Quieren impedir
que barcos japoneses cacen cetaceos
en el mar antartico.
Un rompehielos de
la agrupación ecologista Greenpeace
en el que viajan activistas de 16
países, incluído un
argentino, interceptó ayer
a la mañana a una flota de
barcos balleneros japoneses en el
mar antártico para exigirles
que dejen de cazar cetáceos.
El "Artic Sunrise"
está siguiendo de cerca a la
flota japonesa capitaneada por el
buque-factoría "Nisshin
Maru" desde hace unos días.
Ayer, al sur de sudáfrica -en
la posición 60 grados latitud
sur y 46 grados longitud este- una
de las activistas, Yuko Hirono, de
nacionalidad japonesa, se acercó
aún más con un gomón
para decirles vía radio que
debían detener la cacería
indiscriminada de ballenas.
Hirono les advirtió
que Greenpeace llevará a cabo
acciones no violentas para impedir
la matanza de cetáceos por
parte de esa flota que partió
de Japón el 6 de noviembre
con el fin de cazar unas 440 ballenas
durante esta temporada.
De esta manera,
por primera vez, toda la tripulación
del ballenero pudo escuchar el mensaje,
ya que se transmitió por los
altoparlantes del Nisshin Maru.
"La Comisión
Ballenera Internacional urgió
al Gobierno de Japón a detener
la cacería, ya que no tiene
justificación", aseguró
Milko Schvartzman, coordinador de
la campaña de ballenas de Greenpeace
Argentina. "La resolución
que obliga a Japón a no cazar
ballenas fue propuesta por ocho representaciones,
entre las que se encuentra Argentina.
Nuestra organización continuará
en la zona hasta que se detenga la
cacería de ballenas",
agregó.
"En sólo
cinco meses tendrá lugar la
54 Reunión de la Comisión
Ballenera Internacional en Shimonoseki,
Japón, el mismísimo
puerto donde está asentada
la flota ballenera. Durante los últimos
años la Agencia de Pesca de
Japón ha estado brindando ayuda
económica a un grupo de países,
a cambio de su voto pro ballenero
en la Comisión. Esta turbia
maniobra es parte de la millonaria
campaña del Gobierno de Japón
para lograr la reapertura de la caza
comercial de ballenas", dice
un comunicado difundido ayer por la
agrupación ecologista.
"Una reapertura
de la cacería comercial tendría
una repercusión catastrófica
en los stocks de ballenas que quedan.
Los gobiernos del mundo deben actuar
de manera inmediata para detener a
Japón o en los próximos
años serán testigos
del exterminio de estos cetáceos",
dijo Schvartzman.
Por su parte, el
gobierno japonés argumenta
que la cacería de las 440 ballenas
minke (Balaenoptera bonaerensis) se
debe a fines científicos. Pero,
según Greenpeace "no hay
necesidad de matar ballenas para hacer
estudios científicos".
La agrupación también
informó que "la venta
de la carne de esas ballenas genera
un ingreso de al menos 3,5 millones
de yenes, que son unos 28 millones
de dólares".
Schvartzman contó
que los barcos japoneses no pudieron
cazar ni el jueves ni ayer debido
a las malas condiciones del mar en
la zona. La tripulación internacional
en el "Artic Sunrise" de
Greenpeace está formada por
activistas de Argentina, Australia,
Canadá, Francia, Alemania,
Ghana, Grecia, Irlanda, Japón,
Suecia, Turquía, Holanda, Nueva
Zelanda, Reino Unido y los Estados
Unidos.
15 de diciembre de
2001
Fuente:
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