Informes sobre
emisiones contaminantes son ahora
reservados.
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Episodios
críticos de contaminación
han aumentado a más
del doble en Santiago. |
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Desde el 27 de mayo la población
ha dejado de tener libre acceso a
la información relativa a las
emisiones contaminantes, de acuerdo
con una resolución publicada
en el Diario Oficial. El conocimiento
público está sujeto
ahora a la discrecionalidad de la
Comisión Nacional del Medio
Ambiente (CONAMA), que coordina las
políticas y estrategias gubernamentales
en materia ambiental.
De esta manera, la ciudadanía
no podrá conocer -entre otras
restricciones- los antecedentes en
que se fundan la dación de
normas de calidad del aire o de emisiones
contaminantes, y eventualmente, los
niveles de polución que afectan
la calidad de vida y la salud de la
población.
La medida es parte de un proceso
de desregulación ambiental
que viene aplicando el gobierno del
presidente Ricardo Lagos, por presión
de los sectores más poderosos
de la industria nacional.
Y esto ocurre en momentos en que
los episodios críticos de contaminación
han aumentado a más del doble
en Santiago, en comparación
con años anteriores, lo que
indica que las medidas de protección
del aire de la capital durante el
invierno austral, están fracasando
nuevamente.
Recientes estudios coinciden en señalar
que cuando se supera el valor 100
en el Índice de Calidad del
Aire referido a Partículas
(ICAP), las consecuencias de la contaminación
atmosférica sobre la salud
se manifiestan en aumento de muertes
y enfermedades.
Según resultados obtenidos
por Luis Cifuentes, ingeniero de la
Universidad Católica de Chile,
entre 4% y 11% de los niveles de mortalidad
no accidental registrados en Santiago,
se pueden atribuir a los niveles medios
de contaminación -ICAP superior
a 300- y corresponderían a
muertes que se adelantaron, es decir,
de personas afectadas por enfermedades
cardiovasculares y respiratorias crónicas
cuyos cuadros se agudizaron, produciéndoles
una crisis terminal que se tendría
que haber presentado en años
posteriores como consecuencia del
desarrollo normal de la enfermedad.
Andrei Tchernitchin, médico
jefe del Laboratorio de Endocrinología
Experimental y Patología Ambiental
de la Universidad de Chile, advirtió
el 2 de junio sobre el grave aumento
de las muertes prematuras en la capital
luego de uno o dos días de
exposición a concentraciones
altas de partículas respirables.
Los efectos de la exposición
a los contaminantes atmosféricos,
además de agravar los cuadros
obstructivos o broncopulmonares ya
existentes, crean las condiciones
que potencian los efectos de los virus
respiratorios presentes durante los
meses de invierno.
Este fenómeno afecta especialmente
al sector occidental de la capital,
donde se ubican las poblaciones más
pobres, que sufren la acumulación
de los contaminantes producto del
desplazamiento creado por el viento
que sopla en esa dirección
y, por tanto, asumen un riesgo mucho
mayor de deterioro de su salud.
En esos lugares, muebles, muros,
cortinas y todo aquello que quede
expuesto a la nube contaminante, o
smog, adquiere un tono grisáceo
en no más de 10 días.
También es el área donde
se presenta la mayor cantidad de cuadros
respiratorios obstructivos en el periodo
invernal.
Sin embargo, lo más peligroso
para quienes habitan en esa zona de
la capital es que las medidas de prevención
como "Alerta Ambiental"
o "Preemergencia", en las
cuales dejan de trabajar un cierto
número de industrias y se restringe
tanto el tránsito de vehículos
particulares como de transporte público,
se adoptan tomando en consideración
los niveles promedio en 24 horas.
Con este sistema la población
puede estar expuesta a niveles críticos
o peligrosos por varias horas, hasta
que se cumple el ciclo que entregará
el promedio, lo que impulsará
a la autoridad a dictar las medidas
de protección.
La cantidad de episodios críticos
de calidad del aire de Santiago han
aumentando paulatinamente en los últimos
años. Hasta el 6 de mayo se
habían constatado este año
12 días de alerta ambiental
y 4 de preemergencia. En ese mismo
periodo el año pasado se habían
decretado nueve alertas y dos preemergencias,
y en el 2001 sólo se habían
producido seis alertas y ninguna preemergencia.
Desde diversos sectores se ha criticado
la falta de voluntad política
del gobierno para enfrentar este tema,
una de cuyas expresiones es la restricción
al libre acceso a la información.
Al respecto, Manuel Baquedano, presidente
del Instituto de Ecología Política,
ha señalado que "de esta
forma la gente no podrá saber
a ciencia cierta los niveles de polución
que afectan su salud, exponiéndola
además a una nueva forma de
tortura psicológica, el silencio
ambiental".
A ello se agrega una de las objeciones
más repetidas por los expertos,
como es el lento avance en la elaboración
de la legislación para el control
de las partículas más
peligrosas -que miden menos de 2.5
micrones y que son capaces de ingresar
hasta lo más profundo del organismo
a través del sistema respiratorio-,
que establecería índices
para los episodios críticos.
En enero del 2001 se dio un plazo
hasta mediados de este año
para presentar un proyecto de ley,
y aún no se conoce nada al
respecto.
22 de julio de 2003
Fuente:
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