Un trabajo científico
afirma que habría transferencia
de agua subterránea. Los investigadores
presentaron sus resultados; el Ente
Binacional no está de acuerdo.
Es un ecosistema riquísimo
y un territorio de explotación
agropecuaria y forestal. Advierten
que si la cota de la represa aumenta,
podría alterarse toda la zona.
Son 12.000 km2 al
norte de Corrientes, únicos
en América latina por su rica
biodiversidad y preservados por tratados
internacionales.
Sin embargo, los
Esteros del Iberá -de ellos
se trata- se encuentran hoy en el
centro de las preocupaciones de los
pobladores de la zona: hogar de una
profusa vegetación y de variadas
especies animales -algunas de las
cuales están en peligro de
extinción y otras ofrecen interesantes
oportunidades productivas- los humedales
y el territorio vecino hacia el Oeste
se encontrarían en riesgo por
las alteraciones hídricas que
habría introducido la represa
de Yacyretá.
Un estudio presentado
ayer en el Simposio Internacional
de Teleobservación del Medio
Ambiente, financiado por la Comunidad
Europea y realizado por investigadores
de ocho universidades (cuatro europeas
y cuatro latinoamericanas), advierte
que el nivel de los esteros aumentó
durante la última década
alrededor de 80 cm.
Este incremento,
aseguran, se debería a una
transferencia subterránea de
agua desde el embalse hacia los humedales
que plantea un futuro incierto si,
como se planea, la cota de la represa
aumenta de los actuales 76 metros
a 83.
Una herramienta
"El objetivo
de este trabajo es ofrecer una herramienta
que permita entender la dinámica
hídrica de la zona y trazar
un plan de manejo apropiado para todo
el sistema", dijo el doctor Steven
Loiselle, de la Universidad de Siena,
Italia.
El Grupo de Ecología
Matemática de la Universidad
del Centro, encabezado por la matemática
y ecóloga doctora Graciela
Canziani, sentó las bases del
estudio a partir de un exhaustivo
modelo hidromatemático.
"El primer
paso -explicó la investigadora-
fue hacer un modelo tridimensional
de la cuenca para saber exactamente
cómo entra, cómo se
mueve y cómo sale el agua."
Sobre la base de
cartografía elaborada por el
Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA), mapas fitogeográficos
de la Universidad del Nordeste, imágenes
satelitales de la Comisión
Nacional de Actividades Espaciales
y datos de la Subsecretaría
de Recursos Hídricos de la
Nación, los institutos Correntino
y Nacional del Agua (ICA e INA), y
mediciones de estancias de la zona,
los científicos trazaron un
mapa digital tridimensional que refleja
la estructura de todo el sistema.
Así, pudieron
observar que los niveles hídricos
históricos de la zona comenzaron
a crecer a partir de 1989. "En
promedio, la diferencia es de 80 centímetros.
En una zona tan plana como la de los
esteros, es muy, muy importante -subrayó
Canziani-. Si uno considera que tradicionalmente
tuvieron una altura de un metro aproximadamente,
es casi el doble."
Estudios necesarios
Sobre la base de
esta información, estuvieron
en condiciones de hacer un balance
hídrico de la zona.
"Identificamos
cuatro etapas -puntualizó Canziani-:
una de equilibrio histórico,
hasta 1989; otra desde ese año,
en el que se registra un ingreso muy,
muy grande de agua durante la construcción
de la represa; luego otra de estabilidad,
hasta 1992, con un ascenso del Paraná
y pulsos de entrada de agua a los
esteros; y, a partir de 1994, con
el llenado del embalse, ingreso de
agua a través de los bancos
de arena que separan Iberá
del lago del embalse."
Según los
científicos, "todo indica
que, dado que hay quebraduras en el
lecho de basalto poroso del río
Paraná, podría haber
filtraciones cuando se atraviesan
ciertos umbrales. En este momento,
hay un nuevo equilibrio. Pero si se
eleva la cota, no podemos saber qué
pasaría, porque no conocemos
la estructura geológica subyacente
de la zona. Puede haber otras grietas
y el problema es que no hay estudios
hidrogeológicos. Es necesario
realizarlos para entender qué
puede llegar a pasar y mitigar las
consecuencias. Todos sabemos que en
este momento es fundamental la producción
de energía eléctrica,
pero también la agropecuaria,
la forestal, la arrocera y la turística,
que proporciona esta región".
Para nosotros,
no hay trasvasamiento
El ingeniero Mauricio
Perayre Hendrik, coordinador binacional
de medio ambiente del Ente Binacional
Yacyretá (EBY), no coincide
con las conclusiones del estudio presentado
ayer en una de las sesiones del Simposio
Internacional de Teleobservación
del Medio Ambiente, organizado por
la Comisión de Actividades
Espaciales.
En la década
del 70, cuando el EBY hizo los estudios
para construir la represa, los técnicos
concluyeron que el trasvasamiento
de agua subterránea no era
un problema potencial dijo,
durante un diálogo telefónico.
Entre 1989 y 1991, se realizó
el estudio de impacto ambiental de
la central. Tampoco se identificó
la región como un tema problemático.
Posteriormente, en 1998, un estudio
contratado por el EBY para temas de
hidrogeología tuvo en sus manos
una nueva evaluación de este
problema. Ellos analizaron los datos
existentes y, si bien cometieron un
error procedural, llegaron a la conclusión
de que no podría ocurrir un
trasvasamiento.
Para nosotros,
el nivel de las aguas del Iberá
no está relacionado con un
trasvasamiento, sino con las lluvias.
Es más, el Banco Interamericano
de Desarrollo y el Banco Mundial coinciden
con este enfoque.
De todos modos,
en octubre el EBY convocó a
un taller en la ciudad de Posadas,
a partir del cual se organizó
un foro de participación que
incluye al Instituto Correntino del
Agua, el Instituto Nacional del Agua,
los productores, la Fundación
Vida Silvestre y la Universidad del
Nordeste. La primera reunión
será el 23 de mayo y el primer
tema por evaluar, la causa de elevación
del nivel del Iberá. Para nosotros
es un sobreincremento de lluvias.
Es más, invitamos a los Defensores
del Pueblo de la Nación para
que actúen como veedores, para
garantizar la transparencia.
11 de abril de 2002
Nuestro
especial agradecimiento a Sandra Nicosia
Fuente:
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