La Séptima
Conferencia sobre Cambio Climático
finalizó con un trabajoso
acuerdo internacional tendiente
a reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero a la atmósfera,
que provocan el calentamiento
global de la tierra, con
una consecuente alteración
de los ecosistemas. Con la rúbrica
de este compromiso todo está
listo para que los países
expresen oficialmente su conformidad
a fin de que sus ordenamientos
empiecen a ser cumplidos el
año próximo.
Las condiciones
de entrada en vigor del llamado
Protocolo de Kyoto, de 1997,
quedaron planteadas anteayer,
al cerrar las deliberaciones
en Marrakech, Marruecos. El
único país que
desconoce el acuerdo es Estados
Unidos, cuyos representantes
asistieron como observadores
a la cumbre. Este país
emite el 25 por ciento de los
gases mundiales que provocan
el efecto invernadero.
El Protocolo
de Kyoto establece que 39 países
deben llegar a una reducción
del 5,2 % de las emisiones de
gas invernadero entre 2008 y
2012. Se estima que los países
más ricos del mundo,
con un 20% de la población
total, emiten más del
60% de los de gases de efecto
invernadero, fundamentalmente
dióxido de carbono, metano
y óxido nitroso.
El acuerdo
fue alcanzado luego de que se
hicieran concesiones a Japón
y Rusia, los países clave
para la entrada en vigor del
acuerdo, luego del rechazo de
Estados Unidos. Así,
Rusia podrá contar a
su favor más del doble
de bosques -como aporte a la
protección climática-,
de lo que se había resuelto
en la cumbre de Bonn en julio
pasado. Rusia acabó por
aceptar cuando se consintió
que liberase 33 millones de
toneladas de dióxido
de carbono en lugar de los 17
pautados.
El jefe de
la delegación alemana,
Hendrik Vygen, se refirió
a un "gran éxito"
y planteó que tras diez
años de difíciles
negociaciones se logró
la última etapa. Ahora
queda allanado el camino para
ratificar el Protocolo y que
éste entre en vigencia
antes de la próxima cumbre
climática mundial en
Johannesburgo, en septiembre
de 2002.
Para la organización
ecologista Greenpeace, el acuerdo
final representa un resultado
"cuestionable y débil".
El director para política
climática de esa entidad,
Bill Hare, planteó que
en Marrakech se desperdició
la oportunidad de hacer más
por proteger el clima en el
mundo. Greenpeace sí
elogió el que al menos
haya ahora una reglamentación
para el Protocolo de Kyoto.
"Los países ya no
tendrán excusa para seguir
aplazando su ratificación
y aplicación" subrayó
Hare.
Después
de que Estados Unidos se marginara
del Protocolo y adoptara una
postura de observador en la
conferencia de Marrakech, el
acuerdo de Japón y Rusia
y su ratificación era
fundamental para su puesta en
vigor.
La reglamentación
El convenio
cerrado en Marrakech define
cómo tienen que contar
los países sus emisiones
de efecto invernadero, cómo
serán penalizados si
no lo cumplen, cómo contabilizar
el efecto de sus bosques y actividades
agrícolas, cómo
se organizarán los proyectos
de reducción de la contaminación,
qué ayuda recibirán
los países en vías
de desarrollo para hacer frente
al cambio climático y
cómo hay que informar
abiertamente acerca de las actividades
de cada uno.
Tanto la
Unión Europea, los países
en vías de desarrollo,
como los países de Europa
Oriental habían dejado
patente su disposición
a aceptar el paquete conjunto
si el resto de los países
también lo aceptaba.
Luego de
que los delegados se pusieran
sorpresivamente de acuerdo el
miércoles pasado acerca
de un sistema de controles y
sanciones destinadas a reducir
las emisiones de gases de efecto
invernadero, el jueves y el
viernes se concentraron en problemas
tales como las reglas que gobiernan
el comercio internacional de
derechos de emanación
de gases, y en un sistema de
cálculo exacto y controlable
de los bosques capaces de absorber
dióxido de carbono, los
denominados sumideros.
Por su parte, el director del
programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, Klaus
Toepfer, destacó el éxito
alcanzado por el acuerdo de
Marrakech y su significación
al sentar las bases para la
protección del clima
a nivel mundial.
Doce días
más en primavera
El calentamiento
de la tierra provoca una alteración
en las estaciones del año,
sobre todo de la primavera,
que es ahora entre 12 y 18 días
más larga que hace 20
años, según un
estudio de un equipo de investigadores
de la Universidad Autónoma
de Barcelona. El trabajo señala
qué los efectos del calentamiento
del planeta se han visto reflejados
en las dos últimas décadas
en la actividad de los animales
y la vegetación de todo
el mundo. Según los científicos,
la "primavera biológica",
es decir, la estación
en la que se produce el mayor
crecimiento y actividad vegetal,
es ahora entre 12 y 18 días
más larga que hace 20
años, en función
de la zona del planeta.
El trabajo,
publicado en la prestigiosa
revista estadounidense "Science",
muestra cómo el calentamiento
global, entre 0,5 y 0,9 grados
centígrados en los últimos
50 años, ha alterado
fenómenos biológicos
que dependen de les estaciones
como el crecimiento de las plantas,
la salida de las flores, la
salida y caída de las
hojas y las frutas, y las épocas
de migración de los pájaros.
Este alargamiento de la primavera,
según el estudio, provoca
un aumento de la actividad de
la biosfera y un crecimiento
acelerado de los árboles
en toda Europa.
La polución
amenaza las reservas de agua
dulce
Más
de la mitad de los lagos y reservas
agua dulce del planeta están
amenazados por la contaminación
y el abuso del empleo de estos
recursos escasos por los seres
humanos, informó ayer
el Concejo Mundial del Agua
(WWC).
"Los
lagos son el ecosistema más
vulnerable y más difícil
de restaurar pero están
siendo ignorados, lo que ha
causado su deterioro",
afirmó ayer Hideaki Oda,
Secretario General del WWC,
en la inauguración del
Tercer Foro Mundial del Agua
en Shiga, al oeste de Japón.
"Los
lagos de los países industrializados
más amenazados son los
menos profundos, especialmente
los situados en zonas de agricultura
intensiva, a los que van a parar
toneladas de pesticidas y productos
químicos", señala
la organización en un
comunicado.
Entre los
que más han degenerado
entre los países industrializados
están los Grandes Lagos
y el Okeechobee en EE.UU., el
Arre en Dinamarca, el Balaton
en Hungría, el Aral,
entre Kazajistán y Uzbekistán,
el Baikal en Rusia, y el Biwa
en Japón.
En los países
menos desarrollados los que
están en peores condiciones
son los acuíferos de
la ribera del Amazonas, en Brasil,
los lagos Chad y Victoria en
Africa, y en Asia el Bhophal
(India), el Taihu (China) y
el Songla (Tailandia).
No obstante,
el Secretario General del WWC
recordó que algunos países
en desarrollo consiguieron recuperar
algunos de sus lagos, sobre
todo los urbanos, como demuestran
los casos del Lacar, en Argentina,
y del artificial de Brasilia
(Brasil).
Según
los científicos del WWC,
las principales amenazas para
los lagos de todo el mundo son
la eutrofización, o acumulación
de un exceso de residuos orgánicos
que conduce a la proliferación
de la contaminación química,
la lluvia ácida y la
extracción de agua por
los humanos.
La organización
propone que las comunidades
que habiten en áreas
próximas a zonas lacustres
se involucren más en
la protección de los
mismos, y que la comunidad científica
trate de sensibilizar a los
políticos de la situación
de deterioro del agua como recurso
escaso.
12 de noviembre
de 2001
Fuente:
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