La Fundación
Vida Silvestre Argentina celebró
recientemente sus primeros 25 años
de existencia con un evento realizado
en el Museo Argentino de Ciencias
Naturales Bernardino Rivadavia que
contó con la presencia de científicos,
profesionales, empresarios, periodistas
y personalidades de todos los sectores
comprometidos con la conservación
de los recursos naturales.
Esta institución
de bien público tiene como
misión promover la conservación
de la biodiversidad, el desarrollo
sustentable y el cambio de patrones
de consumo que afectan los recursos
naturales. Además, impulsa
el surgimiento de nuevos parques nacionales
o provinciales, apoya la investigación
y la educación ambiental.
A lo largo de su
cuarto de siglo de vida, la fundación
ha logrado una destacada actuación
como una ONG ambientalista que logra
resultados concretos no sólo
para la conservación de la
naturaleza, sino también para
la gente. A sus esfuerzos por conservar
especies como el venado de las pampas,
el huemul o el yaguareté, Vida
Silvestre agrega más de 50
proyectos que apoyan el desarrollo
regional en el país, promoviendo
los valores económicos y sociales
asociados al buen uso de la naturaleza.
El haber logrado
que un caso de alta complejidad ambiental,
social y económica como la
construcción de dos gasoductos
en el noroeste argentino (NorAndino
y Atacama) se tradujera, por ejemplo,
en que los pobladores de Humahuaca
tengan acceso al gas y, al mismo tiempo,
haber propiciado la creación
de dos áreas protegidas en
las Yungas de Salta, muestra cómo
las ONG capaces de establecer diálogos
con las empresas pueden ayudarlas
a transformar sus conflictos en verdaderas
oportunidades para el desarrollo regional.
Lo mismo puede decirse del trabajo
actual de esta fundación para
promover los nuevos mecanismos participativos
de certificación ambiental
y social que posibilitan, además
de un uso más responsable de
los bosques, una oportunidad única
para que la industria forestal argentina
acceda a nuevos mercados internacionales
con productos de mayor valor agregado.
Con sus tres oficinas
regionales -Bariloche, Puerto Iguazú
y Mar del Plata-, Vida Silvestre hoy
impulsa la planificación del
uso del territorio basándose
en el diálogo intersectorial.
Desde Bariloche e Iguazú promueve
la preservación y el buen uso
de enormes corredores de bosques y
selvas. En Mar del Plata, recientemente
ha iniciado el delicado esfuerzo que
se requiere para lograr consensos
hacia prácticas más
responsables de pesca y hacia la creación
de una red de áreas protegidas
marinas modernas, que promuevan el
buen manejo pesquero y la conservación
de la biodiversidad y los recursos
marinos.
En el ámbito
de la Ciudad de Buenos Aires merece
destacarse el esfuerzo de esta entidad
para que sobreviviera y se desarrollara
ese extraordinario espacio verde de
recreo y esparcimiento que constituye
la Reserva Ecológica Costanera
Sur, visitada por más de un
millón de personas cada año.
Quienes usan teléfonos celulares,
por otra parte, probablemente sepan
que el programa de reciclado completo
de sus baterías, generado por
un esfuerzo conjunto de esta fundación
y una empresa del sector, ya ha logrado,
en tan sólo un par de años,
evitar que más de un millón
de baterías contaminen el suelo
y las aguas argentinas.
El 14 de noviembre
pasado, y tras dos años de
gestión, Vida Silvestre donó
al Estado nacional la estancia Monte
León, en la provincia de Santa
Cruz, que se convertirá en
futuro parque nacional cuando el Congreso
de la Nación sancione la ley
correspondiente. Son nada menos que
61.700 hectáreas de estepa
patagónica y unos 32 km de
costas con pingüinos, cormoranes,
lobos marinos y sitios arqueológicos
tehuelches, que ya están en
manos de todos los argentinos gracias
a esta donación. Monte León
será el primer parque nacional
argentino donado al Estado por una
organización no gubernamental
ambientalista.
Corresponde destacar
el noble gesto de las actuales autoridades
de Vida Silvestre, quienes en el marco
de la citada celebración rindieron
un justo y merecido homenaje a sus
fundadores y ex presidentes Miguel
Reynal y Teodosio Brea y al secretario
general de Redacción de La
Nación Germán Sopeña,
quien integró el consejo de
administración de la fundación
hasta su fallecimiento.
Que una organización
de bien público haya logrado
ayudar al país a buscar nuevos
equilibrios entre la conservación
y desarrollo que también haya
conseguido incorporar su voz en los
ámbitos de decisión
del Fondo Mundial para la Naturaleza
(WWF) -una de las redes ambientalistas
más grandes del planeta- muestra
hasta qué punto, con un presupuesto
equivalente al de una Pyme, un grupo
interdisciplinario de personas -dirigentes
de empresas, ecólogos, abogados,
comunicadores, guardaparques, socios,
donantes y voluntarios- puede lograr
resultados concretos en nuestra sociedad
y al mismo tiempo insertar nuestra
opinión en el mundo globalizado.
Sin duda, Vida Silvestre
seguirá evolucionando. Los
desafíos que enfrentan las
organizaciones del sector social en
nuestro país son enormes. Vale
la pena detenerse, por un instante,
a celebrar que los argentinos seamos
capaces de mantener este tipo de instituciones
durante 25 años. Cabe esperar
que las sigamos ayudando a crecer,
sin olvidar que ellas forman parte
de la nueva generación de herramientas
de participación con que cuenta
nuestra sociedad para su reconstrucción.
9 de diciembre de
2002
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