuadir a las personas acerca de lo que pueden
hacer para responder al cambio climático: en todas las políticas de
desarrollo se debe integrar plenamente el conocimiento sobre el
calentamiento global.
Por supuesto, y atendiendo a estos tres planteamientos, ya se plantea
de antemano –y como precedente— la existencia de una tecnología
dominada por el Primer Mundo que deberá compartir con el Tercero,
además de mercados de cientos de billones de euros, para continuar
llenando los bolsillos de minorías poderosas o mafias modernas.
En definitiva, se vislumbra otro nuevo y gran negocio a partir de los
problemas a los que no solo conllevan los cambios climáticos, sino
también el afán de lucro, riqueza y extorsión de numerosas
organizaciones y organismos gubernamentales y no gubernamentales, que
van a continuar traficando con la situación cada día más insostenible
de los pobres y desposeídos de todo el mundo.
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