Por casualidad de
la vida, viví en Extremadura
los primeros 14 años de mi vida
y posteriormente viví otros 20
años en la provincia de Barcelona
y estoy en condiciones de explicar a
los lectores las causas de estos incendios
forestales.
En esta primera parte me voy a centrar
en los incendios forestales de Extremadura
y por extensión a todos los
que ha habido en la vertiente atlántica
desde Galicia a Andalucía desde
hace muchos años.
Cuando yo nací en un pueblo
de la provincia de Cáceres,
la riqueza principal del mismo era
la ganadería que pastaba por
sus montes y dehesas, especialmente
cerdos, ovejas, cabras y vacas. Los
terrenos estaban poblados de robles,
castaños, encinas, alcornoques,
jaras y monte bajo.
A principios de los años sesenta,
coincidiendo con los Planes de Desarrollo
se instalaron en España tres
empresas importantes de fabricación
de pasta de papel, una en Galicia,
otra en Huelva y otra más en
Cataluña. Pero resulta que
en España no había materia
prima para esas fábricas, así
que se decidió hacer unas repoblaciones
masivas de pinos y eucaliptos, árboles
no adecuados para aquellos terrenos,
ya que eran incompatibles con el ganado
que lo habitaba, por todas las provincias
de la vertiente atlántica,
arruinando a los ganaderos que se
vieron obligados a vender sus ganados
y emigrar a las ciudades provocando
una despoblación masiva de
todos los pueblos rurales y ganaderos.
En mi pueblo en concreto fui testigo
de como se arrancó un robledal
centenario y se repobló con
pinos de rápido crecimiento
y se prohibió pastar el ganado
en ese terreno, también en
las montañas en los mejores
terrenos de estío que tenían
las cabras se repobló de pinos
y se obligó a rebaños
enteros de cabras a desaparecer.
Una vez repoblado el terreno nadie
se cuidó de cuidarlo, y pronto
fueron pastos de los fuegos que de
forma intencionada o casual se hacían.
Con el paso de los años, y
los entornos rurales despoblados de
gente joven, nadie se preocupó
de cuidar los montes, hacer cortafuegos,
talas selectivas, etc..
Así que cada año que
viene un poco más caluroso
de lo normal, basta con que un desaprensivo
pirómano, un rayo de tormenta
seca, una chispa de una torreta eléctrica
inicie un fuego para que su extensión
sea rápida y desproporcionada
y no haya medios suficientes en esas
regiones abandonadas a la buena de
dios para apagarlo de forma rápida
y controlada.
En la época franquista, había
un slogan en la televisión
que decía "Cuando un bosque
se quema, algo suyo se quema"
pero un día en la revista La
Codorniz apareció el siguiente
chiste "Cuando un bosque se quema,
algo suyo se quema Sr. Conde".
Pues eso es más o menos lo
que ocurre que a quien se les queman
los bosques es a los condes y demás
terratenientes que un día arruinaron
el modo de vida ancestral que tenían
las gentes de esas sufridas tierras
que van de Galicia a Andalucía.
Repoblaron los bosques en busca de
dinero fácil y contaron con
espléndidas subvenciones para
repoblarlos. Ahora ya creo que se
habrán dado cuenta del gran
error que cometieron al repoblar sus
tierras de árboles no autóctonos
y tan fácilmente combustibles.
Feliciano Robles Blanco
Ingeniero y Licenciado en Ciencias
de la Educación,
profesor de Tecnología en un
Instituto de Sevilla.
28 de agosto de 2003
Fuente:
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