Desde el pintalabios
a la sacarina, los hidrocarburos son
componentes de cientos de productos
de uso cotidiano. Se han empezado
a producir plásticos sin hidrocarburos,
pero su elevado precio aún
no los hace competitivos. Las aspirinas
se podrían obtener sin petróleo,
pero la producción no sería
tan masiva y barata.
El petróleo y demás
hidrocarburos son mucho más
que combustible. Son componentes de
cientos de productos de uso cotidiano.
Eliminen el petróleo de sus
vidas y no sólo se quedarán
sin gasolina para el coche. Se quedarán
sin aspirinas, sin pintalabios, sin
sacarina, sin fútbol (porque
no habrá balón), sin
chicle, sin preservativos y sin pasta
de dientes. Y aunque tuvieran la pasta,
tampoco tendrían cepillo.
Del mismo modo que hubo una edad
de piedra y una edad del hierro, hoy
día vivimos en la edad de los
hidrocarburos, explica Mercedes
Musa, ingeniera química de
La Seda de Barcelona. En una ciudad,
desde el momento en que uno apaga
el despertador por la mañana
(pulsando un botón de plástico
obtenido a partir de petróleo)
hasta el momento en que apaga la luz
por la noche (apretando un interruptor
también de plástico),
apenas hay un solo minuto del día
en que no esté en contacto
con derivados de los hidrocarburos.
El petróleo está en
el origen del poliéster de
la ropa, de aditivos de los alimentos
del desayuno, de las bolsas del supermercado,
del botón del ascensor, de
las teclas del ordenador... Incluso
desnudo en la ducha, cuando parece
estar en contacto solo con el agua,
uno está rodeado de petróleo:
se esconde en el tubo de goma, en
los componentes del champú,
en el tapón del desagüe,
en la cortina...
Puede resultar difícil de
creer que un líquido negro
como el petróleo, que la imaginación
popular asocia a contaminación
y suciedad, acabe convirtiéndose
en algo aséptico como una tirita,
e incluso en algo transparente con
connotaciones de pureza como una botella
de agua mineral. Pero ésta
es la magia de la química,
que con simples transacciones de electrones
entre átomos transforma unas
moléculas en otras.
Los hidrocarburos, compuestos por
átomos de carbono e hidrógeno,
resultan muy versátiles a la
hora de hacer intercambios de electrones.
Son muy buenos para trenzar moléculas
en largas cadenas. Estas cadenas tienen
varias ventajas, como el hecho de
ser flexibles, impermeables y resistentes.
Son los plásticos.
O tomen el ejemplo de la aspirina.
Uno empieza con petróleo, lo
somete a una secuencia de reacciones
químicas, una secuencia larga
y complicada pero que se ha convertido
en rutinaria y barata, y acaba obteniendo
ácido acetilsalicílico,
es decir, aspirina. No es que el petróleo
sea imprescindible para conseguir
aspirinas. Se podrían
producir aspirinas a partir de otros
ingredientes explica Mercedes
Musa. Pero la producción
no sería tan masiva y barata
como ahora.
Lo mismo con los plásticos.
Se han empezado a producir plásticos
sin hidrocarburos como el PLA (el
nombre son las iniciales inglesas
de ácido poliláctico),
que tiene características similares
al PET de las botellas de agua mineral,
pero resulta mucho más costoso.
Y lo mismo con los cosméticos,
las tarjetas de crédito o las
zapatillas de deporte: se podría
vivir en un mundo sin petróleo,
pero al principio todo sería
más caro.
De modo que lo más fácil
y barato para la industria química,
hoy día, es trabajar con petróleo.
Todo el mundo sabe que un día
se acabará. Pero aún
hay petróleo para varias generaciones
y, si lo que a uno le importa es cuadrar
un balance a final de año,
tiene pocos incentivos para desarrollar
alternativas.
El resultado es que hoy día
aún no hay alternativas para
muchos de los productos que se elaboran
con petróleo. Si hoy a medianoche
se acabara el petróleo, mañana
por la mañana dejarían
de hacerse por poner unos pocos
ejemplos lentes de contacto,
válvulas cardiacas y DVD. Según
un informe de la Industria de Petróleo
y Gas Natural de Estados Unidos, puede
que estemos viviendo en el punto culminante
de la era que un día los historiadores
llamarán la edad del petróleo.
Ciertamente, algún día
algo sustituirá al petróleo.
Pero por ahora no hay ninguna alternativa
que sea barata y abundante.
13 de febrero de 2003
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