El río Tunuyán,
situado en el centro de Mendoza, da
origen a dos oasis, el Superior y el
Inferior. Ambos se encuentran bajo riego
desde hace unos 200 años. En
el siglo XVIII sus aguas permitían
sembrar extensos potreros de alfalfa
que servían de pastoreo a miles
de cabezas de ganado que se traían
a pie desde Buenos Aires, Córdoba
y San Luis.
Así, en pleno desierto, se
desarrolló una estratégica
cadena de pastoreo de San Luis a Chile.
Nuestro territorio tenía como
hitos destacados a La Paz, La Dormida,
Santa Rosa, San Martín -el
oasis de mayor superficie y actividad
de esa época- Tunuyán,
San Carlos, Tupungato y el Valle de
las Carreras, donde las distancias
con el destino final de la hacienda,
se reducían a unos pocos días
de marcha. Tan importante era este
emporio ganadero, que a mediados del
1700 Mendoza exportaba más
de 20.000 cabezas anuales.
Ese formato pastoril-ganadero colonial
fue cambiado por el arribo de miles
de inmigrantes europeos que traían
consigo la tradición del modelo
mediterráneo de cultivos, más
la construcción de los ferrocarriles
Transandino y Buenos Aires al Pacífico.
Así, los alfalfares se transformaron
en viñedos, montes frutales,
olivares, bodegas y secaderos de frutas.
Tunuyán Superior y Tunuyán
Inferior
El crecimiento de la actividad agrícola
determinó dos importantes zonas
de riego: la Alta -cercana a la cordillera-
que constituye el oasis Superior y
la Baja, enclavada en la gran Llanura
de la Travesía hasta el límite
con San Luis, que corresponde al oasis
Inferior.
El desarrollo trajo como consecuencia
una división del río,
que se completa a partir de la construcción
de los diques derivadores Valle de
Uco para el riego de las tierras altas
y Gobernador Benegas, para las zonas
bajas.
En el oasis Superior -17.000 hectáreas
con derecho definitivo de riego- predominan
los frutales de pepita; mientras que
en el Inferior -74.000 hectáreas-
el fuerte son los frutales de carozo.
En los dos los viñedos marcan
notablemente el paisaje.
En la década del '60, entre
ambas zonas se levantó el dique
embalse El Carrizal, de 360hm3 de
capacidad. El oasis Superior se quedó
con el 17% del caudal del río,
mientras que el Inferior recibió
el 83%.
Entre 1960 y 1970, en el Tunuyán
Superior se realizaron unas 2.500
perforaciones en los acuíferos
profundos. En los últimos años
se intensificaron las plantaciones
de vid y el empleo de agua subterránea
en equipos presurizados de riego localizado.
Atrayente desafío para
la investigación
La evaluación del impacto
ambiental que sufriría la subcuenca
Inferior como consecuencia del marcado
desarrollo de la cuenca Superior -casi
exclusivamente sobre la base de la
utilización de agua subterránea-
constituía un interesante desafío
de investigación.
Para el estudio unieron sus esfuerzos
un numeroso grupo de investigadores
de las facultades de Ciencias Agrarias
y de Ciencias Políticas y Sociales,
UNCuyo, y del Instituto Nacional del
Agua, Centro Regional Andino, bajo
la dirección del ingeniero
agrónomo Jorge Chambouleyron.
La propuesta de trabajo transdisciplinario
fue financiada por la Agencia Nacional
de Promoción Científica
y Tecnológica a través
del Fondo Nacional de Ciencia y Técnica,
la Secretaría de Ciencia y
Técnica de la UNCuyo y el INA
¿Cuál fue el punto
de partida? La necesidad de alertar
sobre la pronunciada tendencia en
los últimos cinco años
de la década del '90 de instalar
en el área del río Tunuyán
Superior -Tupungato y Tunuyán-
emprendimientos que aunaban un bien
exportable -uvas finas para vinificar
de calidad- con la adopción
de tecnologías de punta en
el cultivo y los métodos de
riego, utilizando mayoritariamente
agua subterránea.
El aumento del requerimiento hídrico
podría desencadenar un preocupante
descenso de los niveles de los acuíferos
subterráneos y un deterioro
de la calidad del recurso derivado
a la cuenca Inferior del río.
Contaminación salina de
arroyos y vertientes
Importante es significar que de oeste
a este, se distinguen en la cuenca
subterránea del río
Tunuyán tres subzonas:
Alta. Con un acuífero libre,
situada en el pedemonte andino y caracterizada
por una rápida infiltración.
Intermedia. De conducción
o tránsito, posee un acuífero
libre y otro confinado que, en ciertos
lugares genera presión y/o
surgencia.
De descarga. Que da nacimiento a
los arroyos y vertientes que permiten
el egreso del agua subterránea
desde el acuífero libre por
desnivel topográfico.
Hasta el presente, las 1.500 perforaciones
activas que extraen agua de profundidades
que oscilan entre los 80 metros, (acuífero
libre) y los 250 metros, (acuífero
confinado), están concentradas
en la zona intermedia y extraen el
agua del acuífero libre o freático,
lo que sumado a la percolación
salina del área regada generó
la salinización paulatina del
acuífero y la contaminación
del los caudales de los arroyos y
vertientes que alimentan al oasis
Inferior.
Debido al crecimiento de la nueva
zona destinada a la plantación
de vides finas, la explotación
del agua subterránea se expandió
a la subzona Alta o área de
recarga de los acuíferos, acción
que intensificará la recarga
salina del acuífero libre.
Se producirá, así,
el incremento de la salinidad de los
arroyos y vertientes del área
y, con ello, un incremento de la salinidad
del agua del río Tunuyán
Inferior que, sin dudas, podría
afectar en mayor o menor grado la
productividad de los cultivos sensibles
a salinidad como el duraznero, el
más importante de los frutales
de carozo del oasis Este. La vid es
moderadamente sensible.
El agua generada en la montaña,
que llega a la zona en forma de cauces
superficiales, es aprovechada con
fines de riego. Las pérdidas
-percolación de agua aplicada
como riego más las pérdidas
de los cauces naturales- alimentan
al acuífero subterráneo
que, una vez alcanzado un determinado
nivel, vuelca los excedentes al Tunuyán
en la figura de arroyos y vertientes.
Parte de ese caudal es aprovechado
en el área intermedia del sistema,
a través de tomas directas
para riego.
La hipótesis del trabajo partió
del supuesto que un incremento no
controlado de la superficie cultivada
y/o de la actividad económica
del Tunuyán Superior, sobre
la base de la explotación del
agua subterránea; podría
producir la disminución de
los caudales de egreso de las vertientes
que desaguan la cuenca, ocasionando
un incremento de la salinidad de las
aguas del oasis Inferior.
Importantes pérdidas de
producción
La casi totalidad de los arroyos
del área trabajan como colectores
de drenaje en determinadas épocas
del año, manejo que explica
la variabilidad de la concentración
salina de sus aguas en el tiempo.
Así, cualquier pequeña
variación de caudal tiene una
respuesta inmediata en la elevación
del tenor salino del agua, como ocurre
en Costa Anzorena, el punto de convergencia
de la salida de la cuenca, inmediatamente
antes del ingreso al dique El Carrizal,
valores de salinidad del agua que
pasan de 1.250 a 1.400 mscm-1/cm cuando
el caudal disminuye de 30 a 15 m3/s.
La vinculación de los valores
de salinidad con funciones de producción
obtenidas para el rendimiento de la
vid en nuestro medio muestra importantes
pérdidas de producción
para la zona Baja, 12 al 22 %.
Habría que sumar, además,
una disponibilidad extra de agua para
mantener estable la salinidad en el
perfil del suelo explorado por las
raíces. Esto produciría,
necesariamente, una reducción
del área cultivada y un impacto
negativo adicional al ya calculado
como disminución de la producción.
Conclusiones
Los resultados del estudio "Conflictos
ambientales en tierras regadías:
cuenca del río Tunuyán,
Mendoza", permiten desarrollar
la proyección -sólo
a nivel de tendencia- del proceso
de deterioro en el que se encuentra
sujeta la cuenca Inferior del Tunuyán
frente al fuerte crecimiento experimentado
en los últimos años
por la cuenca Alta.
Debido al grado de confiabilidad
y precisión de los resultados
es difícil predecir el tiempo
en el que podría alcanzarse
el total deterioro. No obstante, es
seguro que se trata de un proceso
lento, silencioso, casi imperceptible,
por lo que es necesario dar curso
inmediato a grandes líneas
de acción, para revertir los
efectos negativos del fenómeno.
Primera recomendación. Organizar
una única administración
de la cuenca del río, incluyendo
toda la superficie cultivada, en lugar
de administrar dos subcuencas, la
Superior e Inferior por separado como
se hace actualmente.
Permitirá a los administradores
del recurso tener una visión
global de los problemas de manejo,
del marco de coyuntura -factores económicos
de la producción- y una mejor
comprensión de éstos.
La administración única
permitirá definir modelos de
manejo del recurso acorde con las
recomendaciones de los modernos criterios
internacionales en materia de uso
sustentable del recurso hídrico.
Una ventaja adicional sería
la sensible reducción de los
gastos burocráticos de gestión
y la posibilidad de volcar esos recursos
al mantenimiento, mejora y modernización
de la infraestructura de la red de
riego y drenaje.
Segunda recomendación. Concretar
la asignación del agua de riego
en función de su calidad y
no sólo de su caudal en toda
la cuenca del Tunuyán. Esta
política ya ha sido instrumentada
en la provincia en el manejo del río
Colorado.
A través de esta herramienta
podrán conseguirse muy buenos
resultados al impedir, a largo plazo,
la caída de la sustentabilidad
y la transformación del oasis
cultivado en una planicie árida
y salina.
Tercera recomendación. Será
de vital importancia para el desarrollo
armónico del área la
generación de una activa política
de saneamiento que realice la rehabilitación
y ampliación de los drenes
y colectores locales existentes así
como la construcción de nuevos,
y que programe la construcción,
donde sean necesarios, de los drenajes
parcelarios.
De esta forma podrá llevarse
a cabo la modalidad de evacuación
de las sales a zonas de sacrificio
estratégicamente ubicadas e
impedir la vuelta a la red de conducción
del flujo salino y su reuso para riego
en otro sitio del oasis.
El debate está planteado.
El fuerte desarrollo del oasis Superior
con un intenso uso del agua subterránea
puede generar, a corto o mediano plazos,
graves deterioros de la cuenca inferior
e impulsar un conflicto de intereses.
Hay que resolver el problema antes
de que sea tarde.
Lenta contaminación del
dique El Carrizal
La división del oasis por
El Carrizal determinó una situación
muy particular en relación
con el impacto negativo que, poco
a poco, se va percibiendo en el oasis
Inferior, a causa del explosivo crecimiento
en el oasis Superior, ocurrido en
los últimos cinco años.
Así, el crecimiento urbano
industrial acompañado de una
demanda de agua cada día mayor,
el desarrollo de una agricultura intensiva
con mayores requerimientos -recursos
hídricos, fertilizantes, biocidas,
etc.- y la actividad urbana no siempre
eficiente en la depuración
previa de las aguas servidas -vuelco
al río o a sus efluentes-,
están ocasionando un impacto
negativo de gran magnitud sobre la
calidad del agua del río Tunuyán.
A esto debe sumarse el intenso uso
del recurso que se lleva a cabo en
el oasis Superior, el que está
produciendo la lenta contaminación
del agua almacenada en El Carrizal:
serios problemas de eutrofización
manifestados por la excesiva proliferación
de algas impiden una ajustada operación
de la red de riego que sirve al oasis
Inferior del río.
Son autores de "Conflictos ambientales
en tierras regadías: cuenca
del río Tunuyán, Mendoza",
bajo la dirección del Ing.
Agr. Jorge Chambouleyron: S. Salatino,
A. Drovandi, M. Filippini, R. Medina,
M. Zimmermann, N. Nacif, C. Dediol,
A. Camargo, S. Campos, D. Genovese,
R. Bustos, M. Marre y E. Antoniolli.
24 de febrero de 2003
Fuente:
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