Un grupo de
30 voluntarios, entre ellos
pescadores artesanales, salvaron
la vida de una ballena franca
austral adulta y' de su cría
que vararon el lunes por la
tarde en una playa de la península
Valdés.
"Fue
una lucha desigual, pero la
ganamos'" dijo Néstor
García, director de Conservación
de la Secretaría de Turismo.
Con baldes de agua, en una zona
rocosa y de difícil acceso,
los voluntarios mantuvieron
húmedos los cuerpos de
los cetáceos hasta ayer
a las 3 de la mañana,
cuando subió la marea
y pudieron volver al mar.
Según
García eran los últimos
dos ejemplares de ballena que
se encontraban en Valdés,
la mayoría emigró
hacia aguas antárticas
a mediados de diciembre de Chubut.
El varamiento
se produjo a las 4 de la tarde
del lunes. Dos pescadores artesanales
descubrieron a una ballena adulta
de 40 toneladas y a su cría
de 12 luchando para volver al
mar en playa Bengoa, una restinga
ubicada 30 kilómetros
al norte de Puerto Pirámide.
La restinga
es una entrada al mar , rodeada
de rocas, con poca profundidad
y de difícil acceso.
Presumibiemente, la cría
perdió el rumbo, su madre
la siguió y ambas vararon.
El ballenato nació hace
unos tres meses y todavía
no sabe desenvolverse solo en
las aguas del Atlántico
sur.
No bien descubiertas
comenzó el operativo
de salvamento del que participaron
también personal de Prefectura
Naval con asiento en Puerto
Pirámide y un total de
12 guardafaunas que se desempeñan
en la península.
Utilizando
pequeños baldes, mantenían
húmedo el cuerpo de las
ballenas para que el sol y el
calor no lo deteriorara. "Era
la única manera de mantenerlos
con vida. Cuando no están
en el agua, la piel de estos
cetáceos se reseca y
cuartea. Además, los
animales estaban heridos porque
lucharon muchísimo por
volver al mar en una zona muy
rocosa".
La ballena
franca austral es una especie
protegida, en peligro de extinción.
Llega a península Valdés
a mediados de mayo y permanece
hasta mediados de diciembre
para aparearse y parir. Durante
toda su estada en las costas
de Chubut no se alimenta. Aún
no se sabe con certeza adónde
van para alimentarse, aunque
se estima, que buscan el krill,
un camarón con muchas
proteínas que abunda
en aguas antárticas.
Desde Puerto
Pirámide se realiza el
avistaje en lanchas autorizadas.,
Casi diez mil turistas al año
disfrutan de un espectáculo
único en el mundo El
30 por ciento es extranjero.
Según
las estimaciones, llegan a las
costas chubutenses unos 600
ejemplares, de los cuales 150
se acercan a la costa. La ballena
franca austral fue una especie
perseguida y aniquilada por
la mano del hombre: a principios
de siglo había en el
mundo alrededor de 100 mil ejemplares.
Ahora sólo quedan 3 mil.
Fuera del
agua
Según
García, una ballena puede
sobrevivir hasta 48 horas fuera
del agua. Pero todo depende
del clima. "En el momento
del varamiento la temperatura
superaba los 30 grados en ese
sector de Península Valdés.
Una temperatura demasiado alta.
Por eso, los voluntarios debían
multiplicarse para ir hasta
el mar (la primera línea
de marea estaba a 100 metros)
y volver con los baldes con
agua.
Cundo una
ballena no está en el
mar pierde energía rápidamente,
su piel se cuartea y como los
pulmones quedan debajo de su
cuerpo, se le hace muy difícil
respirar. Todos estos problemas
la conducen a una muerte segura.
Los cuerpos
de los cetáceos quedaron
encerrados en la restinga y
a unos 30 metros de las aguas
profundas. "Era imposible
arrastrarlas por el tremendo
peso, dijo García. Por
lo: tanto, la única alternativa
era mantenerles el cuerpo húmedo
e incentivarlas para que no
se entregaran.
La marea
comenzó a subir ayer
a las 3 y una hora después,
con mucha dificultad los dos
cetáceos lograron introducirse
adentro y salvar sus vidas.
"No
se veía nada, pero todos
los que estaban ahí aplaudían
cuando vieron que la ballena
y su cría desaparecían
en la inmensidad del mar",
manifestó García
con emoción. "Para
nosotros fue un milagro de fin
de año porque el agua
no llega con mucha intensidad
al lugar donde estaban los animales".
En el operativo
participaron también
miembros de entidades ecologistas,
entre ellas la Fundación
Patagonia Natural. El varamiento
ocurrió en una época
inusual, cuando la ballena está
en retirada de la zona y no
se encuentra cerca de la costa.
Las características del
lugar hicieron muy dificultosas
las tareas de ayuda: es de muy
difícil acceso y cuando
la marea comenzó a subir,
los voluntarios debieron abandonar
el lugar para no quedar atrapados.
Los enormes
esfuerzos de un bebe de doce
toneladas
Diego Conchillo
es el jefe de Guardafaunas de
Península Valdés.
Y ayer estuvo entre los 30 voluntarios
que lograron salvar la vida
de las ballenas. "Fue emocionante
ver cómo la cría
incentivó a la ballena
adulta a no entregarse",
contó Conchillo, dijo
que el ballenato fue el primero
en zafar y alcanzar la profundidad
necesaria para salvar su vida.
Pero no se fue. Volvió
y comenzó a golpear a
su madre con la cola y la cabeza,
como si intentara hacerla reaccionar.
Le pegaba
en la panza y a la altura de
la cola como para despertarla.
Después comenzó
a dar vueltas a su alrededor
hasta que la madre reaccionó
y se arrastró hacia el
agua.
El guardafauna,
que trabaja en Puerto Pirámide,
fue uno de los primeros en llegar
a la restinga (así se
llama a las zonas de la costa
más rocosas, de más
difícil acceso). "Enseguida
nos dimos cuenta de que los
animales estaban en un lugar
complicado, de difícil
acceso. Además, la marca
estaba en bajante y sabíamos
que nos esperaban muchas horas
hasta que volviera a subir".
El objetivo
era mantener el cuerpo de los
cetáceos húmedo.
"Cuando se hizo de noche,
la tarea se nos simplificó
porque bajó la temperatura
y el agua comenzó a llegar
más cerca de los animales",
explicó Conchillo.
Las ballenas
francas australes alcanzan un
peso promedio de 40 toneladas.
Un 25 por ciento de su masa
corporal, lo ocupa la cabeza.
Están en peligro de extinción,
por eso es una especie protegida.
Llegan a las costas de la Península
Valdés cada año
para aparearse y parir a sus
crías.
29 de diciembre
de 1999
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