Uno de los problemas ambientales menos
conocidos pero más devastadores
que afecta hoy al planeta, la desertificación,
estará a debate durante dos semanas
a partir del 25 de agosto
en La Habana, durante el VI Período
de Sesiones de la Conferencia de las
Partes de la Convención de Naciones
Unidas de Lucha contra la Desertificación
y la Sequía (COP6). Invitados
más de 26 mandatarios.
Parecería un absurdo. ¿Cómo
el coto del agua y la biodiversidad
mundial -el símbolo del esplendor
biológico del planeta- podría
convertirse en desierto? Si cayera
otro meteorito por Yucatán
o lugar parecido, tal vez -dirían
unos. Si estalla una guerra nuclear,
quizá -alegarían otros.
No es posible -afirmaría la
mayoría. Mas resulta que no
hace falta un cataclismo natural o
humano, y sí es probable.
En el año 2000, cuando en
Brasil se barajaba un proyecto que
terminaría deforestando la
mitad de la Amazonia, la perspectiva
estaba a la vista. La idea -después
que las madereras transnacionales
vendieran los palos tumbados como
aserrín- era convertir las
áreas desarboladas en zonas
agrícolas y pecuarias. El escándalo
no se hizo esperar.
Sin la selva -enseguida esgrimieron
científicos y ambientalistas-
la tierra amazónica no servirá
para nada. Su capa fértil es
poco profunda y ácida, y la
región está expuesta
a inundaciones periódicas que
impiden la agricultura.
Imaginen una crecida del Amazonas
pasando por gigantescas sabanas. Allí
no quedaría ni títere
con cabeza ni un granito de buena
tierra para alimentar tan siquiera
a una ameba.
"Las lluvias y las inundaciones
-editorializaba el periódico
digital Rebelión- arrastrarán
el delgado suelo fértil, causando
devastadoras erosiones y, en poco
tiempo, se iniciará el proceso
de desertificación". Y
recordaba que 160 000 kilómetros
cuadrados de ese patrimonio mundial
fueron metidos en ese triste destino
y terminaron abandonados... Se encontraban
en franca desertificación.
Seca, seca
La Convención de las Naciones
Unidas de Lucha contra la Desertificación
y la Sequía tendrá aquí
en La Habana, entre el 25 de agosto
y el 5 de septiembre próximos,
el VI Período de Sesiones de
la Conferencia de las Partes (COP6).
Sus expertos califican la desertificación
como la degradación de las
tierras en zonas áridas, semiáridas
y subhúmedas secas. Es un "proceso
gradual de pérdida de productividad
del suelo y de reducción de
la cubierta vegetal" debido a
actividades humanas y variaciones
climáticas como sequías
prolongadas e inundaciones.
Según una carpeta enviada
a la prensa por la delegación
de Cuba a la COP6, aunque la desertificación
afecta más a Africa dos terceras
partes de su territorio son desiertos
o tierras secas, el problema no se
circunscribe a allí.
Bajo igual categoría cae la
cuarta parte de América Latina
y el Caribe. En Estados Unidos, el
30 por ciento de las áreas
están afectadas por la degradación.
En España, la desertificación
amenaza a la quinta parte de los suelos.
En China, desde los años 50
las tormentas de arena y "el
crecimiento de los desiertos han arrasado
cerca de 700 000 hectáreas
cultivadas; 2,35 millones de hectáreas
de pastizales; 6,4 millones de hectáreas
de formaciones forestales de diferente
tipo y de vegetación arbustiva..."
Según un informe de la Oficina
para América Latina y el Caribe
del Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, la ignorancia del
medio natural desempeñó
un papel importante en la aparición
en Estados Unidos del terrible Desierto
de Polvo (Dust Bowl) en los años
30.
"Una de las medidas erróneas
fue que los agricultores del Medio
Oeste utilizaron en una época
de sequía arados que estaban
diseñados para las latitudes
más templadas de Europa occidental".
Y "en las décadas recientes,
equivocaciones similares en la elección
de políticas o tecnologías
-apuntaba- han conducido a la degradación
de tierras en muchos países,
desarrollados y en desarrollo".
Ambientalistas españoles denuncian
que en su país el más
afectado del Primer Mundo la erosión
de los suelos está en límites
intolerables. La fomenta la explotación
insostenible de los recursos hídricos
causa de graves daños ambientales,
incluidos la contaminación
química, la salinización
y el agotamiento de los acuíferos.
También impacta la pérdida
de la cubierta vegetal debido a reiterados
incendios forestales; la concentración
de la actividad económica en
las zonas costeras por la urbanización;
la actividad industrial, el turismo
masivo y la agricultura de regadío...
Y ocurre, según organizaciones
ambientalistas ibéricas, porque
las políticas que lleva a cabo
el gobierno en materia agrícola,
urbanística e hidrológica
se alejan cada vez más de un
modelo de desarrollo sustentable que
pudiera prevenir la degradación.
Para los especialistas, entre los
aceleradores de la desertificación
en el planeta está la deforestación,
la erosión hídrica,
la erosión eólica, la
salinización, la reducción
de la materia orgánica del
suelo, su encostramiento y compactación,
y el uso de contaminantes en producciones
agrícolas y animales.
Yerra quien piense que la causa está
en puros hechos naturales. El sobrecultivo,
el pastoreo excesivo, la tala y las
prácticas inadecuadas de riego
constituyen parte de los primeros
agentes. El clima y las sequías
representan solo elementos favorables.
Las causas son complejas, agregan
los expertos. Pero es el hombre quien
desencadena el proceso. Estamos ante
el nuevo Dios del desierto; también,
ante su más grande víctima.
Hablamos, además, de ingenuidades,
errores, importación de tecnologías
ajenas, malas políticas...
Estéril pobreza
Es la pobreza, empero, el mayor contribuyente
de la desertificación. Los
pobres tienen un solo camino: exprimir
hasta la última gota el sustento
que puede darle la tierra por poco
que sea y al costo que lleve. Sobrevivir
uno y los suyos, es el más
elemental de los derechos humanos.
Lo que vale es el día, mañana
veremos, se dirán muchos.
Unos 135 millones de personas el
equivalente a la población
de Alemania y Francia juntas podrían
verse obligadas a desplazarse por
efecto de la desertificación.
En los próximos 20 años,
se espera que unas 60 millones de
personas abandonen las áreas
desertificadas del Africa subsahariana
y emigren hacia el norte del continente
y Europa, plantean los analistas.
En México, por ejemplo, se
pierde un millón de hectáreas
de bosques al año y un alto
por ciento del territorio presenta
grados de desertificación.
La baja en la producción agrícola
no se ha hecho esperar y los campesinos
abandonan en masa sus lugares. Se
plantea que de continuar con los actuales
niveles de tala de bosques y selvas,
así como de degradación
de suelos, a la vuelta de unas pocas
decenas de años allí
no existirán tierras aptas
para la agricultura.
"La lucha contra la desertificación
y la lucha contra la pobreza son dos
variantes de un mismo objetivo",
se apunta constantemente por científicos,
ambientalistas y políticos
de buena voluntad en cuanto foro sobre
el tópico aparece.
Con severas consecuencias sobre la
economía, la sociedad y el
medio ambiente, la desertificación
está estrechamente vinculada
con el cambio climático mundial
y la pérdida de la diversidad
biológica. Nadie escapa. Los
masivos incendios forestales que han
devastado en los últimos días
decenas de miles de hectáreas
y dejado decenas y decenas de muertos
en Europa, es la más reciente
señal.
Lenta y callada, aplastante y abrumadora,
la desertificación amenaza
al mundo. A la vuelta de unos pocos
años, casi mil millones de
personas pudieran observar sin poder
hacer nada cómo sus tierras
se vuelven estériles.
Ya ocurre. Unos 250 millones de humanos
sufren de manera directa sus efectos.
Es un grave problema ambiental que
asola a la cuarta parte de la superficie
terráquea. Las víctimas
humanas, animales y vegetales- habitan
en más de cuatro mil millones
de hectáreas y más de
100 países. Pero todo el planeta
sentirá sus consecuencias.
COP6
La Convención de las Naciones
Unidas de Lucha contra la Desertificación
en los países afectados por
sequía grave o desertificación,
en particular Africa, tiene sus orígenes
en la Cumbre de la Tierra (Río
de Janeiro, 1992). Su texto matriz
fue concluido en 1994 y entró
en vigor en diciembre de 1996, una
vez ratificado por 50 países.
Al VI Período de Sesiones
de la Conferencia de las Partes (COP6),
que se celebrará en La Habana,
llega -según los expertos-
con una madurez institucional la ratificaron
o se adhirieron a ella 186 países,
financiera y política, que
le valió la calificación,
el pasado año en Johannesburgo,
de ser la única convención
salida de Río de Janeiro que
trata aspectos de la supervivencia
del hombre en su enfoque más
objetivo, directo e inmediato.
La Conferencia de las Partes, la
reunión que se celebrará
aquí, es el órgano supremo
que toma las decisiones.
Revisa la aplicación de la
Convención, promueve y facilita
el intercambio de información,
aprueba los programas de presupuesto
y de actividades de sus órganos
subsidiarios, coopera con organizaciones
internacionales, organizaciones no
gubernamentales (ONGs) y otras convenciones
relacionadas. Desde el año
2001 se reúne bianualmente.
25 de agosto de 2003
Fuente:
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