San Francisco, (EEUU).
Los científicos han comenzado
a plantar árboles genéticamente
modificados que crecen más rápido,
producen mejor madera y frutas, combaten
la contaminación y hasta sirven
de centinelas para detectar ataques
de gérmenes y sustancias químicas.
Activistas del medio ambiente temen,
empero, por consecuencias dañinas
que podrían ocurrir de manera
involuntaria.
La nueva técnica no
se extenderá tanto (en los
bosques) como la biotecnología
en la agricultura, pero podría
ser mucho más destructiva,
dijo Jim Diamond, de la organización
ambientalista Sierra Club.
Los árboles son lo que
queda de nuestro ambiente natural
y (los bosques) son el refugio de
las especies en peligro de extinción,
explicó acerca de su posición.
El Sierra Club desea que se imponga
una moratoria en la siembra de árboles
genéticamente modificados en
espacios exteriores, hasta que haya
mayores avances científicos.
Pero su pedido ha sido rechazado por
los expertos.
Los investigadores de árboles
sostienen que sus críticos
no tienen en cuenta cómo la
ciencia puede ayudar a la naturaleza.
Consideran que la biotecnología
puede proveer lo que se necesita para
ayudar a revertir la deforestación
mundial y la contaminación
industrial, y al mismo tiempo satisfacer
la creciente demanda de productos
de madera y papel.
Por ejemplo, ya se han reconocido
los logros de la biotecnología
para salvar unos 14 millones de dólares
anuales a la industria de la papaya
de Hawai. Un virus había arruinado
al 40% de la cosecha y amenazaba con
destruir al resto antes de que se
crearan semillas genéticamente
modificadas para resistir al virus,
en 1998. Ahora, la industria prospera
nuevamente.
El Departamento de Agricultura ha
recibido desde 1989 unas 230 notificaciones
de experimentos con árboles
genéticamente modificados,
la mitad de ellas desde el 2000.
Pero hasta ahora, las autoridades
sólo han aprobado la comercialización
de árboles de papaya genéticamente
modificados. El resto aún está
en etapa experimental.
Algunos investigadores inyectan a
los árboles material genético
extraído de virus y bacterias
que les permiten crecer más
rápidamente y desarrollar mejor
madera. Otros les están incorporando
una mezcla de genes bacteriológicos
para contribuir a que limpien la tierra
contaminada.
Otros, incluso, les agregan genes
que pueden reducir la cantidad de
sustancias químicas tóxicas
necesarias para fabricar el papel
con los árboles.
Los agricultores dedicados a la cosecha
de frutas buscan árboles más
duros y menos dependientes de los
insecticidas.
El Pentágono concedió
este año 500.000 dólares
a científicos del Estado de
Colorado para que desarrollen un pino
u otras plantas que puedan cambiar
de color cuando estén expuestas
a un ataque de sustancias químicas
o a gérmenes.
Numerosos experimentos están
respaldados por compañías
papeleras y madereras que desean el
desarrollo de árboles que aporten
más madera y papel.
Los experimentos incluyen a álamos,
eucaliptos, manzanos y cafetos. Y
los científicos incluso esperan
revivir los castaños norteamericanos,
devastados hace un siglo.
Todo esto es posible porque los científicos
comprenden mejor ahora los genomas
de los árboles. El Proyecto
Dendrome de la Universidad de California
en Davis ofrece información
genética detallada sobre 100
árboles en su sitio de la Internet.
Salvo la papaya de Hawai, no se espera
la comercialización de otro
árbol genéticamente
modificado en los próximos
cinco a diez años.
29 de agosto de 2003
Fuente:
|