Al menos la
secretaria ejecutiva de la estructura
de la ONU que se ocupa del asunto,
Joke Walker-Hunter, mostró
optimismo, tras recibir este
mes los instrumentos ratificadores
de Polonia y Canadá.
Según
dijo la cifra de segundas firmas
alcanzadas revela el amplio
apoyo internacional de que disfruta
el fundamental instrumento adoptado
en 1997 para reducir las emisiones
de gases contaminantes, y al
que se opone Estados Unidos.
Para que finalmente
entre en vigor será esencial
la ratificación por la
Federación Rusa, lo que
se espera ocurra dentro del
año entrante, de acuerdo
con la fuente de la ONU.
Hasta ahora
se han logrado compromisos en
firme de los países industrializados
que emiten el 43,7 por ciento
de los llamados gases de efectos
de invernadero en el mundo,
pero hace falta llegar a cubrir
un 55 por ciento a tenor con
lo suscrito en 1997.
La ratificación
por Japón y por la Unión
Europea en 2002 representó
una importante contribución,
y de seguir Rusia ese paso,
se cubrirá un 17 por
ciento más, que es la
proporción de gases que
se estima emite este país.
En caso de
que no se diera este último
pronóstico, ni siquiera
la eventualidad de una acción
positiva de una media docena
de pequeños estados industrializados
permitirá la entrada
forzosa del Protocolo.
Sin embargo
bastará con una actitud
favorable de Estados Unidos
que es el principal culpable
de los gases contaminantes,
para impulsar los objetivos
de Kyoto, lo que se descarta
por completo.
A tenor con
lo proyectado en 1997 en la
ciudad japonesa, las metas individuales
de reducción de emisiones
trazadas para el período
2008-2022 son de un ocho por
ciento para Suiza y la mayoría
de los Estados centroeuropeos
y de la Unión Europea.
Para Canadá,
Hungría, Japón,
Polonia, Rusia y Nueva Zelanda
y Ucrania, corresponden un seis
por ciento.
Paradójicamente
Estados Unidos se comprometió
sólo con menos del siete
por ciento, pero obstinadamente
opuesto a ratificar el Protocolo
y con ello desentenderse en
la práctica.
27 de diciembre
de 2002
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