Un estudio
sobre los corazones de dos ballenas
francas australes, que comenzará
el próximo miércoles
en Puerto Madryn, permitirá
a un grupo de científicos
argentinos y uno colombiano
realizar el primer electrocardiograma
y fonocardiograma a un cetáceo
de esta especie, cuyos resultados
podrán revelar algunos
de los misterios de las patologías
coronarias humanas.
"Los
cetáceos alguna vez fueron
mamíferos terrestres
y su corazón evolucionó
para al mundo marino. Esta adaptación
les tomó alrededor de
60 millones de años,
por lo que el estudio podrá
revelarnos aspectos desconocidos
de las enfermedades cardíacas
humanas", afirmó
Marcela Junín, responsable
del Laboratorio de Mamíferos
Marinos del Museo Argentino
de Ciencias Naturales.
Junín
conducirá el grupo de
15 científicos argentinos
que participará en esta
investigación binacional
denominada Expedición
Corazón de Ballena, ya
que las labores científicas
generales estarán a cargo
del médico colombiano
Jorge Reynolds Pombo, quien
llegará a la Argentina
pasado mañana. Reynolds
compartió estudios en
los Estados Unidos con el cardiocirujano
René Favaloro -de quien
fue amigo- y colocó el
primer by-pass en Colombia.
El estudio
demandará la realización
del electrocardiograma a las
ballenas que se encuentran frente
a las costas de Puerto Pirámide.
La investigación continuará
en Puerto Madryn y en Buenos
Aires después de que
se les extraigan los corazones
a dos cetáceos que murieron
en julio pasado, y que están
varados en la costa, bien conservados
por la baja temperatura del
agua.
"El
ritmo cardíaco de las
ballenas es de 50 a 60 latidos
por minuto en la superficie
del mar, pero cuando se sumergen,
a una profundidad de entre 40
o 50 metros, su frecuencia cardíaca
baja a cuatro por minuto. Esto
se produce para que el oxígeno
que respiran les dure más",
explicó Junín.
"En
el caso de los humanos, si el
ritmo cardíaco baja a
50 latidos por minuto, se produce
un bloqueo y la muerte súbita
del individuo. Por esta razón
se producen muchas muertes por
paros cardíacos",
precisó la científica.
"El estudio permitirá
saber cómo logran bajar
la frecuencia sin morirse y
así lograremos aplicar
estos conocimientos en humanos",
aseguró Junín.
Este estudio
demanda un gran apoyo logístico.
Las dos ballenas muertas a las
que se les extraerá el
corazón son un macho
y una hembra de 13 y 14 metros,
de casi 40 toneladas y sus corazones
pesa unos 400 kilogramos cada
uno.
17 de agosto
de 2002
Fuente:
|