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Un
cardón |
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El tamaño
de algunos insectos y el tiempo
que tardan en hacerse adultos
parecen ser una muestra más
de lo que Darwin denominó
"selección natural".
Según estudios realizados
por investigadores argentinos,
que se publican en la revista
Evolution, el tamaño
y el tiempo de desarrollo de
ciertas moscas se relacionan
estrechamente con las condiciones
del medio, básicamente
con la disponibilidad de alimento.
Y cuando varía una característica,
la otra también lo hace.
"Estudiamos dos especies
de moscas que se diferencian
claramente en su estrategia
adaptativa", afirma el
doctor Esteban Hasson, investigador
en genética evolutiva
y profesor de la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales
de la UBA.
Las moscas en cuestión
pertenecen al género
Drosophila, que prefiere los
cactus. Cuando alguna parte
de éstos muere, acuden
a alimentarse de ciertos microorganismos
que los colonizan, las levaduras.
Cada una de las especies elige
un tipo diferente de cactus.
Unas hacen su nido en el cardón,
que parece un candelabro de
hasta diez metros de altura.
Otras, en cambio, prefieren
las tunas, con tallos en forma
de hojas carnosas y con pinches.
Estos recursos alimentarios
difieren en su disponibilidad
temporal y espacial. El cardón
asegura alimento por un largo
período. La tuna, en
cambio, brinda un recurso efímero.
Además, cuando el cardón
ya no provee comida, la mosca
debe recorrer un largo camino
para encontrar otro. En el caso
de las tunas, no hay que andar
mucho para hallarlas.
Hasson señala que "las
dos especies son idénticas
en su forma, pero la mosca adaptada
a vivir de un recurso poco predecible
en el espacio es en promedio
más grande". El
mayor tamaño le permite
atravesar grandes extensiones
para encontrar alimento. En
cambio, la otra es más
pequeña, pero tarda mucho
menos en crecer.
"El lapso más breve
de desarrollo es una adaptación
a un recurso limitado en el
tiempo", explica el investigador.
Sólo en su etapa adulta
la mosca puede volar. Hasta
ese momento se halla cautiva
del recurso. Si su crecimiento
fuese más lento y el
alimento se terminara, correría
el riesgo de morir de inanición.
En cambio, en la mosca del cardón,
el éxito correspondió
a las más grandes, que
podían volar hasta alcanzar
su manjar, alimentarse a gusto,
aparearse y tener una numerosa
prole. Esto significa que a
lo largo de muchas generaciones
las moscas pequeñas,
con poca capacidad de dispersión,
tuvieron menor probabilidad
de encontrar sitios adecuados
para alimentarse y procrear.
La mosca más grande paga
un precio: un período
más largo de desarrollo.
Pero la otra mosca también
paga un precio por desarrollarse
rápido: su pequeño
tamaño. De hecho, las
moscas más grandes tienen
mayor probabilidad de supervivencia
-en promedio, son más
longevas-, las hembras son más
fecundas y los machos tienen
mayor éxito reproductivo.
Los investigadores se proponen
también determinar los
genes asociados con las características
que permiten a estos insectos
adaptarse al medio.
28 de octubre
de 2002
Fuente:
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