Las ballenas,
habitantes del océano
hace ya más de 60 millones
de años, pasan su vida
inmersas en el sonido. En la
actualidad, sin embargo, presentan
ciertas vulnerabilidades que
se relacionan con su capacidad
auditiva.
Es que el nivel de sonidos en
los océanos está
aumentando en proporciones alarmantes.
Cada vez hay más evidencia
de que el varamiento de algunas
especies de ballenas puede haber
sido consecuencia de los sonidos
de baja frecuencia producidos
por sonares de cierto tipo de
embarcaciones. También
contaminan a nivel sonoro las
aguas el tráfico marítimo,
la exploración sísmica,
las explosiones y excavaciones,
las maniobras militares y el
sobrevuelo de aviones.
Oídos
de ballena
Los huesos
del oído de un cetáceo
(una ballena, delfín
o tonina) son los más
densos que se encuentran en
la Tierra. Todavía no
se sabe por qué.
Los cuerpos
de los peces y de las ballenas
están compuestos en gran
parte por agua. Bajo el agua,
el sonido puede viajar a través
de los cuerpos, ingresando por
un costado y saliendo directamente
por el otro, sin ser registrado
significativamente por ninguna
de sus estructuras. Entonces,
para registrar un sonido, debe
producirse una reacción
de desajuste en algún
lugar dentro del animal.
Para que
un animal pueda escuchar cualquier
sonido, el aparato auditivo
debe absorber determinada energía
de éste. En los peces,
esto generalmente se logra cuando
las vibraciones que viajan por
el agua comprimen el aire dentro
de la vesícula de nado,
una especie de "bolsa de
aire" que estira los nervios
unidos a esa vesícula,
y produce impulsos en el nervio
auditivo.
Los peces
que viven en aguas profundas
deben producir grandes presiones
de aire en sus vesículas
de nado para evitar que la presión
del agua que los rodea los destruya.
Así, sólo pueden
llegar a la superficie lentamente
y repitiendo el procedimiento
en el descenso posterior.
Ya que la
ballena debe tener la capacidad
de sumergirse a grandes profundidades
y regresar rápido a la
superficie, el aire sería
una mala elección para
la reacción de desajuste.
Pero hay
otras formas de solucionarlo:
si parte del mecanismo auditivo
de la ballena se compone de
huesos de alta densidad que
se comprimen menos en el agua,
la onda de sonido produce entonces
compresión sobre el tejido
y lo mueve en relación
con el hueso.
También
existe la posibilidad de que
la densidad del hueso de su
oído lo sostenga mientras
que la ballena vibra a su alrededor.
Estos movimientos relativos
moverían el hueso auditivo
llamado estribo del centro del
oído, que agitaría
el fluido de la parte interna
del oído y activaría
al receptor auditivo de las
neuronas, reportando así
la presencia del sonido.
21 de julio
de 2002
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