Ocurrieron en el
Barrio Conet, en Isidro Casanova.
Sólo en una familia ya hubo tres enfermos.
Sospechan que pueden estar relacionados
con el PCB, un agente "potencialmente
cancerígeno" que se usa como refrigerante.
Romina Soria tiene
14 años, pero no puede pensar
en ir a bailes o salir con sus amigas.
En cambio, una vez por semana tiene
que ir al Hospital Garrahan para someterse
a una incómoda sesión
de quimioterapia. Vive en el Barrio
Conet, de Isidro Casanova y solía
ser una chica sana. Hasta que, en
setiembre de 2000, empezó con
vómitos, diarrea y fiebre constantes.
También tenía puntitos
morados en toda la piel. Tuvieron
que internarla y, después de
una punción de médula,
el diagnóstico fue un golpe
inesperado: leucemia linfoblástica
aguda.
María Teresa
Avila (34), la mamá de Romina,
averiguó en el barrio y descubrió
que los casos de cáncer se
multiplicaban, al igual que en su
propia familia. En enero del año
pasado, su abuelo murió de
cáncer de pulmón. Y
hace seis meses a su padre, de 60
años, le diagnosticaron cáncer
de vejiga. Según los vecinos,
desde el año pasado al menos
diez personas enfermaron de cáncer
y tres de ellas ya murieron.
Tanto Avila como
la gente de Conet creen que esto no
es casual. Y sospechan que la proliferación
de casos está relacionada con
la existencia de Bifenilos Policlorados
(PCB) en los transformadores de electricidad
que la empresa Edenor tiene en el
barrio. Según creen, esta sustancia
que se utiliza como refrigerante
podría haber contaminado el
suelo y el agua.
Por su parte, Edenor
afirma que hicieron análisis
y que no encontraron sustancias contaminantes.
"Todos nuestros transformadores
contienen aceite mineral. No tienen
PCB. En el caso de los de Barrio Conet,
ni siquiera tienen impurezas",
dijo un vocero de la empresa.
El PCB es un compuesto
químico formado por cloro,
carbón e hidrógeno.
Es muy persistente en el ambiente
y es considerado como un contaminante
muy tóxico. Sus efectos adversos
aparecen después de una exposición
a largo plazo. Ingresa al organismo
a través de la piel, si se
respiran sus vapores o si se ingieren
alimentos contaminados. Entre otros
efectos, ocasiona problemas en la
piel y en el hígado.
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) considera
el PCB como un contaminante peligroso
y un "cancerígeno humano
probable". Y el año pasado,
mediante el convenio de Estocolmo,
todos los países del mundo,
incluida la Argentina, decidieron
eliminarlo antes del 2025.
En julio del año
pasado, los vecinos de Barrio Conet
presentaron sus preocupaciones en
la Comisión de Ecología
del Concejo Deliberante de La Matanza.
Ahora, patrocinados por el Centro
de Estudios Legales y Sociales (CELS),
hicieron pedidos formales ante la
Secretaría de Política
Ambiental de la provincia de Buenos
Aires y el Ente Regulador de Energía
(ENRE) para que realicen pericias.
Quieren saber si los transformadores
de la zona tienen PCB y en qué
medida. También pidieron que
se estudie las napas freáticas,
porque temen que el agua que usan
diariamente y hasta beben podría
estar contaminada con la sustancia.
Hace pocos días,
expertos de la Dirección de
Ecología y Recursos Naturales,
que depende de la Secretaría
de Política Ambiental de la
Provincia, tomaron muestras. En distintos
frasquitos se llevaron agua de napa
y tierra extraída en las cercanías
de cinco transformadores para ver
si hay rastros de PCB. Si es así,
van a verificar si existe en un grado
lo suficientemente alto como para
considerarlo contaminante.
"En 15 días
vamos a tener los resultados y vamos
a informarlos a los denunciantes",
afirmó Susana Mulvony, jefa
del Departamento de Conservación
y encargada del muestreo.
Por su parte, la
Municipalidad de La Matanza también
está conduciendo sus propios
estudios. Fuentes del área
de salud de la comuna señalaron
que personal del Departamento de Epidemiología
recorrió el Barrio Conet y
constató al menos cinco casos
de cáncer, cuatro de ellos
en personas muy jóvenes. Además,
la Dirección de Bromatología
también está analizando
el suelo y el agua para comprobar
si, efectivamente, están contaminados
con PCB
Celina Contrera,
una mujer que vive en Fardman 855,
observó con atención
cómo retiraban tierra para
analizar del transformador que está
justo frente a su casa. Y comentó:
"Estanislao, mi marido, murió
hace tres años y medio de cáncer
de páncreas. Tenía 60
años. Dormíamos en la
habitación que da a la calle,
muy cerca del transformador, que a
veces perdía como un aceite.
A mí me quedó miedo.
Espero que lo saquen pronto de acá".
21 de enero de 2002
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