Paredes de tetrabrik,
tejas de plástico, un horno
que funciona a basura. La primera
casa ecológica es también
la más económica. Una
apuesta al compromiso social desde
el ámbito del diseño.
En una ciudad donde,
de a poco, se les ha dado valor a
los desperdicios, se exhibe a partir
de hoy la primera vivienda construida
íntegramente con materiales
reciclados. Las paredes, en su interior,
son paneles hechos con envases de
tetrabrik prensados, y están
recubiertas por fuera por bloques
huecos, confeccionados con botellas
de plástico molidas y polvo
de demolición; en el techo
hay tejas de microconcreto, una mezcla
de plástico y cemento, pero
también un colector solar:
una manguera que serpentea entre botellas
de plástico y que sirve para
calentar agua sin consumir combustible.
La construcción,
expuesta en el Centro Metropolitano
de Diseño (CMD), en el barrio
de Barracas, ofrece una cara diferente
de los eventos organizados por el
gobierno porteño en el mes
dedicado a los diseñadores.
El objetivo es apoyar la formación
de microemprendimientos, integrados
por desempleados y gente de bajos
recursos, que puedan construir sus
propias viviendas y producir materiales
de construcción, explicó
el director del CMD, Adrián
Lebendiker.
En este momento
de desintegración, la cadena
social se rearma a partir de la basura,
define el arquitecto Carlos Levinton,
ideólogo del proyecto de la
ecocasa y director del Centro Experimental
de la Producción, de la Facultad
de Arquitectura de la UBA. Se refiere
así a los actores que participan
de su iniciativa: desde los cartoneros
de la Cooperativa El Ceibo, de Palermo,
y algunos beneficiarios del Plan Jefes
y Jefas de Hogar, que participan del
reciclado y la construcción
de materiales, hasta los estudiantes
de Arquitectura, que intervienen en
los procesos de capacitación,
y las empresas que producen materiales
a partir de residuos reciclables.
Una de estas empresas
es T-Plak, que elabora paneles con
restos de envases de tetrabrik. Son
placas aislantes de la humedad y resistentes
al fuego, que permiten armar la cáscara
de la casa en un día. Luego
se recubre el exterior con ladrillos
o bloques que, para darle terminación
a la vivienda, pueden revocarse,
explica Levinton. La idea recoge la
metodología de la construcción
en las villas: la cáscara de
chapa o cartón, cubierta luego
de ladrillos de canto.
Como la materia
prima son desperdicios, el costo de
los materiales es muy bajo: los paneles
cuestan apenas 7 pesos el metro cuadrado.
Los bloques de PET (nombre del material
de las botellas plásticas),
producidos en el Centro Experimental
de Arquitectura, han costado 5 pesos
por metro cuadrado, contra 27 de los
tradicionales.
Complementa la muestra
un horno de barro, que funciona con
un combustible ecológico, bloques
compactados de basura que contienen
restos de poda, cáscaras de
verduras, papel y cartón. Y
también un set de cultivos
hidropónicos (que crecen en
canteros con agua, sin tierra) en
esa suerte de invernadero que forma
el colector solar. También
podrán verse, hasta el 22 de
octubre, los procesos de producción
de los distintos materiales.
El diseño
no son solo los objetos glamorosos
que podemos ver en los negocios de
Palermo Viejo o Arenales. Son productos
que tienen valor porque son funcionales
y pueden ser producidos en forma industrial,
argumenta Lebendiker, para explicar
la presencia de la casa ecológica
en un evento dedicado al diseño.
Es una manera de que la muestra
dé cuenta de la realidad, en
un momento en que la basura ha irrumpido
en la agenda de la ciudad de la mano
de la crisis, agrega.
En efecto, lo que
hasta hace poco tenía como
destino natural el relleno sanitario
indiscriminado, hoy puede ser seleccionado
y convertido en materia prima. Una
campaña oficial ha comenzado
con la diferenciación domiciliaria
de papel y cartón, como respuesta
al fenómeno de los cartoneros.
Para Levinton, sin embargo, la recolección
de cartón no es sustentable:
Cuando deje de tener buen precio
¿de qué van a vivir
los cirujas?, se pregunta. Y como
respuesta, propone la creación
de fábricas sociales,
en las que el estado tenga un papel
estimulante, con la incubación
de emprendimientos.
El primer paso podría
darse en el mismo Centro Metropolitano
de Diseño, donde Lebendiker
aspira a instalar un centro
de entrenamiento para brindar capacitación
en producción de materiales
y autoconstrucción. La
iniciativa cuenta con el apoyo del
secretario de Desarrollo Económico,
Eduardo Hecker, quien destacó
la inteligencia de estas nuevas
propuestas que plantean desde el diseño
la posibilidad de un desarrollo sustentable.
15 de octubre de 2002
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